Repsol se juega 500 millones en Venezuela tras la ofensiva de Trump a Chevron

La petrolera mantiene la incertidumbre en el país, donde ha duplicado su exposición patrimonial en el último año

Archivo – El CEO de Repsol, Josu Jon Imaz

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La ofensiva de Donald Trump contra las petroleras que operan en Venezuela ha hecho saltar las alarmas en Repsol. La compañía que preside Josu Jon Imaz mantiene una alta incertidumbre y ve peligrar 504 millones entre exposición patrimonial, mientras persiste la deuda histórica que mantiene con el país que gobierna Nicolás Maduro.

El presidente de la primera potencia mundial ha dado un mes a la compañía estadounidense Chevron para cesar sus operaciones en Venezuela. La petrolera deberá abandonar cualquier exportación de crudo en el país latinoamericano como sanción a Maduro por incumplir los compromisos electorales de las últimos comicios.

Chevron dejará de operar el próximo 3 de abril si nada cambia, pero no será la única. Otras compañías como Halliburton, Schlumberger, Baker Hughes y Weatherford tampoco podrán hacer lo propio a partir del 9 de mayo, según ha ordenado la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC).

La situación pone en alerta a otras compañías con operaciones en Venezuela como Eni, Maurel & Prom o Repsol, que admitió recientemente su preocupación por el cambio de administración en el país norteamericano.

En su último informe financiero, Repsol asegura que tras el cambio de presidencia, «se mantiene un alto nivel de incertidumbre en relación a la política exterior que se pueda poner en marcha respecto a Venezuela».

Es por ello que continúa adoptando «las medidas necesarias» para continuar su actividad en Venezuela Â«con pleno respeto a la normativa internacional de sanciones aplicable».

La ofensiva de Trump amenaza el negocio de Repsol

La multinacional española cuenta con una larga trayectoria en el país llena de altibajos. Según la propia información del grupo, Repsol duplicó su exposición patrimonial en Venezuela en 2024, pasando de 259 millones de euros a 504 millones.

Esta cifra incluye fundamentalmente la financiación otorgada a Petroquiriquire, la inversión en Cardón IV y en Petroquiriquire y las cuentas a cobrar con PDVSA. Petroquiriquire es la petrolera de gestión conjunta de Repsol (40%) y la petrolera estatal de Venezuela, PDVSA (60%).

Por otro lado, la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) mantiene a día de hoy una deuda histórica con Repsol que, de 634 millones de euros, pese a haberla recortado en 166 millones en 2024, según consta en su informe financiero.

Aunque cuenta con un amplio historial de operaciones en Venezuela, la energética ha visto su negocio perjudicado en el país e incluso paralizado su actividad por las sanciones estadounidenses hasta el año 2023.

Fue en diciembre de dicho ejercicio cuando la multinacional española reactivó Petroquiriquire, una vez Estados Unidos, bajo la administración de Joe Biden, le dio permiso. Desde entonces, Repsol fue tejiendo pactos en 2024 para tratar de recuperar lo perdido durante la última década.

El pasado abril acordó la compra de los pozos de Tomoporo y La Ceiba por casi 1.600 millones de euros. Por otro lado, la compañía mantiene en el país sudamericano un negocio conjunto con la italiana Eni, participado al 50%, Cardon IV, dedicado a la producción de gas.

El negocio de Repsol: gas por petróleo para compensar la deuda

Pero Repsol no recibe dinero por mantener este suministro, sino que cobra en especie para compensar la deuda millonaria que tiene Venezuela con la empresa española. Así, la energética produce gas en Venezuela a cambio de petróleo que desde PDVSA envían a través de barcos.

Por otro lado, Repsol y PDVSA han acordado realizar las gestiones pertinentes para extender el plazo de la licencia de los campos de Petroquiriquire hasta 2046 que estaban negociando el año pasado.

Las cuentas de Repsol también reflejan que tiene cuentas a cobrar con PDVSA en Venezuela por 485 millones de euros netos de deterioro de activos, frente a los 294 millones que acumulaba el año anterior.

Ahora, Donald Trump ha vuelto a poner el foco sobre el régimen de Nicolás Maduro y las consecuencias para la compañía española son imprevisibles.

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