Las grandes crisis de Muface, al descubierto
Las renovaciones del concierto de Muface para la prestación de asistencia sanitaria a los funcionarios mutualistas han generado algunos problemas desde los orígenes del organismo público
La crisis en Muface se mantiene. Queda menos de una semana para que expire el plazo que ha dado el Gobierno, el próximo 27 de enero, a las 10 horas, para que las empresas aseguradoras se presenten a la licitación del nuevo convenio para prestar la asistencia médica a los funcionarios mutualistas de Muface.
Hasta entonces, 1,5 millones de funcionarios que dependen del sistema mantienen la incógnita de qué sucederá con su asistencia sanitaria, después de que Adeslas y DKV hayan rechazado presentarse al concierto, y de que Asisa siga estudiándolo.
La nueva propuesta del Gobierno, que prevé una subida de la prima del 33,5%, hasta los 4.478 millones –de los 957 actuales– para los años 2025, 2026 y 2026, no convence a las aseguradoras, pues consideran que continuar en el servicio les supondrá seguir incurriendo en pérdidas. Con el nuevo convenio, se iniciaría la prima en 1.032,12 euros y finalizaría en los 1.262,28 en 2027.
No es la primera vez que sucede el rechazo de las empresas. El modelo sanitario de Muface ha atravesado a lo largo de su historia distintas crisis, aunque esta es una de las veces en las que se ha llegado más lejos en cuanto a la gravedad de la situación.
Inicios de Muface
El origen de Muface –siglas de Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado– se remonta a 1963, cuando se estableció por ley que entre los regímenes sociales de la Seguridad Social se incluyera al de los funcionarios, a través de la Ley de Bases de Funcionarios Civiles del Estado.
A partir de aquí, a principios de los años 70 surgió la necesidad de unir la acción mutual dispersa, fragmentada y desigual, existente en ese momento, para adecuarla a los principios de universalidad y homogeneidad de la Seguridad Social. Por ello, en la Ley 29/ 1975, de 27 de junio, se creó el organismo único de adscripción obligatoria para todos los funcionarios civiles, Muface. Y se promovió una mutualidad única, para garantizar el fin de las desigualdades.
Tres grandes crisis
Desde entonces, Muface ha pasado por algunas épocas complicadas. En sus inicios, las empresas de seguro se fueron sumando al organismo, hasta que en los años 90 Sanitas advirtió de la infrafinanciación del concierto y salió del convenio, pese a que la Dirección General de Muface cambió la cuantía presupuestaria.
Aun así, el sistema funcionó con relativa normalidad, hasta que llegó la primera gran crisis, en 2009, cuando Mapfre y Caser abandonaron el concierto, al considerarlo «inviable y no rentable».
Ambas entidades no acudieron a la renovación del convenio para 2010 y 2011, cuando se preveía un aumento medio de la prima del 2,5%, porque reclamaban un incremento mínimo del 20%. Además, se detallaban otras exigencias que las aseguradoras no compartían.
La segunda crisis vino en 2013, cuando Sanitas salió definitivamente de Muface, después de haber vuelto el año anterior. La empresa no estaba de acuerdo con las nuevas condiciones que se marcaron entonces, que mantenían congeladas las primas a las compañías.
Así, tan solo quedaban en el convenio Asisa, Adeslas, DKV e Igualatorio Cantabria, que en 2021, con la tercera crisis, acabó también abandonando el concierto, argumentando la imposibilidad de poder garantizar un servicio a los mutualistas con las condiciones que marcaba el nuevo convenio y mantener a la vez la sostenibilidad de la empresa.
Unas explicaciones que son las mismas que vuelven a repetirse por parte de las aseguradoras con la crisis actual y que dejan abierta la posibilidad de que definitivamente opten por no presentarse una vez expire el plazo, sumando en la inquietud los 1,5 millones de mutualistas, que tras cada renovación se mantienen en la incógnita de saber si su compañía médica se mantendrá o saldrá definitivamente.