Puig sale a Bolsa sin aludir al riesgo político en Cataluña: «Soy catalán, pero también me siento español»
El grupo Puig no alude en su folleto de salida a Bolsa el riesgo político en Cataluña. Ferrovial sí lo hace.
Tuvo que llegar un nonagenario catalán para sacudir los ánimos de la empresa familiar española. Las calles de Barcelona ardían y, mientras, los Roig, los Entrecanales, los Domecq, los Botín, los Del Pino, los Abelló…, los representantes del potente lobby del Instituto de la Empresa Familiar, se reunían en Toledo para celebrar su vigésimo Congreso anual.
La huelga general convocada por la Asamblea Nacional Catalana estaba siendo un triunfo, el independentismo había tomado las calles de Barcelona ese día 3 de octubre de 2017, el mismo en el que los presidentes y 300 directivos de Mercadona, Santander, Acciona, El Corte Inglés, Gestamp… se reunían en Toledo.
Dos días antes, el 1 de octubre, se había celebrado en Cataluña el referéndum por la independencia, declarado inconstitucional. La tensión era máxima.
La consigna en el cónclave de la empresa familiar en Toledo parecía ser sin embargo la de ‘aquí no pasa nada’.
Los periodistas presentes en el acto trataban de arrancar alguna declaración de los empresarios sobre los sucesos que estaban ocurriendo en Cataluña. Pero era imposible. Ninguno respondía, miraban hacia otro lado o, en confianza, explicaban que lo mejor era permanecer neutral y no avivar la tensión.
La directiva del Instituto de la Empresa Familiar trató de consensuar una declaración institucional, pero no hubo acuerdo.
El presidente del potente lobby en aquellas fechas, Ignacio Osborne, evitó la palabra ‘Cataluña’ en su discurso de inauguración: «La incertidumbre es el peor enemigo de la empresa»; «España necesita una solución política estable cuanto antes». Es todo a lo que llegó a decir.
Fue el turno de Mariano Puig Planas en el XX Congreso de la empresa familiar. El hijo del fundador del grupo Puig, Antonio Puig, y padre del actual presidente de la multinacional catalana, Marc Puig Guash, había sido presidente del IEF, y recibía un merecido homenaje, a sus 90 años.
Fue ponerse a hablar Mariano Puig y desatarse toda la emoción contenida en el Palacio de Congresos de Toledo.
«Hace 90 años nací en Barcelona, una ciudad que nos acoge a todos«, comenzó diciendo Mariano Puig. «Soy catalán, pero también me siento español«, manifestó.
Los directivos de la empresa familiar, hasta entonces agarrotados, se pusieron de pie en un arrebato, sin dejar de aplaudir. A más de un ejecutivo engominado se le humedeció la vista.
«En Cataluña hay un grave problema, existe, lo admitamos o no, soy optimista y espero que entre todos seamos capaces de resolverlo«, afirmó Mariano Puig ante un emocionado auditorio.
El empresario recordó como él y sus hermanos comenzaron a trabajar con su padre, en la primera mitad del pasado siglo, en lo que empezó siendo «un pequeño comercio de perfumería». En los años cincuenta cogieron las riendas de la compañía, iniciando una expansión internacional prácticamente inédita en la empresa familiar española.
En la última década de los años noventa, contó Mariano Puig, él y sus tres hermanos decidieron que era el momento de pasar el testigo a la siguiente generación. «Los cuatro hermanos no siempre estábamos unidos, pero discutíamos y llegábamos a acuerdos», comentó. «Decidimos que era el momento y nos dimos un fuerte abrazo», rememoró.
Mariano Puig, quien falleció en abril de 2021, fue despedido por los representantes de la empresa familiar reunidos en Toledo con una fuerte ovación.
Ahora, la generación de los Puig a la que Mariano y sus hermanos cedieron el testigo en los años noventa, también ha meditado sobre el futuro y el control del grupo por parte de la familia. Y ha llegado a la conclusión de que es el momento de convertir a la hoy multinacional española del lujo, moda y cosmética en una compañía cotizada, que próximamente pilotará la siguiente generación Puig.
Con una valoración estimada en cerca de 14.000 millones de euros, una de las mayores operaciones de salida al parqué previstas este año en el mundo, los Puig culminan una historia de éxito y lujo que desde sus orígenes ha estado vinculada al desarrollo industrial y emprendedor de Barcelona y Cataluña.
La compañía que comercializó los primeros pintalabios en España, los Milady, a principios de los años veinte del pasado siglo, ha conseguido adaptarse a las tremendas convulsiones políticas y sociales que han sacudido el último siglo Cataluña, España, Europa, apostando por una expansión internacional desprovista de cualquier tipo de prejuicio, compitiendo con las grandes enseñas del lujo de Estados Unidos o París.
El momento político actual en Cataluña no es el de 2017. Pero la tensión se mantiene, así como el pulso independentista de Puigdemont al Gobierno de Pedro Sánchez.
A la hora de redactar el folleto de salida a Bolsa del grupo Puig, publicado esta semana en la CNMV, posiblemente la familia haya tenido muy en cuenta las suspicacias que sigue provocando cualquier alusión a la realidad política de Cataluña. Y, en esta ocasión, los Puig han preferido evitar la cuestión.
La multinacional española repasa en su folleto de salida a Bolsa los riesgos, de todo tipo, que afronta su negocio, también los geopolíticos. Se refiere en esa documentación a la guerra de Ucrania y a la de Gaza, asegurando que ambos conflictos no amenazan a su negocio. No hace mención alguna a Cataluña.
Otra multinacional española que estos días prepara igualmente su salto al parqué, también familiar, Ferrovial, sí que incluye la situación en Cataluña entre los riesgos de su negocio, además de los conflictos bélicos actuales o las tensiones entre China y Estados Unidos.
El grupo Ferrovial, que ultima su salida al Nasdaq, dice en la última documentación entregada al regulador del mercado estadounidense, la SEC, esta misma semana: «La economía española puede verse afectada además por un aumento de la incertidumbre política en España«. La compañía de la familia Del Pino añade, entre paréntesis: «incluido cualquier resurgimiento de las tensiones políticas y sociales en Cataluña«.
¿Distintas visiones ante una misma realidad?
El grupo Puig tiene tan buena relación con la Generalitat, como con el Gobierno central, como con la familia real.
También Ferrovial, que cuenta ahora con contratos millonarios en el sector del ferrocarril catalán. Sin embargo, la decisión de la familia Del Pino de trasladar la sede del grupo de España a Países Bajos, para facilitar la salida a Bolsa en Estados Unidos de la constructora, ha agrietado la relación con el Gobierno de Pedro Sánchez.
A pesar de las tensiones, de los vaivenes políticos, del pulso independentista, de una y otra crisis, de las amenazas, de los conflictos de todo tipo… dos grandes compañías familiares españolas alcanzan estos días un hito histórico.