Potabilización y reutilización: los cruceros se preparan para ahorrar agua en Barcelona en pleno récord de pasajeros
Las principales navieras internacionales pactan con el Port que se autoabastecerán mientras dure la emergencia por sequía
El turismo de cruceros en Barcelona vive un momento álgido. Pese a las polémicas por saturación y a los intentos de limitación, la capital catalana batió el pasado 2023 todos los récords en lo que refiere al número de cruceristas, alcanzando los 3,57 millones de pasajeros a bordo de barcos turísticos.
Esta cifra no solo supone disparar en más de un 50% el número de viajeros de 2022, sino que implica superar los 3,14 millones de personas alcanzadas en 2019, la mejor cifra hasta la fecha. Ni los tambores de guerra parecen frenar el avance de la demanda turística, por lo que las cifras de este 2024 podrían situarse también en estos más de 3 millones.
En este contexto, las navieras se han topado con la sequía en Cataluña. Es difícil contabilizar cuánta agua gastan 3 millones de visitantes anuales, pero está claro que el sector, así como el turismo en general, se encuentran en el ojo del huracán. Por eso, las empresas adheridas a Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA por sus siglas en inglés) se preparan para impulsar medidas de ahorro y pactaron con El Port de Barcelona autoabastecerse de agua, mientras esté vigente la emergencia por sequía.
Potabilizar agua
Durante esta época, las navieras adscritas a la asociación, prácticamente todas las que operan en el Port, podrán el foco en conseguir agua por sus propios medios. Las compañías llevan tiempo invirtiendo en métodos para reducir el su consumo de agua, destacando los sistemas de potabilización. En este sentido, los cruceros producen cerca del 90% del agua potable que consumen utilizando sistemas como la ósmosis inversa o evaporadores de vacío, según explican desde CLIA.
Por otro lado, los barcos reutilizan el agua producida por la condensación de los sistemas de aire acondicionado en los inodoros o para la limpieza, mientras que han modernizado las instalaciones para reducir el caudal en las duchas, y han pasado a utilizar inodoros de vacío, que consumen ocho veces menos que uno convencional.
Además, el 77% de la flota de las navieras de CLIA ya tienen sistemas de tratamiento de aguas residuales. Las nuevas naves ya se construyen pensando en este tipo de situaciones, integradas totalmente con métodos para limpiar el agua, lo que también supone mitigar su consumo.
La industria de cruceros asegura que, gracias a estas medidas, han conseguido reducir su necesidad de aprovisionamiento de agua en el Port de Barcelona. Si en 2022, el último año entero del que disponen datos, el 30% de las escalas necesitaron agua, cinco años antes eran el 50% las naves que requerían del suministro del puerto. Con esto, dicen, los barcos consumen solamente un 0,09% del agua utilizada en Barcelona.
Casos de emergencia
En cualquier caso, los navíos podrán abastecerse de agua del puerto catalán en casos de emergencia. Una vez la escasez de agua en Cataluña remita, los barcos podrán volver a acceder al sistema con normalidad.
El acuerdo con El Port llega mientras las navieras ultiman la programación de cara a este 2024 en Barcelona. Por ahora, zarparán este mes de febrero 23 cruceros desde las diferentes terminales de la infraestructura catalana.
Más allá de la sequía, el sector estará atenta a las decisiones que impulse el Ayuntamiento. Aunque el ejecutivo de Jaume Collboni es más permisivo con los cruceros en comparación con su antecesora, Ada Colau, recientemente el teniente de alcance y concejal de Economía y Turismo de Barcelona, Jordi Valls, dijo en el pleno municipal que, pese a que los barcos turísticos son una “historia de éxito en la capital”, a veces ve “con preocupación el crecimiento de los cruceros”.
El socialista señaló que la ciudad no está preparada para sostener los aumentos de viajeros anotados el pasado 2023. “La pregunta es: ¿la ciudad tiene, en términos de carga, capacidad para tragarse crecimientos en 10, 12 o 15 años del 10%? Para mí, la respuesta es que no”, añadió.
Por eso, volvió a repetir la apuesta del consistorio: centrarse en los cruceros con origen o destino en la ciudad catalana, frente a los de tránsito. En los primeros, los turistas permanecen un par de días en la ciudad, dejando más dinero en otros alojamientos turísticos, en el comercio o la restauración; frente a los de tránsito, que hacen escalas en la capital durante unas horas antes de volver a la embarcación.
De lo que no deberían preocuparse las navieras que operan en Barcelona es de la crisis en el Mar Rojo, dado que las travesías que pasan por la capital catalana abarcan, básicamente, el Mediterráneo Occidental.