El futuro de la energía nuclear en Cataluña abre una brecha en el independentismo
El cierre del parque nuclear en España tendrá un impacto muy evidente en Cataluña, una región que todavía no ha conseguido subirse al tren renovable y que anda dividia en materia de política energética
El debate sobre el futuro de la energía nuclear en España ha quedado soterrado en cuestiones ideológicas. La parte técnica se ha relegado a un segundo plano. Esta situación en Cataluña abre además un frente con el cierre de las centrales de Ascó y Vandellós, y su independencia energética.
España tiene en activo siete reactores nucleares repartidos en cinco centrales. Suman una potencia total de 7.398 MW. Aunque su disposición geográfica es muy desigual. Cataluña, con Ascó y Vandellós, suma una potencia instalada de 3.033, casi la mitad. Esto abre un debate sobre cómo impactará el cierre en la región.
El final de la actividad será escalonado. En 2030 cesará su actividad Ascó I; más tarde, en 2032, lo hará Ascó II; y por último, en 2035, pondrá fin a su actividad Vandellós II. Todo esto bajo el calendario previsto. Se prevé que para esa fecha Cataluña haya avanzado en el desarrollo renovables, de lo contrario tendría dos problemas: uno real y otro bajo las aspiraciones independentistas.
En estos momentos Cataluña tiene 11.979 MW de potencia instalada. El aporte renovable es simbólico: la eólica suma 1.376 MW; mientras que la solar fotovoltaica se queda en 304 MW, según datos de Red Eléctrica para el cierre de 2023.
Dispone de 3.788 MW de ciclos combinados de gas; 963 MW de cogeneración; y también de ámbito renovable, pero sin capacidad para más desarrollo, 1.922 MW de hidráulica.
Con este escenario, las aspiraciones independentistas deben asumir una fuerte dependencia energética del exterior si no consiguen reemplazar la capacidad nuclear con renovables en los próximos años. También hay que sumar que próximamente los ciclos de gas también llegarán al final de su vida útil y deberán cerrar.
Fuentes del sector energético señalan a ECONOMÍA DIGITAL que no existe un horizonte de independencia sin el parque nuclear de Cataluña. Sobre todo, si el avance renovable no crece de manera considerable de manera inmediata y masiva.
Con estas cartas, señalan las fuentes, lo extraño es que Cataluña no sea una de las comunidades autónomas que meter mayor presión al Gobierno central para mantener abiertas las centrales más años. Al menos hasta que las interconexiones con Francia sean mayores y la penetración renovable haya crecido.
Discrepancias sobre el futuro nuclear en Cataluña
El presidente de L’Energètica —la compañía pública catalana—, Ferran Civit, ha sido muy claro sobre la energía nuclear al asegurar estos días que no se puede prescindir de la energía nuclear; y que cuando las centrales cierren en 2035 no será suficiente con placas solares en edificios para cubrir la demanda.
El directivo, que tiene un pasado vinculado a Junts como diputado regional, también ha dejado la puerta abierta al uso de centrales hidroeléctricas reversibles como la proyectada en Riba-roja d’Ebre (Ribera d’Ebre).
Esta declaración de intenciones choca frontalmente con las aspiraciones de ERC que lleva años proclamando el cierre de las centrales nucleares. Así lo ha hecho constar en más de un documento.
Por si fueran pocas las contradicciones sobre el sentir nuclear, la Geralitat lleva años subiendo la presión fiscal a las centrales. ECONOMÍA DIGITAL ha informado sobre el impacto impositivo que recibe Endesa, y lo que supone para las cuentas de la compañía.
Esta situación va en paralelo a la actitud del Gobierno central. Con el objetivo de desincentivar el negocio a los propietarios de las centrales, la presión fiscal ha ido incrementando en los últimos años de forma desmedida.