Adiós a Josep Ferrer: el visionario que convirtió una finca agrícola en el imperio Freixenet
Durante los 70 años que formó parte de la compañía, impulsó la internacionalización y modernización del grupo, fue el artífice de los anuncios de las 'burbujas' de Freixenet y coronó a la marca como líder mundial del cava
El sector del cava ha perdido a una de sus grandes figuras, la de Josep Ferrer Sala. El único de los hijos de los fundadores de Freixenet que seguía con vida, falleció en la madrugada del miércoles, 6 de noviembre, a la edad de 99 años. Tras estar vinculado a la empresa durante siete décadas, deja tras de sí un gigante con unos ingresos de 1.230 millones de euros.
Durante la etapa que estuvo al frente de la empresa, no solo impulsó su internacionalización, sino que también la modernizó con una mayor mecanización, apostó por una publicidad más innovadora con los emblemáticos anuncios de las burbujas Freixenet y coronó a la marca como líder mundial del cava.
Al timón de una empresa centenaria
Nacido el 19 de octubre de 1925 en Sant Sadurní d’Anoia, dedicó prácticamente toda su vida a la centenaria compañía. Los inicios de la empresa se remontan a 1861, cuando Francesc Sala decide comenzar a elaborar y exportar vinos. Sin embargo, el nacimiento de Freixenet tuvo lugar unos años más tarde, cuando en 1914 contrajeron matrimonio los padres de Ferrer.
La unión Dolors y Pedro, la heredera de Can Sala y el pequeño de la familia propietaria de La Freixeneda, no solo unió el linaje de dos dinastías vinícolas sino que también marcó un punto de inflexión: el inicio de la producción de cava en la finca. Los seis hijos que tuvo la pareja pasaron su infancia rodeados de bodegas y viñedos, si bien el destino de Josep parecía estar marcado, ya que su madre se esmeró porque aprendiera el negocio familiar.
El estallido de la guerra civil marcó un antes y un después. El padre y hermano de Josep fallecieron, la empresa fue colectivizada y el más pequeño de la familia fue enviado a Reino Unido a estudiar. Tras diplomarse en economía, enología y viticultura, volvió al país y cogió las riendas de la Freixenet, donde ascendió paulatinamente hasta ostentar el cargo de director general en 1959 y la presidencia en 1978.
La internacionalización como ‘lait motiv’
La aspiración de Josep Ferrer Sala siempre fue cumplir con los sueños y objetivos que su padre tenía para la empresa. La internacionalización se convirtió en su lait motiv. «La necesidad de exportar la llevamos en las venas», dejó bien claro en una entrevista. Desde la sede emplazada en el corazón del Alt Penedés logró convertir una finca agrícola en un grupo presente en más de un centenar de países y bodegas situadas en España, Francia, California, México, Argentina y Australia.
El impulso del Cava Carta Nevada y el Cava Cordón Negro llevó a los caldos de la marca a ser los más vendidos del mundo. Más allá de la modernización que puso en marcha, con una mayor mecanización y la ampliación de la bodega, impulsó los conocidos anuncios de las burbujas Freixenet, que contaron con la participación de famosos como Liza Minelli o Meg Ryan.
A pesar de que se jubiló en 1999 para ceder el cetro de la compañía a la tercera generación familiar, nunca se marchó del todo. Continuó como consejero hasta 2010 y formó parte del Consejo de Sabios junto a sus hermanas y ocupó la presidencia de honor. De hecho, en 2018 tuvo un importante rol en la alianza entre Henkell y Freixenet.
La filial vinícola del grupo alemán Dr. Oetker se hizo con el 50,67% del capital de la compañía por cerca de 220 millones de euros. Tras la operación, el resto del capital se encuentra en manos de José Ferrer y sus hijos, que controlan un 42,5%, mientras que su sobrino, Josep Lluís Bonet posee un 7,5%.
Actualmente, el consejo de administración está presidido por el socio general de Henkell, Albert Christmann. Ferrer Sala ocupaba la presidencia de honor, junto a Bonet, mientras que Pedro Ferrer es vicepresidente del grupo y co-consejero delegado, un puesto que comparte con Andreas Brokemper.
Visionario, mecenas y próximo
Desde la empresa, aseguran que Ferrer Sala fue una persona «muy querida» tanto en la compañía como en la población, con un carácter muy próximo.
«Conocía los nombres de todos los empleados», recuerdan. Apasionado de la equitación, acostumbraba a pasear por los viñedos a lomos de su caballo para observar la uva. En su vida personal, estuvo casado durante más de 65 años con Gloria Noguer, con quien tuvo a Dolors, Pedro, Mercedes y José María, así como una quincena de nietos y tres biznietos.
Además de su faceta como docente en el IESE de Barcelona, destaca su papel en el mundo del mecenazgo, al colaborar con el Liceu, el Palau de la Música, el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA), el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), la Orquesta Sinfónica Freixenet de la Escuela Superior de Música Reina Sofía o el club de hockey CE Noia Freixenet.
Dentro del panorama empresarial catalán, lo consideran un visionario. En Foment, donde fue miembro de su consejo consultivo durante varios años, le definen como un «auténtico emprendedor, un empresario de gran capacidad que potenció la internacionalización de Freixenet y la industria del cava».
Una percepción extendida también en el sector. «Fue un empresario excepcional y un visionario que supo posicionar el cava en muchísimas mesas de todo el mundo», apunta a Economía Digital el presidente de la Associació Vinícola Catalana, Eugeni Llos, mientras que el presidente de la D.O. Cava, Javier Pagès, pone en valor que fuera capaz de ponerse al mando a una temprana edad de una empresa con un marcado carácter local y «transformarla en una multinacional».
Tras recalcar el peso de la compañía dentro de la región, puesto que gran parte de los habitantes de la zona «trabajan en Freixenet, son proveedores o les prestan algún servicio», ha puesto el acento sobre la importancia de su figura. «En el municipio y la comarca fue un importante empresario, al que se le tenía un gran respeto y se consideraba que tenía una gran valía«, concluye.