El coche social eriza los pelos de los grandes fabricantes
Las grandes marcas entran en el mercado de los nuevos modelos de movilidad con la vista puesta en las generaciones de conductores más jóvenes
Los hábitos de consumo cambian al mismo tiempo que las grandes empresas tratan de no perder su hegemonía. En el caso del motor, los fabricantes se han dado cuenta que las formas de movilidad están variando y que incluso el sentido de la propiedad, fundamental para cualquier multinacional que basa el negocio en sus ventas, ya no es el que era.
Compañías como BMW, Ford, Opel o Peugeot ya ofrecen a sus clientes algo más que un vehículo para siempre. «Las empresas que hoy son de producto, tendrán que ser (también) de servicios», asegura Vicenç Aguilera, presidente del Clúster de la Indústria d’Automoció de Catalunya.
Según Aguilera, los fabricantes se enfrentan a un «gran dilema», a una tendencia que les obliga, por un lado, a «seguir vendiendo» y, por el otro, a comenzar a ofrecer servicios como el alquiler de una flota propia de vehículos, la venta de paquetes de kilometraje o, incluso, facilidades en el pago del coche si el comprador acepta alquilarlo a otros usuarios, como recientemente ha anunciado Ford.
Coches de marca para alquilar
De la mano de la empresa germana de alquiler de coches Sixt, BMW creó en 2011 DriveNow, un servicio de carsharing con un funcionamiento similar a las bicis públicas urbanas (permite recoger y dejar el vehículo en dos puntos diferentes de la ciudad) y que se paga en función de los minutos utilizados.
Por ahora, este sistema, al que se puede acceder mediante una aplicación móvil, ya funciona en varias ciudades alemanas, San Francisco y Londres, a donde llegó en diciembre del año pasado. Alexander Sixt, director general de la empresa a la que da nombre su apellido, se aventuró a pronosticar entonces el fin de la compra-venta de turismos. «Haremos tan barato conducir, que sólo los ricos se comprarán coches», aseguró.
El poder de las grandes firmas
De momento, el negro escenario que dibuja Sixt para fabricantes y distribuidores es sólo una hipótesis, aparentemente lejana. Tal y como explica Francesc Garriga, ingeniero con una larga experiencia en el sector del motor, las grandes firmas son (y serán) las que marcan la tendencia. «Sólo hay que ver qué te ofrecen en los anuncios de la televisión», asegura.
Según Garriga, las marcas más importantes quieren entrar en este negocio emergente con un objetivo fundamental: «dar visibilidad a sus vehículos». Y mantener así el negocio en el que se basan: la venta del producto.
Programas piloto
La estela de BMW la han seguido en los últimos años muchas otras compañías. Ford ha anunciado que lanzará este verano un programa piloto de movilidad en Gran Bretaña que facilitará la financiación del turismo a los nuevos compradores. Mediante GoDrive, los participantes podrán alquilar sus coches a otros conductores y obtener unos ingresos extra.
Todo el procedimiento se realiza a través de la web easyCar Club, donde los usuarios pueden buscar un coche cercano y hacer una reserva online. El propietario es el encargado de entregar las llaves. En la misma línea va la aplicación CarUnity, una comunidad móvil creada por Opel, pensada para aquellos que quieren alquilar o que ofrecen su vehículo, con la novedad de que estos últimos pueden filtrar a quién prestar su coche.
El caso español
Por el momento, ninguno de estos programas ha llegado a España. Sí lo ha hecho el sistema de renting Mu by Peugeot, que pone a disposición de particulares y empresas una flota de coches, vehículos comerciales, bicicletas y hasta scooters por todo el territorio español.
Garriga, que durante años trabajó en Avancar, una de las principales empresas de alquiler de vehículos en nuestro país, apunta al factor cultural como un hecho diferenciador en esta tendencia. «En España existe una cultura de la propiedad muy acentuada», apunta. Un impedimento para que este tipo de sistemas prosperen.
Economía colaborativa
Mar Alarcón, fundadora del portal Social Car, no comparte dicho análisis. Esta joven empresa, nacida a mediados de 2011, cuenta ya con 50.000 usuarios en todo el estado. Dentro de los que se incluyen los alrededor de 4.000 propietarios que han puesto a disposición de otros conductores sus vehículos.
Una manera de conseguir una ayuda económica para el mantenimiento del coche y, por el otro lado, una forma de movilidad que se entronca con esas nuevas formas de consumir (y de vivir), cada vez más comunes, que se engloban bajo el término economía colaborativa.
¿Algo a lo que sólo acuden los jóvenes con pocos ingresos? Alarcón lo desmiente. «Nuestro usuario medio se sitúa entre los 30 y los 35 años, vive en la ciudad y es de perfil tecnológico», asegura. Profesionales sobre los que las grandes marcas tienen el ojo puesto: el negocio del futuro está en ellos.