La duración del confinamiento deja en el aire 400.000 empleos más
Además de la pérdida de puestos de trabajo en marzo, el cierre económico golpea la temporada alta de creación de empleo en España
«Este año, si veraneamos, lo vamos a hacer en España. Hay que ayudar. Es una ruina». Esta afirmación, de una jubilada española, es otro síntoma más de que existe conciencia colectiva de que la economía española va a quedar tocada por las medidas extraordinarias para cortar la pandemia del coronavirus y que habrá que arrimar el hombro para darle un empujón; todavía más necesario si el confinamiento se prolonga más allá del 26 de abril, como dejó entrever este sábado el presidente del gobierno, Pedro Sánchez.
Aunque algunos sectores -la industria y la construcción- vuelvan al trabajo después de Semana Santa tras el permiso retribuido obligatorio decretado por el Ejecutivo, el retraso en el control de la epidemia pone en duda que España vaya a vivir una recuperación en V por la dependencia del sector turístico, que difícilmente va a poder arreglar el año, sino que anticipa pérdidas multimillonarias, y que aporta un 15% de nuestro PIB, siendo, además uno de los motores de la creación de empleo.
En los últimos cinco años -entre 2015 y 2019-, entre marzo y julio, la economía española ha reducido de media en casi 400.000 personas la cifra de desempleados, de acuerdo con datos del SEPE. Es justo el periodo en el que el sector turístico acelera las contrataciones para hacer frente a la temporada alta, que arranca en Semana Santa, pero que se prolonga hasta agosto, un mes en el que tradicionalmente sube el desempleo porque finalizan contratos ligados a la campaña de verano. En 2015, el paro se redujo en 465.877 personas entre marzo y el 31 de julio; en 2016, la bajada fue de 469.925; mientras que en 2017 y 2018 cayó en 414.952 y 335.227 españoles, respectivamente.
Además, la evolución de ese periodo, suele ser importante para el conjunto del ejercicio. De hecho, en 2019, cuando la sombra de la ralentización económica comenzaba a asomarse, el paro se redujo en 277.607 personas entre marzo y el 31 julio; más del doble de lo que se contrajo en el conjunto del año: 122.156 personas.
Sin este empujón, y tras haber alcanzado en marzo el mayor nivel de desempleo desde mayo de 2017, la tensión para el mercado laboral (y las cuentas públicas) es especialmente elevada. Se calcula que prolongar el confinamiento a abril puede incrementar la nómina de trabajadores en ERTE por encima de los 2 millones; impulsando el paro de facto en casi 5,5 millones (aunque no aparezcan por continuar cotizando a la Seguridad Social) y la crisis se está comiendo especialmente empleo temporal, que parece complicado remontar sin una buena temporada turística.
Así, desde Esade, ponen énfasis en el duro golpe que ha sufrido la hostelería durante marzo, muy ligada al negocio turístico. «La destrucción de empleo ha estado particularmente concentrada en determinadas ramas de actividad, fundamentalmente la construcción, la hostelería (sector que considerábamos como de riesgo elevado de destrucción de empleo en nuestras simulaciones) y las actividades artísticas, recreativas y de entretenimiento, con caídas de la afiliación superiores al 10%», apuntan desde la escuela de negocios.
El motor económico español, sin gasolina
En condiciones normales, lo lógico es que este fin de semana estuviéramos hablando sobre la ocupación hotelera en Semana Santa, pero está al 0%, y con las playas desiertas en unas imágenes totalmente inéditas en España.
El Gobierno ha aprobado prolongar el confinamiento más allá de la Semana Santa -al menos hasta el 26 de abril- y el cierre podría ser poco. Muy pocos estudios anticipan un cierre económico inferior al mes y medio, por lo que ya entraríamos en mayo.
Aunque España reabriera sus fronteras rápidamente y no existiera ningún riesgo adicional de contagio (nadie espera que no se produzca una segunda ronda de infecciones) recuperar las reservas turísticas en plena pandemia -y teniendo en cuenta que nuestros principales visitantes extranjeros son británicos, italianos y franceses-, parece indicar que la temporada turística para los visitantes extranjeros está perdida.
Quedará el turismo nacional y supeditado a que la movilidad interna se reactive y a que la actividad económica no sufra una depresión que impida los viajes incluso internos. China, otra vez, puede servir de pauta.
Con la reapertura de Wuhan (está previsto que se pueda salir de la ciudad a partir del 8 de abril), será el momento de evaluar si el gigante asiático ha sido capaz de controlar la pandemia, o si una vez que se reactive la movilidad, los casos se vuelven a incrementar de manera importante. Como afirma Pedro Sánchez -en esto pocas voces le quitan la razón- solo cuando exista una vacuna, la situación podrá darse por controlada. Y aunque es probable que se descubra en un tiempo récord dada la multiplicación de estudios, hasta que se pueda inmunizar a toda la población pueden pasar bastantes meses.
Por el momento, solo existen cálculos a corto plazo sobre lo que la crisis turística puede suponer a España, pero no como repercutirá la pandemia en los hábitos de los turistas. El IESE, por ejemplo, anticipa un mayor impacto económico para los países donde el peso del turismo es más elevado.
«Se espera un impacto económico promedio de -3.5% del PIB. El modelo tiene en cuenta el diferentes composiciones del PIB en diferentes países. Por ejemplo, cuanto mayor sea el peso de turismo, mayor es el impacto de la crisis. Por lo tanto, las estimaciones sugieren que Grecia, Italia, Portugal y España estarán entre los más afectados por esta crisis», explica al valorar sus estimaciones económicas en el caso de que el parón se prolongue un mes y medio (las estimaciones se publicaron el pasado 22 de marzo).
En este escenario, la economía española se contraería un 3,9%. No obstante, si el confinamiento se prolonga más allá, por ejemplo, hasta mediados de junio, la economía española caería un 5,8%, de acuerdo con las estimaciones del IESE.