Quiénes son los Gregori, la familia valenciana al frente de Grefusa que apuesta fuerte por el ladrillo

Cualquier amante de los aperitivos y los frutos secos ha tenido alguna vez en su mano una bolsa de pipas tijuana, Gublins, Papadelta o Snatt’s (si optan por los snacks saludables). Lo que quizás no saben es que tras estos productos se encuentra la familia Gregori, propietaria de Grefusa, una compañía centenaria de origen valenciano que comercializa cada año unos 275 millones de bolsas de sus productos.

Además de gestionar la empresa, la familia también participa en el capital de algunas de las socimis gestionadas por Inbest Real State. Concretamente, lo hace a través de una sociedad patrimonial, domiciliada en Alzira, con inmuebles situados en municipios de la Comunidad Valenciana, por valor superior a los 18 millones de euros.

El imperio familiar de los Gregori

Grefusa es una empresa familiar con cerca de cien años de historia especializada en la elaboración de frutos secos y snacks de cereales. José Gregori Furió fue el miembro de la familia que puso la primera piedra con la constitución de la empresa en 1929. Posteriormente, en la década de los 60 cogió el timón la segunda generación, Agustín y Alfredo Gregori, que llevaron las riendas del imperio familiar durante cerca de 40 años.

Durante su etapa al frente de la compañía nació la emblemática mascota de la empresa, Grefusito, una icónica ilustración reconocida por todos los consumidores de los productos de Grefusa.

También se dio el salto al mundo de los snacks, con el lanzamiento de Papadelta, y se comenzó a comercializar pipa extra grande en España, con El Piponazo. El lanzamiento de Gublins y de Mistercorn, un aperitivo de maíz con una textura más blanda, también tuvo lugar durante el mandato de Agustín y Alfredo.

El arranque del nuevo siglo también trajo aires de renovación a la compañía, donde tomó el relevo en el año 2000 Agustí Gregori, la tercera generación dentro del negocio familiar y el actual CEO de Grefusa.

En el transcurso de las dos décadas que ha capitaneado la firma se empezaron a producir y sacar al mercado las pipas tijuana, así como el snack saludable Snatt’s. Más allá de lanzar el formato Grefutubo y una gama completa de snacks fabricada con harinas de legumbres, en 2002 tuvo lugar un momento clave: la substitución del aceite de palma por aceite de oliva y girasol.

Más de 150 millones de ventas

La compañía elevó sus ventas un 12% en 2022, según explicó al dar a conocer los resultados del ejercicio el año pasado, lo que le permitió alcanzar los 153 millones de euros y mantener su margen de beneficio.

Bajo el propósito de impulsar las acciones recogidas en el plan estratégico 2022-2026, la firma destinó una inversión superior a los 50 millones de euros, que tiene intención de dedicar a la puesta en marcha de nuevas fábricas, la ampliación de capacidades y procesos productivos y la eficiencia energética.

Vinculación con Alzira

Las principales fábricas de la firma se encuentran ubicadas en Alzira, una ciudad a la que la familia está estrechamente vinculada. «Ligamos nuestro crecimiento a Alzira, ciudad que nos ha visto pasar de tostar cacahuetes en un horno de pan a poseer dos de las fábricas europeas más punteras a nivel tecnológico», enfatizó el CEO de Grefusa.

Sin ir más lejos, impulsó una planta de producción de frutos secos en la localidad de 9.500 metros cuadrados, con líneas de producción para la fritura, tostado y mezclado de ingredientes, para la que invirtió más de 13 millones de euros.

La operación, con la que pretendían avanzar en su objetivo fijado en el plan de eliminar la contaminación cruzada, tuvo lugar después de adquirir en 2018 Frutorra, líder en este segmento en Portugal, y realizar una alianza con el grupo alemán Intersnack, número uno en frutos secos a nivel europeo.