Lagarde (BCE) defiende «estabilidad sin rigidez» para situar la inflación en el 2% dentro de un año

La presidenta del BCE compara la época actual con los años veinte del pasado siglo y advierte sobre el freno a la globalización.

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo

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Christine Lagarde, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), defiende la estrategia de la «estabilidad sin rigidez» para lograr controlar la inflación y las presiones a las que la economía europea y mundial se ven sometidas en la actualidad.

En un discurso realizado en Washington, en la sede del Fondo Monetario Internacional (FMI), Lagarde ha comparado la época actual con la de los años veinte del pasado siglo, estableciendo interesantes paralelismos, defendiendo el empleo de políticas flexibles para reducir las consecuencias negativas de las crisis económicas o los periodos de elevada inflación.

«Hemos enfrentado la peor pandemia desde la década de 1920, el peor conflicto en Europa desde la década de 1940 y el peor shock energético desde la década de 1970», ha recordado la presidenta del BCE. «Estos shocks han cambiado la estructura de la economía y han planteado un desafío para la forma en que evaluamos el impacto de la política monetaria», ha indicado.

«Nuestras decididas acciones han logrado mantener ancladas las expectativas de inflación, y se proyecta que la inflación regrese al 2% durante la segunda mitad del próximo año«, ha subrayado. «Considerando la magnitud del shock de inflación, esta corrección es notable», ha valorado.

Lagarde ha insistido durante su intervención en recordar lo sucedido en la década de los años veinte del pasado siglo y compararlo con la actual. «Si bien algunos de estos cambios –como el cambio climático y el envejecimiento de las sociedades– son exclusivos de nuestra época, otros se asemejan a los que se produjeron hace un siglo», ha dicho.

Lagarde compara los avances tecnológicos y el freno a la globalización en la actualidad con lo ocurrido en los años veinte del pasado siglo

Los retrocesos en la globalización y los avances tecnológicos, ha explicado, son los dos factores que acercan a una década y a otra. «Hoy, como entonces, estamos viendo retrocesos en la integración comercial global, al mismo tiempo que avances en el progreso tecnológico».

«Mi mensaje principal es que debemos estar listos para el cambio y preparados para ser flexibles según sea necesario», ha dicho. «Para garantizar la estabilidad en el futuro, nuestro enfoque debe seguir incorporando el principio de ‘estabilidad sin rigidez’, lo que nos permitirá ajustarnos rápidamente a medida que la economía se transforma».

Lagarde ha recordado que las décadas anteriores a la Primera Guerra Mundial fueron «testigo de una rápida integración global», creando «nuevas expectativas y estilos de vida».

Los conflictos bélicos y las crisis económicas provocaron que el comercio mundial como porcentaje del PIB cayera al 14% en 1929 y al 9% en 1938. «Los aranceles se triplicaron en la mayoría de los países europeos y también aumentaron en los Estados Unidos», ha señalado.

«Si bien la fragmentación fue un paso atrás, la tecnología dio un paso adelante sin lugar a dudas, pero desencadenó una serie de cambios en la economía y los mercados financieros que crearon nuevos desafíos para los bancos centrales«, ha destacado. En Reino Unido, por ejemplo, en 1922 se necesitaban 55 semanas de trabajo para producir un automóvil en la Austin Motor Company, en comparación con sólo diez en 1927.

«Sin embargo, la exuberancia irracional en torno a la tecnología también impulsó un aumento significativo de las valoraciones bursátiles«, ha advertido, siguiendo con ejemplos de lo ocurrido hace un siglo con los tiempos actuales. Tuvieron que pasar 30 o 40 años, ha destacado, para que los bancos centrales se dieran cuenta «de que les iría mejor estabilizando la inflación que ajustando la producción y el empleo«.

«Con el tiempo, los bancos centrales han reconocido que la estabilidad no debe significar rigidez«, ha afirmado. Ahora, ha asegurado, «estamos mejor preparados para enfrentar los cambios estructurales porque las estrategias de política combinan tres elementos».

Esos tres elementos de política económica son unos umbrales de inflación «claramente definidos»; herramientas flexibles para alcanzar esos objetivos; y medios analíticos para responder a los cambios en la economía. «Hemos utilizado todos estos elementos en los últimos años para asegurar que la política monetaria mantenga la estabilidad de precios sin costes excesivos para la economía».

«Ahora estamos presenciando otra ola de estancamiento de la globalización», ha lamentado Lagarde, al igual que sucedió tras la Primera Guerra Mundial.

Pero, ha añadido, «no estamos viendo una ‘desglobalización’ absoluta en el sentido de una reversión del comercio mundial», aunque sí se percibe que la estructura de las cadenas de valor mundiales «está cambiando en respuesta a un entorno más volátil, caracterizado por shocks de oferta más frecuentes».

Lagarde también se ha referido al desarrollo de la inteligencia artificial, comparándolo con los avances tecnológicos de los años veinte del pasado siglo. La IA, ha comentado, «parece estar destinada a transformar una serie de industrias, incluido el sector financiero«.

La presidenta del BCE ha concluido su discurso en el FMI destacando que los objetivos básicos de la política monetaria, el control de la inflación, deben «permanecer inalterados». En lugar de tomar medidas dolorosas, como ocurrió hace un siglo, ha terminado, «nuestras estrategias de política monetaria han demostrado ser eficaces, mitigando las disyuntivas entre inflación y empleo».

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