Ernst & Young saca los colores a Celsa
El auditor advierte al gigante de los Rubiralta de que tiene 98,5 millones de euros en créditos fiscales que no deberÃa contabilizar
Los auditores vuelven a emitir una señal de alerta con Celsa. Si el año pasado advirtieron de unas pérdidas escondidas de 836 millones de euros por préstamos que jamás iba a recuperar, los hombres de Ernst & Young (EY) ahora avisan de un crédito fiscal hinchado en 98,5 millones de euros en las cuentas de una de las filiales del grupo siderúrgico de los Rubiralta. “Es una cuestión de criterio”, responden desde la empresa.
Las cuentas de 2017 de la sociedad Compañía Española de Laminación SL que, con unas ventas de 965 millones, aporta algo menos de un tercio de la facturación de todo el grupo despiertan la crítica de la agencia con sede en Londres. Entre las distintas anomalías detectadas destaca el crédito fiscal, un mecanismo que pueden utilizar las empresas que pierden dinero durante varios ejercicios para deducirse impuestos cuando vuelvan a ganarlo.
Sin embargo, EY advierte a la empresa presidida por Francesc Rubiralta: “La empresa debería reducir los créditos fiscales en 98,5 millones de euros” debido a los cambios en la legislación. De hacerlo, la empresa debería dar un recorte drástico a su balance.
Un portavoz de la compañía resta importancia a la alerta: «En ningún caso es un agujero», defiende. La misma fuente explica que se trata de la compensación en ejercicios futuros de las pérdidas acumuladas en los últimos años. «El criterio del auditor es más prudente, pues cree que hará falta un periodo más largo para poder compensarlas», asegura.
Celsa, más allá de estos 100 millones
Pero la incorrecta aplicación de los créditos fiscales no es el primer tirón de orejas de Ernst & Young al gigante siderúrgico catalán. El informe de auditoría del año pasado, advertía de que la compañía tenía anotados tres préstamos de 35, 480 y 568 millones de euros a las filiales Aceros para la Construcción SA, Nervacero SA y Celsa Atlantic SL. Un total de 1.083 millones que aspiraba a recuperar en algún momento.
Sin embargo, el auditor añadía que, «en el contexto actual», solamente 247 millones de la inversión podrán ser devueltos por estas sociedades debido a las dificultades económicos que atraviesan. De este modo, los 836 millones de euros restantes «deberían ser deterioradas íntegramente». Es decir: contabilizados como pérdidas.
Los auditores no dudaron en señalar que algunas sociedades del grupo no disponen de la solvencia necesaria para devolver las inversiones financieras afrontadas por la matriz para rescatarlas. Y en las cuentas de 2017 volvieron a insistir en la misma cuestión.
La refinanciación de Celsa
Banco Santander, BBVA, Caixabank, Banc Sabadell y Abanca firmaron en noviembre de 2017 la revisión de un pasivo que alcanzaba los 2.673 millones de euros. Rebajaba los pagos a 1.425 millones de euros hasta 2022 y aparcaba los 1.248 millones restantes hasta el año 2023, cuando se deberán abonar íntegramente en una sola transacción.
Con la refinanciación, los Rubiralta no obtuvieron ninguna quita. El déficit sigue intacto a pesar de que los 1.248 millones a pagar en 2023 están catalogados como “deuda no sostenible” y probablemente deban volver a revisarse.
El pacto entre la banca y Celsa logró salvar todas las filiales del grupo. Acreedores como Banco Santander eran partidarios de vender partes de la empresa, pero la postura de BBVA y Caixabank se impuso pese a la abultada deuda.