China frena los planes de Shein para esquivar los aranceles de Trump

El Gobierno chino bloquea el intento del gigante de la moda de trasladar su producción fuera del país, en medio de tensiones con EE.UU.

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El vestido de punto de Shein entre los más vendidos de su colección

Nuevo obstáculo para Shein, uno de los mayores referentes de la moda rápida a nivel global. La compañía, con sede en Singapur, pero con raíces y operaciones centrales en China, ha visto frustrado su plan de deslocalizar parte de su producción como estrategia para mitigar el impacto de los aranceles impuestos por Donald Trump, que amenaza con encarecer la entrada de productos chinos en el mercado estadounidense.

Según información revelada por Bloomberg, el Ministerio de Comercio chino ha intervenido directamente para disuadir a Shein y otras firmas del sector textil de mover sus fábricas o proveedores a países como Vietnam, en lo que se interpreta como una maniobra para frenar una posible desbandada industrial.

Advertencias directas desde Pekín

En los días previos al anuncio del expresidente Trump sobre un nuevo paquete de aranceles, las autoridades chinas contactaron con Shein y otras empresas para intentar evitar que externalicen su cadena de suministro. Según Bloomberg, el Gobierno teme que estas decisiones acaben provocando un desplome del empleo industrial en regiones clave del país.

Uno de los movimientos más concretos que reflejan esta presión gubernamental ha sido la cancelación de viajes organizados por Shein para que sus proveedores conocieran nuevas instalaciones en Vietnam. El objetivo era explorar alternativas a la producción en suelo chino, pero ese paso ha quedado en suspenso ante la oposición oficial.

Las consecuencias de este freno no se han hecho esperar en los mercados. Varias empresas vinculadas a la cadena de suministro de Shein han sufrido fuertes caídas bursátiles tras conocerse la noticia. La firma Guangzhou Jiacheng International Logistics, especializada en inspección de calidad, se dejó hasta un 7,7%, mientras que Kengic Intelligent Technology, proveedora de sistemas de almacenamiento automatizado, bajó un 2,7%.

Este golpe llega en un contexto complicado para el comercio exterior chino. La eliminación de exenciones arancelarias para paquetes pequeños en Estados Unidos y Europa, que se hará efectiva en pocas semanas, supone otro desafío para empresas como Shein, que hasta ahora se beneficiaban de ventajas logísticas que reducían los costes de exportación en pedidos minoristas.

Intereses cruzados entre Pekín y sus exportadores

La postura del Gobierno chino refleja un choque de intereses cada vez más visible entre el Estado, centrado en proteger su capacidad industrial nacional, y las grandes compañías, que buscan optimizar costes y esquivar medidas punitivas extranjeras.

Para firmas como Shein, depender de una sola localización —por muy eficiente que sea— ya no es sostenible. Las tensiones geopolíticas, sumadas a los altos costes laborales y las nuevas barreras comerciales, empujan a muchos gigantes del comercio a considerar estrategias de descentralización industrial.

Sin embargo, el Gobierno de Xi Jinping parece decidido a frenar esta salida. Más que una cuestión económica, retener la manufactura en China se ha convertido en un tema estratégico, especialmente en sectores intensivos en empleo y tecnología, como el textil, la electrónica o la automoción.

La ofensiva de Trump complica el panorama

El regreso de Donald Trump al primer plano político ha vuelto a poner sobre la mesa la posibilidad de una guerra comercial aún más agresiva. Sus propuestas incluyen aumentar significativamente los aranceles a productos chinos, lo que tendría un impacto devastador en las exportaciones del país asiático.

Para Shein, que depende en gran parte del mercado estadounidense, esa amenaza representa un riesgo existencial. La diversificación de su producción a otros países era una apuesta lógica ante esta coyuntura, pero el veto de Pekín ha obligado a la empresa a replantearse sus pasos.

¿Puede China seguir siendo la fábrica del mundo?

El caso de Shein pone sobre la mesa una cuestión más amplia: ¿hasta qué punto puede China mantener su estatus como el epicentro global de la producción? Con una presión internacional creciente, decisiones proteccionistas y empresas que miran cada vez más hacia el sudeste asiático, el modelo exportador chino parece estar en plena transformación.

La intervención del Gobierno para mantener a raya a las grandes multinacionales nacionales podría tener efectos contraproducentes si estas empresas se sienten limitadas en su capacidad para adaptarse a un entorno comercial cada vez más complejo. Por ahora, lo que parece claro es que Shein tendrá que esperar para ejecutar su plan de expansión industrial fuera de China. Y mientras tanto, tanto ella como muchas otras empresas tendrán que encontrar formas más creativas de sobrevivir a la era de los aranceles.

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Alba Carbajal

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