El plan de Javier Pagés para firmar la paz en el sector del cava
La D.O. Cava acepta algunas de las peticiones de bodegas que abandonaron el sello para fundar una nueva marca, Corpinnat
Hace poco más de un año, Javier Pagés encajó el golpe de que su tiempo como director general de Codorníu tocaba a su fin después de once años de mandato. El grupo cavista le reservó la presidencia institucional, un cargo que no llegó a ocupar ante la entrada del fondo estadounidense Carlyle en el accionariado. Ahora, el ejecutivo tiene en marcha un plan más ambicioso: reunificar el sector del cava, en plena combustión.
Pagés fue nombrado presidente de la D.O. Cava a los pocos meses de abandonar el decano del sector. A los pocos meses, la primera sorpresa: nueve bodegas se escindieron para fundar Corpinnat con la intención de agruparse bajo un sello que garantizara un producto de mayor calidad frente a la amalgama de calidades que se conjuran dentro de la denominación de origen clásica.
Con tal de frenar la sangría, Pagés ya trabaja en dos vías con tal de agradar a los fugados y poner en valor la marca cava. A la espera de que los vaivenes políticos no vuelvan afectar a las ventas como ya pasó en 2018 después del referéndum del 1 de octubre en Cataluña, el nuevo plan estratégico estará completamente instaurado en 2020.
La primera de las medidas sobre la mesa la segmentación de las botellas según la viña de la que procede el producto para que así el comprador pueda conocer la calidad de la uva y si la botella está elaborada de por un productor artesanal o simplemente un marquista.
La D.O. Cava regionalizará sus productos: Cataluña, Extremadura y Valencia son los nombres más probables
El segundo proyecto ya en marcha es el de la zonificación de la D.O. Cava, una de las peticiones históricas de los pequeños productores que impulsaron la marca Corpinnat. Todavía por definir, el plan pasa por delimitar diferentes regiones –como podrían ser Cataluña, Extremadura, Valencia— para hacer explicita la procedencia del espumoso. Dentro de ellas se instaurarán subregiones como podría ser Penedés.
«No se si los podremos seducir, pero a los que queremos convencer es al consumidor; queremos crecer y ponernos en valor», explicó el ejecutivo este lunes. Luego, les lanzó un dardo: «Todo lo que son es gracias a la D.O.».
El guante también iba dirigido a Raventós i Blanc, que también abandonó la denominación de origen hace seis años cansado de la política de vinos baratos que impulsaban Freixenet y Codorníu, los dos gigantes del sector. Actualmente impulsando la DO Conca del riu d’Anoia— son la única bodega bajo esta firma–, hace semanas también criticaban que el único fin de Corpinnat sea «la marca y no la voluntad de trabajar por una nueva denominación de origen».
La actualidad del cava
Con 2020 en el horizonte, el Consell Regulador del Cava admitió este lunes lo que era un secreto a voces: el sector sufrió un boicot que golpeó el negocio por culpa del boicot de muchos clientes en el último trimestre de 2017, justo después del referéndum del 1-O. Debido al stock sobrante, las botellas expedidas se desplomaron el 12,1% en el país. “El descenso se debe a los efectos del boicot, con una caída de las ventas en Navidad que propiciaron un exceso de stock que obligó a reducir las botellas pues al mercado durante 2018”, lamentó Pagés. Así, el volumen total fue de 244 millones en total; ocho millones menos que durante el año anterior (-3,2%).
«Las turbulencias políticas no las se ver en cifras a la hora de evaluar las ventas de cava. Se ha consumido más y se ha vendido más caro que en 2017», comparó Pagés. El ejecutivo recurrió a la consultora de Nielsen para defender que el consumo de cava no había caído, pues se incrementó el 0,3% en 2018. “No tenemos datos de venta, sólo de productos expedidos”, matizó. “Si miras las cifras por producciones, el mercado parece que ha caído, pero no así en ventas”, añadió.
Sí hubo un indicador que revela, por lo menos, el estancamiento: la facturación total de la denominación de origen cayó desde los 1.149 millones de euros del año 2017 hasta los 1.146,8 millones del último ejercicio. El descenso es apenas, eso sí, del 0,19%.
Sin embargo, las tristes cifres interiores contrastan con el récord de exportaciones, que tocaron máximos históricos. La DO exportó 165 millones de botellas, el 1,8% más. Es decir, dos tercios de la producción ya se destinan al mercado exterior, con un crecimiento del 25% en sólo una década.
Por países, Alemania (+ 2,2%), Bélgica (- 4,8%), Estados Unidos (+ 3,2%), Reino Unido (- 6,4%) y Francia (+ 10,9%) son, por este orden, los principales importadores de cava. A la ecuación se añadieron territorios como Lituania (+85), Polonia (+45%) y Rusia (+28%) que, todavía con volúmenes pequeños, dispararon el consumo del espumoso.