Teresa Ribera choca con la CNMC por la regulación para elevar el consumo eléctrico
El consumo eléctrico en España no despega, y eso que el Gobierno ha puesto todo su empeño, lo que ha generado fricción con el regulador
El Gobierno cree que no todo el mundo rema en la misma dirección para conseguir los objetivos de electrificación que se han marcado. El Ministerio para la Transición Ecológica tiene ciertos puntos de vista distintos con respecto a algunas actuaciones de la CNMC a la hora de impulsar el consumo eléctrico.
Según ha podido conocer ECONOMÍA DIGITAL en diversas fuentes del sector, el Gobierno empieza a estar preocupado por la lentitud para electrificar la economía. Parte de esa frustración se estaría trasladando a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).
El equipo de la todavía ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, estima que quizá no se pone el esfuerzo necesario a nivel regulatorio para aumentar el consumo eléctrico en España.
La situación es compleja. En 2013 el consumo de electricidad en España fue de 260.500 GWh, según datos de Red Eléctrica. Una década después, en 2023, la cifra llegó a 244.600 GWh. Incluso sumando el consumo generado por el autoconsumo solar, las cifras son alarmantes.
Las grandes eléctricas llevan meses alertando de la situación —entre otras cuestiones porque les afecta de lleno—. Las empresas ponen todo su empeño para transformar la oferta, y convertirla en eléctrica, pero la demanda no responde.
El Gobierno quiso dar un paso el frente en esta materia, y lo calificó como una prioridad. El problema es que pasa el tiempo, y el aumento de la demanda eléctrica es residual: apenas un 1,2% en los primeros cinco meses de 2023.
Los objetivos inmediatos no se van a cumplir. La movilidad eléctrica no está tirando, la industria no avanza a mayor ritmo en procesos eléctricos, y eso provoca que la demanda no despegue. En el Gobierno no cuadran los números —ni por mucho autoconsumo al que se mire, o la eficiencia energética de los procesos—.
La situación se agrava porque la entrada de potencia renovable debe seguir su curso. Algunas tecnologías como la eólica van algo retrasadas, una situación que no viene del todo mal.
Todos estos condicionantes generan tensión, y desde el Ministerio para la Transición Ecológica trasladan parte de su frustración a la CNMC. Estiman que algunas decisiones podrían encaminarse para potenciar la demanda eléctrica. Una situación que choca con los principios de neutralidad tecnológica.
Unas recetas claras
El Gobierno lo tiene claro. Los expertos lo ven sencillo. Y las empresas abogan por ello. En negro sobre blanco no parece que exista mucha complicación. La manera de aumentar la demanda eléctrica es, precisamente, electrificar la demanda. Un juego de palabras básico, pero que nadie sabe muy bien cómo desarrollar.
Surge el almacenamiento como una solución; la gran solución. Toda esa cantidad de energía renovable se consigue almacenar con las tecnologías que hay en desarrollo, y así se empieza a depender cada vez menos del respaldo del gas natural o la energía nuclear. El problema es que económicamente cuesta. Y en la ecuación de higos y brevas, si los higos son las renovables, y las brevas el almacenamiento, la caja de las empresas da para ir a por una de las dos cosas.
El problema es que este modelo conduce a producir y consumir. Pero el consumo, como reflejan los datos, no se reactiva. La siguiente solución pasa por aumentar las interconexiones con otros países, principalmente Francia. Otro problema. En estos momentos se trabaja en algunas alternativas, como la del Golfo de Vizcaya, pero va más lento de lo esperado.
Otra clave esencial: la electrificación del consumo residencial. Esto, básicamente, se centra en el desarrollo del vehículo eléctrico. Otro hueso donde se ha pinchado sin alternativas. La falta de infraestructura, los precios… todos saben por qué no avanza la movilidad eléctrica, y la única realidad es precisamente esa, que no avanza.
Aunque existe una bola extra. Desde los ambientes más liberales sugieren que se podría reactivar la demanda con bajadas de precios. Esto se llevaría desde la carga impositiva, la eliminación de algunos cargos y peajes; pero el resultado final devuelve a la activación de la demanda, que no se sabe cómo captarla.