Los payeses, en jaque: «Sin garantías de acceso al agua, no podremos plantar»
Los agricultores catalanes afrontan las restricciones por sequía después de un 2023 de cosechas a la baja
La sequía tiene a los agricultores catalanes en jaque. Después de un 2023 dañados por la falta del agua, el año 2024 empieza con unas reservas de agua todavía más escasas que, sumando las nuevas restricciones aprobadas por el Govern, llevan a los payeses a pronosticar una difícil cosecha de verano.
Es el caso de los pequeños empresarios que explotan los campos del Parc Agrari del Baix Llobergat, una comunidad de regantes del sur del Área Metropolitana de Barcelona, una de las zonas afectadas por la declaración de emergencia por sequía, que obliga al sector agrario a reducir en un 80% su consumo de agua. «En invierno hemos podido aguantar, pero de cara a los cultivos de verano, si no nos garantizan acceso al agua, no podremos plantar», señala Germán Domínguez, miembro de la Permanente Comarcal del Baix Llobregat en el sindicato Unió de Pagesos (UP), en conversaciones con Economía Digital.
Domínguez explica que los agricultores del parque, que abarca los municipios barceloneses de El Prat, Sant Boi, Viladecans y Gavà, se abastecen del agua de la depuradora de Sant Feliu de Llobregat y de un canal de riego que cada día llega con menos presión. La rentabilidad de sus campos en los próximos meses va a depender de la cantidad de agua a la que tengan acceso.
Tomates, calabacines, cerezas…
En esta zona, en primavera se cultivan hortalizas como tomates o calabacines, que no pueden subsistir correctamente si solo se riegan «cada 15 días», mientras que también se trabaja con árboles fruteros, cerezos y melocotoneros, concretamente. «Sin riego, los cerezos no florecen o su calibre es menor y no sirve. Muchos se están muriendo», dice el sindicalista.
«Solamente pedimos que el Govern nos garantice que tendremos agua. Produciremos menos, pero al menos que sea de buena calidad«, indica el agricultor. Algunas opciones, según apunta, serían incrementar los recursos en la depuradora, dado que a veces el agua llega con altas cantidades de sodio, dañinos para los cultivos; o endurecer las restricciones en otros sectores económicos. «Se podrían prohibir el lavado de coches o los campos de golf. Entiendo que también son actividades económicas, pero nosotros cubrimos necesidades básicas», concluye.
En cualquier caso, no esperan que la cosecha de este año sea abundante e incluso ya están barajando la posibilidad de lanzar Expedientes de Regulación Temporales de Empleo (ERTE) por la bajada de la actividad: «Sin cosecha, va a ser difícil tirar adelante las empresas».
Sin lluvia y con más restricciones, el sector primario está condenado a empeorar los registros del año 2023, ya de por sí bajos. Lleida es la potencia agraria de la comunidad autónoma, pero los 202 municipios en los que se han aprobado restricciones por sequía se ubican en las provincias de Barcelona y Girona, donde la producción agraria el pasado ejercicio sufrió caídas que se elevaron hasta un 60%.
En el caso de la demarcación de Barcelona, los cultivos mayoritarios son el trigo, los forrajes y las hortalizas. En 2023, la producción de trigo se hundió en un 50%, quedándose en las 186.197 toneladas, mientras que los forrajes bajaron en un 40%, según los datos provisionales del departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural. La cosecha de tomates y calabacines, muy importantes en el Parc Agrari, se derrumbó en un 18% y en un 24%, respectivamente.
En Girona, la producción de trigo se quedó en casi 23.000 toneladas, un 58% menos que en el año anterior, a la vez que la cosecha de cebolla cayó en un 60%. Por suerte, la famosa manzana de la provincia aguantó el estoque y mantuvo su producción en 90.000 toneladas, consiguiendo un aumento interanual del 1,7%.
Como consecuencia, Cataluña tuvo que tirar de las importaciones para poder abastecer a la población de alimentos de primera necesidad no procesados. También según datos del departament encabezado por David Mascort, en 2023 Cataluña exportó hasta noviembre 8 millones de toneladas de productos no transformados, un 21% menos que en 2022. Por el contrario, las importaciones crecieron en un 33% hasta las 11 millones de toneladas.
Domínguez asegura que el sector solicitó una serie de subvenciones para compensar el impacto de la sequía en 2023, que todavía no han cobrado. «Estamos apretando, no puede ser que se cobren en 2025«, concluye.