Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson ganan el Nobel de Economía
La Academia destaca que los galardonados han demostrado la importancia de las instituciones sociales para la prosperidad de los países
La Real Academia Sueca de Ciencias ha decidido otorgar el Premio Sveriges Riksbank en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel 2024 a Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson «por sus estudios sobre cómo se forman las instituciones y cómo afectan la prosperidad».
Según ha destacado la institución, avanza Europa Press, los galardonados este año han demostrado la importancia de las instituciones sociales para la prosperidad de un país y han ayudado a comprender por qué las sociedades con un Estado de derecho deficiente e instituciones que explotan a la población no generan crecimiento ni cambios para mejor.
En este sentido, los trabajos de los galardonados han demostrado que una de las explicaciones de las diferencias en la prosperidad de los países «son las instituciones sociales que se introdujeron durante la colonización», que para la Academia es una razón importante de por qué las antiguas colonias que una vez fueron ricas ahora son pobres, y viceversa.
«Algunos países quedan atrapados en una situación de instituciones extractivas y bajo crecimiento económico. La introducción de instituciones inclusivas crearía beneficios a largo plazo para todos, pero las instituciones extractivas proporcionan ganancias a corto plazo para las personas en el poder», explica.
«Reducir las enormes diferencias de ingresos entre los países es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. Los galardonados han demostrado la importancia de las instituciones sociales para lograrlo», ha destacado Jakob Svensson, presidente del Comité del Premio de Ciencias Económicas.
Daron Acemoglu, nacido en 1967 en Estambul (Turquía), es profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (EE.UU.), igual que el británico Simon Johnson, nacido en 1963, mientras que James A. Robinson, nacido en 1960, es profesor en la Universidad de Chicago y publicó junto a Acemoglu en 2012 el influyente libro ‘Por qué fracasan los países: Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza’.
El Nobel de Economía no forma parte del legado de Alfred Nobel, ya que fue establecido en 1968 por el Riksbanken, el banco central sueco, coincidiendo con el 300 aniversario de la entidad, y fue concedido por primera vez en 1969, distinguiendo al noruego Ragnar Frisch y al holandés Jan Tinbergen.
El importe del premio completo en 2024 asciende a un total de 11 millones de coronas suecas (969.140 euros).
El desafío de China
En sus primeras declaraciones posteriores al anuncio del galardón, Daron Acemoglu, ha reconocido desde Atenas estar «encantado», conmocionado, sorprendido con la noticia, que le ha supuesto «un verdadero shock» y un «honor»
«Uno nunca espera algo así», ha admitido Acemoglu, cuyo nombre ha estado en los últimos años en las quinielas para el Nobel. «Creo que fue Napoleón quien dijo que, cuando uno entra en la escuela de cadetes, sueña con convertirse en general, pero no en presidente o rey», ha añadido.
En cuanto a las razones que la Academia sueca ha esgrimido para conceder el galardón de este año, el economista ha defendido que los países que se democratizan a partir de un régimen no democrático terminan creciendo en unos ocho o nueve años más rápido que los regímenes no democráticos, aunque ha advertido de que «la democracia no es una panacea».
En este sentido, ha recordado que introducir la democracia es muy difícil y, en particular, en sociedades ya polarizadas, las elecciones pueden conducir a resultados de corta duración que a veces no son de naturaleza democrática en el sentido de que un partido gana el poder e implementa las cosas de manera autoritaria, mientras que hay vías por las que los países no democráticos pueden realmente crecer.
«Es algo que James Robinson y yo hemos enfatizado mucho en nuestro libro, ‘Por qué fracasan las naciones’, lo que llamamos crecimiento extractivo», ha explicado Acemoglu en referencia a que estos países pueden movilizar rápidamente recursos para sus sectores y empresas existentes, lo que puede conducir a una recuperación del crecimiento.
Sin embargo, el economista de origen turco ha defendido que este tipo de crecimiento autoritario es a menudo más inestable y no suele conducir a una innovación muy rápida y original, añadiendo que, si bien «China es un desafío», bajo su perspectiva estos regímenes autoritarios, por diversas razones, van a tener más dificultades para lograr resultados de innovación sostenibles a largo plazo.