Cepsa dice adiós al butano tras años de declive del gas licuado en España

El consumo de GLP cae cada año en España, mientras Cepsa apuesta por los combustibles del futuro

Bombonas de butano en una gasolinera. Europa Press

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Cepsa ha anunciado la venta de su negocio de gas licuado (GLP), lo que supone el adiós a la comercialización del butano, del propano y del autogás en España y Portugal por parte de la compañía que lidera Maarten Wetselaar. La operación se enmarca en la estrategia de la energética para redirigir su negocio hacia actividades más sostenibles con el medio ambiente y en un contexto de caída constante del consumo de gas licuado.

A la espera de las autorizaciones pertinentes, la compañía propiedad de Mubadala (fondo soberano de Abu Dabi) y Carlyle da un paso más en sus desinversiones y completa una operación que lleva años tratando de cristalizar. En el año 2020, en plena pandemia, Cepsa trató de dar salida a su filial Gasib y tuvo varios pretendientes entre los que se encontraban la holandesa SHV y la francesa Rubis.

Finalmente, será el grupo chileno Copec el que se haga con el negocio de gas licuado de la petrolera por 275 millones de euros, una cantidad bastante inferior a los 700 millones de los que se hablaba por entonces. La compañía asegura que la venta forma parte del plan ‘Positive Motion’ por el que pretende convertirse en «referente para la transición ecológica», tal y como ha venido haciendo desde el año pasado.

En 2023, cerró la venta del 20% que controlaba en el yacimiento Satah Al Razboot (SARB), Umm Lulu, Bin Nasher y Al Bateel de Emiratos Árabes Unidos a TotalEnergies, en una operación valorada en unos 1.500 millones de euros con la que se deshacía prácticamente el 50% de su actividad en exploración y producción petrolífera.

Este año, Cepsa también ha cerrado las ventas de sus negocios de extracción de petróleo en Perú o Colombia. El plan estratégico del grupo prevé unas inversiones de entre 7.000-8.000 millones para convertirse en líder europeo en la producción de biocombustibles de segunda generación e hidrógeno verde, y el despliegue de una red de cargadores eléctricos ultrarrápidos.

El consumo de gas licuado cae cada año en España

Es por ello que la venta de Gasib tiene sentido en este giro hacia otro tipo de ramas energéticas que encajen con la Agenda 2030, donde los combustibles fósiles cada vez tienen menos cabida. En este sentido, el butano, el propano y otros derivados del petróleo embotellados son cada vez menos consumidos en el país.

Una situación que se da, pese a que todavía siguen siendo un buen negocio y dan servicio a muchas viviendas, especialmente en poblaciones o núcleos urbanos sin conexión a la red de gas natural. Pero, en cualquier caso, el consumo de este combustible lleva años cayendo: desde 2010 hasta 2021 el consumo total de GLP envasado se ha hundido más de un 25%.

Actualmente se consumen en torno a 64,5 millones de envases de GLP de distintas capacidades. Según los datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), en 2023 se consumieron casi 1,34 millones de toneladas de GLP en todas sus variantes (envasado y a granel), frente a las 1,42 millones de 2022.

Cepsa apuesta por el combustible renovable

Cepsa ha saca rentabilidad a este negocio hasta ahora, si bien los datos de la compañía no son muy específicos. La emrepesa energética solía incluir en sus cuentas de resultados la actividad de este negocio en el área de Marketing, si bien en los últimos años este apartado ha dejado de aparecer.

La venta de Gasib le permitirá destinar el capital a las inversiones que ha prometido para dejar de vender combustibles fósiles y centrarse en nuevos vectores energéticos. Los biocombustibles creados a partir de residuos, el biometano o el hidrógeno verde son ahora prioridad de Cepsa en la carrera por descarbonizar la economía.

En esta línea, la empresa ha estado anunciando inversiones millonarias como los desembolsos realizados en sus refinerías de Cádiz y Huelva, renombradas como Energy Parks. En ellas, Cepsa pretende producir los carburantes del futuro que no producirán emisiones de CO2.

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Joel Calero Sánchez

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