1.900 euros al mes por mirar botellas de Coca-Cola vacías
Los trabajadores y sindicalistas de la planta de Fuenlabrada exigen a la compañía que les dé carga de trabajo porque están cansados de no hacer nada
En la planta de Coca-Cola de Fuenlabrada (Madrid), los 28 trabajadores del «departamento de mantenimiento» están casi todo el día o sentados o dando vueltas por la fábrica sin rumbo. No hay nada que mantener. No llegan piezas ni hay máquinas trabajando.
Los empleados del departamento de «investigación y desarrollo» rellenan su tiempo laboral en otras tareas porque no hay nada que investigar ni nada que desarrollar. Y los trabajadores del departamento de «alimentación moderna» mueven cajas vacías de Coca-Cola de un lado para otro, intentando que no se acumulen.
Así pasan las horas en la planta de Coca-Cola más aburrida del mundo, donde no se fabrica ni una sola botella. Es una de las plantas españolas que, según la embotelladora europea, son de las «más productivas de toda Europa».
Fuenlabrada fue una de las fábricas sacrificadas con el gran proceso de unificación de embotelladoras diseñado por Coca-Cola para ahorrar costes productivos en España y Portugal. En el proceso se cerraron centros y se despidieron a centenares de trabajadores, pero los tribunales han obligado a la compañía a reenganchar a parte de los despedidos.
El reenganche de los trabajadores y sus actuales condiciones laborales ha sido avalada este miércoles por el Tribunal Supremo.
El patio trasero
Ahora, la embotelladora Coca-Cola European Partners no sabe qué hacer con los 175 trabajadores de Fuenlabrada. La compañía dirigida por Sol Daurella paga una media de entre 1.600 y 2.000 euros mensuales a los trabajadores que se sienten inútiles.
La compañía presentó un proyecto de viabilidad ante la Audiencia Nacional y prometió nuevos departamentos. Fuenlabrada será un centro logístico y de distribución, de acuerdo con los planes presentados por la embotelladora.
Pero hasta ahora, la fábrica sólo se ha convertido en un patio trasero para almacenar botellas vacías de media España. Es tan peculiar la fábrica que sus sindicalistas ponen el grito en el cielo por la falta de trabajo.
«Hay muy baja productividad. Los compañeros del departamento de mantenimiento pasan mucho tiempo sentados, viendo las botellas vacías», explica Juan Carlos Asenjo, dirigente sindical de Comisiones Obreras, el único sindicato con representación en la fábrica, porque el resto se acogió a la baja voluntaria.
Diez minutos de trabajo al día
Cuando Fuenlabrada era una planta efervescente de trabajo y producción, Marcelo Álvarez trabajaba como técnico mecánico de las máquinas. También mantenía las bombas de agua y las máquinas de generación de calor y de aire comprimido. Fue despedido, junto con la plantilla de Fuenlabrada pero, tras la decisión del Tribunal Supremo de readmitir a los trabajadores, fue reenganchado como «técnico de SAP». Entonces, comenzó su suplicio.
«Cada día cuando llegaba, recibía uno o dos correos electrónicos que me encargaban algún informe. Era un trabajo que me llevaba diez minutos en Excel. Control C y Control V. El resto del tiempo no tenía nada que hacer. El resto de mis compañeros, que habían sido técnicos de fábrica, están obligados a estar ocho horas frente al ordenador sin hacer nada», explica el trabajador.
Ahora ha sido trasladado a la clasificación de vidrio «donde hay algo más trabajo». Allí pasa el tiempo clasificando las botellas vacías que llegan de los bares. Botellas de Coca Cola a un lado y botellas de Fanta al otro. Así toda la jornada. Esa misma tarea la realiza maquinaria pesada a un ritmo mucho más eficiente.
Los trabajadores de mantenimiento han optado por dar vueltas por la planta para intentar distraerse, aunque ya han recibido algunas quejas de los jefes que quieren a los trabajadores siempre en un mismo lugar de trabajo.
«Tienen la obligación de darnos carga de trabajo, pero parece que no quieren hacerlo. Tal vez están intentando que la plantilla se agobie y se marche», explica Álvarez.
La plantilla, que tenía el mejor convenio de toda España, está tan disgustada por la falta de utilidad que han llamado a la inspección de trabajo para constatar que no hay tareas que realizar. Este miércoles un grupo acudió a protestar al Tribunal Supremo que determinó que han sido readmitidos de forma correcta. En la fábrica, ningún jefe los echó de menos. Tampoco había nada que hacer en Fuenlabrada.