Freixenet y Codorníu entierran el boicot al cava y se disparan tras los cambios en la propiedad
Los decanos del cava dejan atrás el covid y registran sus mejores cifras en años
Los ejercicios de los años 2017 y 2018 fueron un tanto movidos para las dos empresas catalanas más importantes del sector del cava, los grupos Freixenet y Raventós Codorníu. En apenas unos meses, se enfrentaron a una campaña de descrédito causada por el boicot a los productos catalanes en pleno apogeo del movimiento independentista tras la Declaración Unilateral de Independencia, así como a una reestructuración total de su negocio, con la entrada de inversores ajenos a los fundadores.
La casualidad quiso que las familias propietarias vendieran una participación mayoritaria de su accionariado a un socio externo con apenas dos meses de diferencia. Cinco años más tarde, no queda ni rastro del complot contra el cava catalán y los decanos del sector han emprendido la senda del crecimiento de la mano de sus nuevos propietarios.
Es difícil establecer cuál ha sido el crecimiento de Freixenet desde que se creó Henkell Freixenet, filial vinícola de la alemana Dr. Oetker que compró el 50,7% del capital de la cavista catalana a la familia Hevia y a tres ramas de los Bonet, por los cambios en su contabilidad que supuso la operación. En cualquier caso, Freixenet SA, la sociedad dominante del grupo que integra las principales filiales que elaboran los vinos y cavas de la marca homónima en España, registró el segundo mejor beneficio de su historia en 2022, alcanzando los 28,7 millones de euros.
Además, disparó las ventas un 17% hasta los 297 millones, dejando atrás el retroceso causado por la pandemia. Por otro lado, el dato es muy superior a los 197 millones alcanzados en el ejercicio cerrado en abril de 2018, cuando la facturación estaba estancada. Eso sí, estas cifras no son del todo comprables dado que, tras la fusión con el grupo alemán, Freixenet SA absorbió muchas de sus filiales, cuyo negocio no se contempla en los registros previos a los de 2022.
La totalidad del grupo Henkell Freixenet facturó 1.181 millones de euros el pasado ejercicio, elevando las ventas en un 8,5%. La marca catalana genera un 40% de esta cifra por lo que, aproximadamente, su facturación global fue de 472,4 millones de euros.
“La alianza hispanoalemana ha propiciado una mayor fortaleza financiera a Freixenet. A raíz de la alianza ha sido necesario establecer un sistema de reporting unificado y robusto que nos ha permitido actuar con una mayor precisión y agilidad en momentos complejos como la pandemia de la covid-19″, apuntan fuentes de la corporación catalana a este medio. Por otro lado, Freixent ha aportado al grupo alemán su experiencia en el mundo del cava, un sector en el que es “líder de ventas en más de cien países”.
Sobre el sabotaje sufrido hace años, la firma con sede en Sant Sadurní d’Anoia descarta cualquier tipo de nuevo boicot y defiende que su actividad “no está relacionada con ningún asunto político o geográfico”. “Como compañías internacionales, nuestra prioridad es producir cava de calidad para satisfacer a todos nuestros clientes”, sentencia.
Codorníu sale de perdidas
Por su parte, Codorníu, que nunca fue capaz de discernir en sus ventas si el boicot afectó o no a su negocio, también se encuentra en uno de los mejores momentos de los últimos años, después que el fondo norteamericano Carlyle se hiciera con el 65% de la propiedad en 2018, tras pagar 390 millones a la rama familiar representada por Mar Raventós; a los Pagés Font, y Xavier e Isabel Ferrer Urrutia.
La empresa facturó en el ejercicio cerrado el pasado mes de junio 227 millones de euros, un 4% más que en el periodo anterior, alcanzado los mejores datos de la década. En comparación con el año 2017-2018, coincidiendo con la entrada de su nuevo accionista mayoritario, la mejora es del 12%. También supera con creces la cifra previa al covid, cuando las ventas se quedaron en 174 millones de euros en el periodo 2020-2021.
El crecimiento de las bodegas fundadas en 1551 se produjo de la mano de dos factores: la apuesta por los espumosos de alta gama y la gestión de su CEO, Sergio Fuster. El directivo procedente de Keloggs y con experiencia en Danone entró en la compañía hace poco más de tres años con el objetivo de dar a conocer sus elaboraciones a nivel global. En este periodo, su equipo ha vuelto a llevar a la cavista hacia los números verdes, ha disparado el ebitda un 16% hasta los 33,6 millones y ha catapultado las exportaciones.
Además, apuntan desde Raventós Codorníu, la compañía se está beneficiando del momento “dulce” que vive el sector del cava. «El espumoso está de moda en el mundo, y desde hace dos años el cava está ganando cuota al prosecco y el champagne«, argumentó Fuster esta semana ante la prensa. «Ahora tenemos el mejor cava de la historia porque se está apostando por la calidad, y eso permite acelerar el precio, sobre todo en la exportación», concluyó.
Bajó la producción en 2018
Con todo esto, los grandes del sector, así como las bodegas más modestas, dan carpetazo al boicot sufrido hace años. En 2018, el sector redujo en un 3,2% la producción de botellas de cava hasta los 244,4 millones, por los efectos al boicot en el último trimestre de 2017, según los datos del Consejo Regulador de la DO Cava. En ese momento, el organismo ya explicó que se redujeron las ventas durante esas Navidades, acumulando stock y reduciendo las expediciones a principios de 2018. Eso sí, el consumo quedó estancado, con una subida del 0,3%, según datos de la consultora Nielsen.
Tras el apogeo del movimiento secesionista hace seis años, la producción y las ventas del cava se han ido normalizando, bajando solamente en 2020 por la pandemia. En 2021, ya se igualó la producción de botellas de 2017, con 252 millones, y se superó con creces la pasada temporada, con 254 botellas expedidas.