Sánchez delega en De la Rocha la estrategia del Gobierno sobre Telefónica
El tsunami corporativo que ha vivido Telefónica en los últimos cinco meses ha sido gestionado por pocas manos que ya tenían el control desde hace tiempo; y solo se han movido cuando ha surgido el miedo a perder peso en la teleco
Telefónica ha sido, es y será una compañía estratégica para el Gobierno español. Más allá de los asuntos en materia de defensa o seguridad, el operador azul es clave en el plano económico. Ese motivo llevó hace tiempo al presidente Pedro Sánchez a dar carta blanca a Manuel de la Rocha para ejercer control sobre el operador azul.
De la Rocha ha sido un hombre de confianza en la Moncloa desde hace años. Uno de sus papeles —desde del Departamento de Asuntos Económicos— ha sido cuidar los intereses que existían en Telefónica. Una buena conexión interna con otro afín al PSOE parecía tener todo bajo control. Pero la irrupción de STC ha cambiado la situación.
Según explican fuentes conocedoras de la situación a ECONOMÍA DIGITAL, el Gobierno llevaba desde hace años evaluando qué hacer en Telefónica. No se tenía muy claro cómo concretar la influencia sobre la compañía, sobre todo, en el plano empresarial y económico.
La situación estaba bajo control. Por parte del Ejecutivo se contaba con Manuel de la Rocha para vigilar la evolución de Telefónica. Y desde el propio operador azul se contaba con la figura de Javier de Paz, consejero desde 2007 —y ligado al PSOE desde siempre—, para mantener el orden.
Pero todo quedó en ‘standby’ por diversos motivos. Primero fue la pandemia, que puso el foco económico y político en otros aspectos. Además, con la ley antiopas se procuraba un escudo contra Telefónica. Pensado, sobre todo, porque la compañía lleva años castigada en Bolsa sin que haya voces autorizadas que sepan explicar la situación.
Posteriormente, el frenesí político que tanto interés despierta en Pedro Sánchez relegó a un segundo plano esa reevaluación de la situación en Telefónica. Todo estaba bajo control. La conexión De la Rocha-De Paz ofrecía estabilidad.
Ambas figuras son de la máxima lealtad para los intereses del Gobierno, y los suyos propios. Pero todo cambió en septiembre de 2023. El grupo saudí irrumpió en el accionariado de Telefónica con la compra del 4,5% de la compañía, y la posibilidad de llegar al 9% mediante posiciones financieras.
Saltaron las alarmas en Telefónica
Fue en ese momento cuando saltaron las alarmas. Las fuentes consultadas aseguran que nadie conocía las intenciones de STC. Sobre todo, su asalto para ser máximo accionista de la compañía.
En ese momento ya no valía la simple conexión De la Rocha-De Paz para mantener el orden interno. Se había perdido el control de la compañía.
La atención se desvió hacia los asuntos relacionados con la defensa y seguridad, pero la preocupación en la Moncloa era otra: el control empresarial y económico del campeón nacional en materia de telecomunicaciones. Una empresa más allá de su peso en materia de defensa.
En estos momentos no hay manera de cerrar el paso a STC. Sus intenciones, sin estar del todo claras, parecen más estratégicas que industriales. Pero la pérdida de poder por parte del Ejecutivo en Telefónica es lo que ha activado el resorte que quedaba: la entrada de la Sepi en el accionariado del operador.
De nuevo vuelve a estar todo en manos de Manuel de la Rocha, sobre todo, con el Gobierno medito en los jardines políticos de la amnistía. Desde dentro, Telefónica ha remodelado su consejo de administración dando mucho más poder y control a Javier de Paz.
Todo esto se produce cuando faltan pocos meses para que Telefónica deba afrontar una remodelación del consejo y, además, deba enfrentarse a las peticiones de que puede tener STC para tomar un sillón en las reuniones de la compañía.
Ha llegado a trascender que el propio De la Rocha podría tener un hueco en el consejo, pero entonces se produciría una situación anómala con el propio Javier de Paz, cuya función todavía puede amortizarse más. Al menos una legislatura entera.