Objetivo salvar la humanidad: la española GMV crea el cerebro del satélite para desviar asteroides
El jefe de la división de programas operacionales de vuelo espacial en la multinacional, Pablo Colmenarejo, advierte que la colisión de un asteroide con el planeta es "un peligro real"
El lunes, 7 de octubre, es una fecha clave en la misión Hera. El motivo no es otro que el despegue desde Cabo Cañaveral (Florida) del satélite que se lanzará al espacio para estudiar como desviar asteroides para proteger la Tierra frente a posibles colisiones.
La expedición, bautizada con el nombre de la diosa griega del matrimonio y la familia, ha sido emprendida por la Agencia Espacial Europea (ESA) y es la primera que pone el foco sobre la defensa planetaria.
«Los asteroides son un peligro real, constantemente están entrando en la órbita terrestre, los de menor tamaño se queman, pero los más grandes a veces pueden alcanzar el planeta o explotar a cierta altura», advierte Pablo Colmenarejo, jefe de la división de Programas operacionales de vuelo espacial en la compañía española GMV y responsable principal del Sistema de guiado, navegación y control en la misión Hera, en una entrevista a ECONOMÍA DIGITAL.
Misión Hera: a la caza de los asteroides
A través de la misión Hera, la agencia espacial europea se propone probar tecnologías clave para la defensa planetaria, como la navegación autónoma en las cercanías de los asteroides, pero también estudiar en detalle los sistemas conformados por dos asteroides e identificar las secuelas del impacto que tuvo la sonda DART de la NASA sobre los asteroides Didymos y su trayectoria, tras estrellarse sobre los mismos.
«Es la primera misión a nivel mundial centrada en un sistema binario de asteroides, en el cual uno gira alrededor del otro», explica el científico para después recalcar que es el primer proyecto en el que se explorarán cuerpos celestes de este tipo, que representan alrededor del 15% de los asteroides conocidos hasta la fecha.
Ganar la partida en un «billar galáctico»
A pesar de que la probabilidad de que un gran asteroide impacte con el planeta es reducida, destaca Colmenarejo, cada miles de años cae uno de gran tamaño, refleja la historia de la Tierra, como el que se cree que acabó con los dinosaurios. «Contar con la capacidad de desviar un asteroide de su trayectoria puede ser una cuestión vital«, apunta.
Para ello, actualmente, sería necesario emprender una misión y construir una nave para golpearlo, pero también desplazarse hacia donde se encuentre el asteroide, un proceso que calcula que podría alargarse en torno a unos seis años.
«Es un billar galáctico, habría que golpear una bola que viene muy lejos y desviarla un poco para que cuando se acerque a la Tierra, esa distancia se haya transformado en miles de kilómetros y no la alcance», explica antes de ejemplificar que la situación equivaldría a que un francotirador intentase dar a un objetivo situado a 100 kilómetros.
El ‘cerebro’ español tras el satélite
La multinacional española ha jugado un papel fundamental dentro de la misión Hera.
GMV ha diseñado el sistema de guiado, navegación y control (GNC) del satélite principal, que estará acompañado por otros dos pequeños satélites. «Es el que determina donde está, en relación con las estrellas o la Tierra», explica Colmenarejo antes de ahondar que será el sistema que calculará las trayectorias a seguir, timoneará el satélite y guiará sus pasos entre los asteroides.
También ha desarrollado el sistema GNC de uno de los pequeños satélites, que le permitirán salir del satélite madre cuando se encuentre cerca de los asteroides para realizar sus funciones (investigar la estructura interna de los asteroides y su composición superficial). «Va a correr más riesgo que el satélite principal porque se va a acercar mucho e incluso se podrá posar o aterrizar en uno de ellos», enfatiza.
«El sistema GNC se podría considerar el cerebro del satélite, es el que da órdenes al resto de los subsistemas», señala, y recuerda que está dotado de una gran autonomía. «En lugar de comunicar con el centro de control, esperar a que los científicos vean lo que está haciendo e indiquen los próximos pasos a realizar, muchas decisiones las tomará de forma autónoma sin intervención humana», subraya.
Dado que el sistema de localización del satélite funciona a través de la captura y análisis de imágenes, el procesamiento de las mismas acostumbra a requerir de una gran potencia de computación. Por esa razón, GMV también ha diseñado un procesador especial que permite agilizar el proceso y para que el tratamiento de las imágenes se realice de forma más rápida, subraya.
«El sistema de guiado, navegación y control (GNC) se podría considerar el cerebro del satélite»
El jefe de la división de programas operacionales de vuelo espacial en la compañía admite que el proceso de diseño de esta tecnología ha sido largo. «Empezamos a trabajar en las tecnologías relacionadas con esta misión hace más de una década, cunado aún ni siquiera existía la misión, pero sabíamos que un día iríamos a visitar un asteroide», detalla.
Un viaje estelar plagado de peligros
Las operaciones de aproximación y navegación hacia los asteroides están repletas de peligros, desde el retraso de las comunicaciones que conlleva orbitar por el espacio profundo, hasta las irregulares características de los asteroides o a la incertidumbre del entorno inexplorado. «Los riesgos son muchos, algunos conocidos y otros que sospechamos que vamos a encontrar», incide.
«El hecho de que sea un asteroide binario complica las cosas», dice. Y concreta: «Mientras que los asteroides normales siguen una línea recta en el espacio, los conjuntos de asteroides están rotando, por lo que calcular la trayectoria de aproximación se complica extraordinariamente». A todo ello, se suma la problemática de que hay otro asteroide de mayor tamaño aproximándose a tan solo un kilómetro de distancia.
Más allá del las elevadas radiaciones que conlleva transitar por el espacio profundo, la lejanía del artefacto con el Sol y la poca potencia con la que llegan sus rayos, comporta que el satélite tenga que llevar unos paneles solares de mayor tamaño para generar energía y operar los equipos que se llevan a bordo, por lo que es más difícil realizar maniobras y mantener el control del artefacto.
«Mientras que los asteroides normales siguen una línea recta en el espacio, los conjuntos de asteroides están rotando»
Uno de los imprevistos a que tendría que enfrentarse el satélite podría ser esquivar el material que se desprendió a raíz de la colisión de la sonda DART sobre uno de los asteroides.
«Llegaremos cuatro años después del impacto, por lo que esperamos que las esquirlas que salieron despedidas se hayan perdido por el espacio o hayan vuelto a caer sobre el asteroide por la fuerza gravitatoria», señala, pero reconoce que una vez allí podría encontrarse en la tesitura de esquivar estos fragmentos, si orbitan alrededor del cuerpo celeste.
El directivo de la multinacional española, invitado a presenciar este lunes el lanzamiento desde Cabo Cañaveral (Florida), confiesa que vive la puesta en órbita del satélite con «expectación», después de todo el trabajo y el tiempo invertido, si bien también se muestra confiado, teniendo en cuenta que se han llevado a cabo «muchísimas pruebas de todo tipo». «Crucemos los dedos», concluye.