Bruselas siembra dudas en su lucha a favor de la competencia
La justicia europea obliga a la Comisión a revisar la multa de 1.000 millones impuesta a Intel por abuso de posición dominante en el mercado de microchips
En los últimos tiempos la Comisión Europea se ha significado como nunca antes en contra de los abusos de ciertas multinacionales. Gigantes como Google o Facebook se enfrentan a sanciones millonarias por prácticas irregulares dentro del mercado comunitario. La primera de estas multas tuvo como destinatario en 2009 al fabricante de microprocesadores Intel, al que se le acusó, igual que ocurriría años después con el popular buscador, de abusar de su posición dominante e incurrir en prácticas anti-competitivas.
Sin embargo, una década después de iniciarse las investigaciones, este caso, por el que se condenó a Intel a pagar 1.060 millones de euros, podría dar un vuelco. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ha anulado este miércoles una sentencia previa del Tribunal General de la UE que confirmaba esta sanción y desestimaba el recurso presentado por Intel.
La decisión obliga a Bruselas a examinar de nuevo el caso e, indirectamente, genera dudas en torno a sanciones similares, como la mencionada contra Google, o la investigación abierta contra el también fabricante de microchips Qualcomm.
Pagos a fabricantes y distribuidores
Tras dos años de pesquisas, la Comisión dictaminó que Intel abusó entre 2002 y 2007 de su posición dominante (contaba con una cuota de alrededor del 70% o más) al ofrecer numerosos descuentos a cuatro grandes fabricantes de ordenadores (Dell, Lenovo, HP y NEC) a cambio de una práctica exclusividad con sus productos. Igualmente, realizó pagos al gigante del retail Media Markt -antes conocido como Media-Saturn- para que sólo vendiera sus CPUs x86. Estas medidas, según las autoridades comunitarias, fueron claves para la expulsión del mercado de su único competidor de altura, la firma Advanced Micro Devices (AMD), también estadounidense.
Intel: durante un lustro pagó a fabricantes a cambio de exclusividad en sus productos
Intel recurrió hasta en dos ocasiones la decisión de la Comisión. Para ello argumentó que la Comisión no había analizado las circunstancias que demostrarían que su política comercial excluía ilegalmente del mercado a sus competidores. El Tribunal General de la UE desestimó el recurso al entender que «los descuentos por exclusividad concedidos por una empresa en posición dominante pueden restringir la competencia por su propia naturaleza», sin analizar el detalle de estas políticas. La firma estadounidense recurrió de nuevo este punto, pero ante el órgano superior de la justicia europea, el TJUE, que ahora le da la razón.