Imaz (Repsol) carga contra los coches eléctricos chinos: «No estamos midiendo su huella de CO2»

El consejero delegado de Repsol pide que se mida la huella ambiental de cada producto que llegue a Europa

El consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz. EFE/Javier Lizón

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Más madera para las tensiones comerciales entre la Unión Europea y China. El consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, ha cargado contra la entrada en Europa de vehículos eléctricos chinos y otros productos como el acero, de los que no se mide su huella ambiental, en detrimento de la industria europea.

«No estamos midiendo la huella de CO2. ¿Cuánto se ha emitido en la minería china? ¿Cuánto se ha emitido cuando se ha fabricado esa batería utilizando electricidad con carbón en China?» ha destacado durante su intervención en La transformación industrial hacia el NetZero organizada por la Fundación Repsol.

El directivo de la petrolera española ha criticado la estrategia europea que ha provocado una bajada de la actividad y la pérdida de capacidad industrial, haciendo que algunas empresas automovilísticas tengan que implantar EREs.

«Teniendo tecnología y coches con un combustible adecuado -y en algunos con un combustible normal con hibridación-, son capaces en todo su ciclo de vida de emitir menos CO2 que ese coche que estamos importando de China. Sin embargo, hoy no pueden competir», ha aseverado.

Para Imaz, podríamos bajar las emisiones del parque automovilístico «un 28%» si se apostase también por alternativas a la electrificación como los combustibles renovables líquidos, gaseosos o sintéticos.

Cree también que los fabricantes de coches no tienen incentivos para seguir invirtiendo en la eficiencia del motor. «Además, les hemos dicho que en 2035 se acaba el motor de combustión, así que no van a invertir ni un euro en esto», ha asegurado.

«Si se prohíben las ventas del motor de combustión, en el 2050 todavía la mitad del parque seguirá siendo de combustión. Nos estamos perdiendo 26 años de utilización tecnológica para bajar emisiones», ha añadido el consejero delegado de Repsol.

Imaz pide que se mida la huella ambienta de cada producto que llega a Europa

«Estamos destruyendo actividad económica y empleo industrial en Europa, estamos aumentando las emisiones de CO2, disminuyendo autonomía estratégica, reforzando geopolíticamente a China y perjudicando a nuestras economías en nuestro sentido macro», ha señalado.

El CEO de Repsol ha criticado que, aunque se esté descarbonizando Europa, «estamos aumentando las emisiones en el mundo», ya que «sólo el sector del acero y del cemento chino emiten el 8% de las emisiones mundiales de CO2, que equivalen a todas las emisiones en Europa».

Por todo ello, Imaz ha pedido medir la huella de CO2 de cada producto que llega a Europa, «sea un coche, una pieza de acero o una tonelada de papel», desde «el origen hasta el final», y que se graven «por la huella de CO2 que cada uno de ellos tiene, independientemente de dónde se han producido».

En esta línea, Imaz ha subrayado los aspectos clave del los informes realizados por Mario Draghi y Enrico Letta respecto a la economía y la industria de la Unión Europea.

«Creo que hemos hablado mucho y ya hay que dejar de hablar. Lo que tenemos que preguntar todas las mañanas qué liderazgo tenemos en Europa y en todos los países europeos para llevar a cabo este giro radical»

Critica la «ideologización» de la política energética

Desde Repsol creen que la política energética europea y española se está aplicando desde un plano ideológico que está perjudicando a aspectos clave del denominado trilema energético.

«Nos hemos focalizado en la descarbonización exclusivamente. Nos hemos olvidado de la seguridad de suministro, generando dependencia con Rusia y con China. Nos hemos olvidado de la competitividad y del precio», ha denunciado.

Algo que ha dificultado a as familias europeas en los últimos años a la hora de pagar las facturas energéticas. «Según el informe Draghi en los últimos 5 años hemos perdido el 12% de la actividad industrial consumidora de energía en Europa y seguimos perdiéndola cada día», ha apuntado.

«Esto nos ha pasado porque hemos dirigido la política energética desde la ideología, pero hay que abordarla desde la tecnología. Hemos abandonado el principio de neutralidad tecnológica».

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