El Santander, BBVA y Caixabank se cubren ante el desembarco de Amazon
Los grandes bancos españoles ya previenen a los inversores del riesgo económico que puede generar la competencia de Amazon o Apple para la banca
La gran banca española ha pasado de las palabras a las obras en su demanda continuada para que los reguladores se fijen en el impacto que para el sector puede tener la irrupción de grandes empresas tecnológicas en el sector. El Santander, BBVA, Caixabank o Bankia son algunas de las entidades que en las últimas actualizaciones de sus folletos de emisión -ya sea de acciones o de deuda- consignan como un riesgo la irrupción de nuevos competidores tecnológicos en la banca; curándose en salud de cara a los inversores.
El más específico es del segundo que pone nombres a dichas amenazas. «El grupo se enfrenta a una competencia creciente en sus líneas de negocio», admite. En este sentido, señala que el proceso de transformación tecnológica implica «la entrada de nuevos actores, como los proveedores digitales no bancarios que compiten (y cooperan) entre sí y con los bancos en la mayoría de las áreas de los servicios financieros, así como grandes operadores digitales como Amazon, Google, Facebook o Apple, que también ha comenzado a ofrecer servicios financieros», apunta.
El sector lleva años reclamando a las autoridades un marco regulador estable para estos gigantes, que van a competir con ellos con ventajas. De hecho, BBVA no deja pasar ese reproche en su documentación a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). «A la fecha de este documento de registro existe una desigualdad de condiciones entre los bancos y los operadores no bancarios.
Por ejemplo, los grupos bancarios están sujetos a regulaciones prudenciales que tienen implicaciones para su negocio, incluyendo aquellos en los que compiten con operadores no bancarios que sólo están sujetos a regulaciones específicas de la actividad o que se benefician de la incertidumbre regulatoria», insiste.
Caixabank observa un riesgo regulatorio
Caixabank también se suma a la reivindicación del banco presidido por Carlos Torres. En este sentido, en sus comunicaciones a la CNMV lo consigna como un riesgo regulatorio, capaz de erosionar los márgenes del banco.
«El incremento de la competencia de nuevos entrantes más ágiles, flexibles y con una estructura de costes muy ligera, fintech y agile Banks, así como la competencia desde global asset managers y bigtech con potencial disruptivo en términos de competencia o servicios, plantea la posibilidad de impactos por desagregación y desintermediación de la cadena de valor, en márgenes y ventas cruzadas. Escenario que puede quedar agravado en función de la evolución de las exigencias regulatorias al que se puedan ver sujetas», adelanta la entidad financiera liderada por Gonzalo Gortázar.
En la misma línea se posiciona Bankia. Coincidiendo con el décimo aniversario del FROB, que reunió al vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos, al Banco de España y a varias autoridades europeas, José Ignacio Goirigolzarri, presidente del banco, aprovechó para pedir una regulación más homogénea de la banca tradicional con la banca en la sombra. Una preocupación que el grupo también ha reflejado en la reciente actualización de su folleto continuado.
«Estos proveedores no tradicionales de servicios bancarios tienen actualmente una ventaja competitiva sobre los proveedores tradicionales al no estar sujetos a regulación bancaria», explica. «Estos proveedores podrían ofrecer tipos y precios más agresivos, dedicar mayores recursos a tecnología, infraestructura y marketing, ofrecer productos o servicios singulares o nuevos enfoques a los productos bancarios tradicionales», repasa Bankia.
Este viernes, el presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), José María Roldán, durante una intervención en una jornada de formación financiera, también insistió en el gran reto que supone para los reguladores las grandes tecnológicas. Roldán, asimismo, reconoció la preocupación del propio sector por la irrupción de estos nuevos actores.
El Santander advierte del riesgo de la competencia de las tecnológicas a los inversores en deuda.
Amazon, Apple, Facebook y la apertura en 2019
Aunque la EBA ha concedido a los estados europeos una moratoria para que los bancos y los comercios (on y offline) apliquen la nueva directiva PSD2, que oficialmente entraba en vigor el próximo 14 de septiembre, la banca se enfrenta a un panorama de incertidumbre sobre cuál van a ser la actitud de los gigantes de Internet respecto al negocio financiero.
Con sin cierta ironía los bancos señalan que esperan que se fijen en otros negocios dada la baja rentabilidad que está ofreciendo ahora mismo la banca tradicional, pero el reciente anuncio de Facebook del lanzamiento de Libra, ya anticipa que estos gigantes están interesado en el mundo de las finanzas.
La directiva PSD2 que estrenamos este año cuenta con dos características principales para el usuario. Por una parte, incrementa los niveles de seguridad en los pagos en comercios (el cliente tendrá que ser identificado de varias formas, al menos mediante un código de seguridad y a través del móvil; pero también se podrán solicitar datos biométricos); por la otra, habilita a terceros a tener acceso directo a los datos financieros de los usuarios bancarios; lo que está provocando un amplio rechazo desde la banca por su asimetría y también por lo sensibles que son estos datos.
Las entidades financieras denuncian que es muy desproporcionado que grandes empresas tecnológicas puedan solicitar permiso para acceder a los datos de sus clientes, mientras que ellos -mientras que no comercialicen cuentas corrientes- no están obligados a ceder los suyos y porque, aunque requiere de una autorización expresa, el cliente puede autorizar a una de las grandes bigtech a recoger sus datos bancarios aunque sea para un objetivo distinto al del pago puntual.
El propio Banco de España, en un artículo de su revista sobre estabilidad financiera, destacaba esa diferenciación. «La consecuencia de este régimen es que las entidades intermedias podrán establecer ahora una relación directa con los clientes, accediendo a información de indudable valor comercial, sin tener que soportar las cargas asociadas a la administración de las cuentas de pago, como el mantenimiento y la mejora de la infraestructura, el consumo de recursos propios, los costes de seguridad informática y el coste de cumplimiento regulatorio, etc», apostillaba.
«Esta asimetría busca fomentar la competencia dentro de la industria de pagos y, con ello, su eficiencia y modernización y debe ser objeto de especial atención a fin de evitar situaciones de injustificadas ventajas competitivas para las entidades intermedias», recomendaba.
Los autores –Carlos Conesa, Sergio Gorjón y Gregorio Rubio– también plantean el problema de la protección de los datos financieros. «Existe una clara necesidad de garantizar que la información de carácter personal suministrada por parte de un proveedor de servicios de pago administrador de cuenta a un PISP o a un AISP sea tratada de forma segura y que no infrinja la normativa sobre protección de datos», señalan.
En materia de protección de datos «el sector queda expuesto a una situación bastante compleja, por lo que se impone un análisis detallado de sus implicaciones, una posible orientación y la cooperación de las distintas autoridades competentes», concluyen.
El buen uso de los datos personales se está convirtiendo en un tema crítico en la lucha entre las autoridades y la grandes tecnológicas, salpicadas por el escándalo de la fuga de datos de Facebook y, más recientemente, sobre el registro de conversaciones privadas por parte de los altavoces inteligentes de Amazon.