Sol Daurella firma un plan contradictorio para Coca-Cola en Fuenlabrada
La embotelladora única que Sol Daurella organizó para Coca-Cola defendió el cierre de la fábrica de Fuenlabrada por innecesaria. Ahora argumenta todo lo contrario en la Audiencia Nacional
Coca-Cola no sabe qué hacer con sus operaciones en Madrid, al menos es lo que se infiere de diversos documentos internos. El fabricante de «la bebida de la felicidad» diseñó un ambicioso plan para despedir trabajadores y recortar costes con sus embotelladoras españolas, pero ahora está obligado a dar –al menos parcialmente– marcha atrás en su plan.
El proyecto, liderado y coordinado desde España por Sol Daurella, incluía el cierre de la fábrica madrileña en beneficio de las de Barcelona y Valencia. Entonces, Coca-Cola defendió que la planta de Fuenlabrada (Madrid), con mayores costes laborales, era completamente innecesaria para la compañía.
Pero después de que el Tribunal Supremo obligase a la empresa a reenganchar a parte de los trabajadores despedidos, la embotelladora defiende una posición completamente diferente. En el nuevo plan de negocio, presentado ante la Audiencia Nacional, la empresa debía justificar que readmitiría a los trabajadores despedidos con las mismas condiciones que tenían antes del despido.
Ahora la compañía considera que la planta madrileña es imprescindible para que los clientes del centro del país puedan recibir de forma puntual sus encargos, tal como revela el plan de negocios de la embotelladora al que ha tenido acceso Economía Digital.
El cambio de criterio
En apenas un año y medio, la compañía ha pasado de considerar inútil la planta de Fuenlabrada a nombrarla «crítica» para las operaciones de Coca-Cola en media España. Ahora, parece reconocer los problemas logísticos y de distribución que supone que todas sus fábricas estén en los extremos de la península y ninguna en el centro.
«El principal beneficio de este almacén (Fuenlabrada) es la mejora del nivel de servicio al cliente debido a la mayor proximidad, resultando en tiempos de respuesta rápidos, que resulta crítico dado la distribución de la zona centro requiere cumplir con un tiempo de espera máximo de 24 horas«, explica el plan de la compañía para la planta de Fuenlabrada.
La «alimentación moderna»
La embotelladora única de Daurella prometió a la Audiencia Nacional la creación de departamentos de «mantenimiento», «alimentación moderna» e «investigación y desarrollo». Fueron unidades creadas para justificar el reenganche de los trabajadores en las mismas condiciones laborales, como exigía el Tribunal Supremo, pero hasta ahora ninguno de esos departamentos ha visto la luz.
Los trabajadores adscritos a esos departamentos han sido derivados a separar botellas vacías o a estar varias horas frente al ordenador sin hacer nada, según ha denunciado la propia plantilla. Los profesionales están convencidos de que el plan de negocio presentado por la empresa en los tribunales no es más que otra excusa para recolocar la plantilla sin reabrir la fábrica de Fuenlabrada, algo que la empresa niega de forma rotunda.