Almirall despide a 30 empleados por el fracaso en EEUU de su fármaco estrella contra el acné
La farmacéutica llevó a cabo en junio un “proceso de restructuración de los recursos humanos” para ahorrar costes mientras ajusta la estrategia comercial
Almirall necesita compensar las bajas ventas del que tenía que ser su fármaco estrella contra el acné en Estados Unidos. La farmacéutica catalana ha impulsado una “restructuración de los recursos humanos” que afecta a 30 personas y ha ajustado la estratégica para comercializar Seyrasa, el antibiótico con el que esperaba facturar hasta 180 millones, pero que no avanza como esperaba, con el fin de evitar nuevos deteriores en su balance y de esquivar afectaciones en sus márgenes.
Recientemente, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) requirió a Almirall aclaraciones sobre algunas partidas incluidas en su informe anual del ejercicio 2022 y del primer semestre de este año, entre las que destacan cuestiones sobre el cálculo del valor de sus activos intangibles, lo que incluye algunas de sus marcas y productos. Entre ellas, el regulador preguntó por qué la empresa no volvió a deteriorar el valor de su cartera de dermatología en Estados Unidos en el segundo semestre de este 2023, como ya hizo en 2021, tras unas ventas inferiores a las previstas.
Como respuesta, la compañía controlada por la familia Gallardo ha trasladado a la CNMV un documento donde explica que en junio inició un “proceso de restructuración de los recursos humanos que ha afectado a unas 30 posiciones a efectos de redimensionar adecuadamente la estructura de la sociedad conforme a las ventas previstas”, algo que permitiría ahorrar costes. Este medio se ha puesto en contacto con la empresa para aclarar qué tipo de movimientos implican esta reestructuración, dado que Seysara se fabrica en la planta de Sant Andreu de la Barca (Barcelona), pero a cierre de esta edición no ha recibido respuesta.
Estrategia comercial
En paralelo a las salidas en la plantilla, la compañía con sede en Barcelona ha ajustado los planes comerciales con las aseguradoras que dan cobertura sanitaria al producto en Estados Unidos para “mejorar las ventas netas”. “Se espera que reviertan esta situación en el segundo semestre del ejercicio 2023 e incrementen la rentabilidad de dicho segmento”, asegura la empresa.
Dentro de estas acciones de carácter comercial, la farmacéutica destaca un proyecto que desarrollará con un socio para tener “un mayor control sobre las ventas directas a farmacia e incrementar las ventas a operadores mayoristas”, cuyo margen es superior, por lo que es “el foco principal” de Almirall.
También sobre el control en las ventas, la empresa especializada en dermatología asegura que existe otro proyecto para realizar una “revisión del proceso de cada prescripción” para focalizar “correctamente los recursos, el incremento del número de farmacias en la red comercial y la automatización de avisos a los pacientes para recordarles que deben recoger sus prescripciones para seguir con el tratamiento”.
Ante todo esto, la compañía asegura que, pese a unas ventas y “ritmos de crecimiento menores”, no es necesario volver a deteriorar el valor del medicamento, por los “menores costes de estructura y de promoción”. Eso sí, la farmacéutica se encuentra preparando los presupuestos de 2024, de modo que permanecerá atenta a la evolución del producto por si debe modificar su valor próximamente.
El covid y la competencia
Para entender qué pasa con Seysara hay que remontarse a 2019. En enero de ese año, Almirall sacó al mercado norte americano este nuevo tratamiento de lesiones inflamatorias del acné vulgaris, un producto que proviene del portfolio que compró a Allergan, una farmacéutica especializada en medicina estética. Entonces, la empresa esperaba poder alcanzar un pico de ventas de entre 150 y 200 millones de dólares (unos 135 y 180 en euros).
El antibiótico fue bien recibido, con un total de 204.090 prescripciones que generaron unos ingresos de 23 millones de euros en su primer año. Sin embargo, poco después llegó el covid, que redujo las visitas al dermatólogo y las prescripciones médicas. Además, empezaron a salir genéricos que presionaron el mercado, dificultando un crecimiento de las ventas.
En el segundo semestre de 2021, Almirall perdió 42,8 millones de euros por un deterioro contable de 100 millones de euros, de los cuales 69 millones correspondieron a la mala evolución de Seysara. Fue entonces cuando la compañía rebajó las expectativas de ventas de dicho antibiótico, hasta un pico de entre 50 y 75 millones de dólares (45,7 y 68 millones).
Dos años más tarde, Seysara sigue sin remontar. Hasta junio, la compañía facturo 9,3 millones de euros con este medicamento, un 10,4% menos que en el mismo periodo de 2022, cuando tampoco cumplió con los objetivos marcados. Por todo esto, Almirall ha tenido que revisar su estrategia con el objetivo de sufragar el bajón de dicho producto.