El comercio de Barcelona, contra la jornada de Yolanda Díaz: «Si se quiere mejorar, hay que esforzarse»

El presidente de la asociación Barcelona Comerç, Pròsper Puig, carga contra los mensajes de las administraciones que no incentivan a trabajar y que acaban "repartiendo pobreza"

Pròsper Puig, presidente de la asociación de comerciantes Barcelona Comerç. Foto: Barcelona Comerç

Pròsper Puig, presidente de la asociación de comerciantes Barcelona Comerç. Foto: Barcelona Comerç

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El sector del comercio vive una época de cambios y transformaciones sociales. A las dificultades para encontrar trabajadores y relevo generacional, se le suman las trabas burocráticas y administrativas, con una normativa cada vez más compleja, que complican abrir y mantener los negocios. A esto se le añaden unos mensajes de las administraciones «absurdos», describe el presidente de la asociación de comerciantes Barcelona Comerç, Pròsper Puig, como la propuesta de reducción de la jornada laboral de la ministra de trabajo, Yolanda Díaz.

«Lo que no podemos hacer es emitir señales de que la gente puede vivir del aire«, subraya Puig. El comerciante se muestra totalmente en contra de la medida, que prevé reducir las horas semanales actuales –40 horas como norma general, aunque hay convenios colectivos que ya marcan menos– a 37,5, cuando, afirma, lo que habría que hacer es «incentivar a la gente a trabajar lo que quiera trabajar».

Y pone de ejemplo otros países, donde, a diferencia de España, «se explica a la gente que si se quiere mejorar, hay que esforzarse«. Por ejemplo, relata un caso cercano de Finlandia: «una persona que trabajaba en un bar, las horas «normales», me contaba que allí tiene un sueldo digno; pero si quería vivir mejor, tenía que hacer más horas, y legalmente se puede hacer. Si se quiere ir de vacaciones, trabajando los domingos, le doblaban el sueldo de un día. Todas las semanas no hacía 50 o 60 horas, pero si alguna le interesaba hacerlo, tenía esa posibilidad».

En cambio, «aquí no, y es absurdo, porque estamos repartiendo pobreza», remarca. Puig pronostica que, al igualar los sueldos con menos horas, la gente se acabará empobreciendo, porque las empresas y comercios no tendrán otro remedio que subir los precios: «si se trabajan menos horas, hay una repercusión directa en el precio de venta al público, porque es un gasto variable, por lo que todo subirá».

Falta de relevo y de trabajadores

Por ello, aunque la medida todavía se está negociando, los comerciantes tiene claro que es una mala opción para su sector. En Cataluña, el comercio representa el 16% del PIB, y da trabajo a medio millón de personas de forma directa o indirecta. Las empresas pequeñas y medianas suponen más del 98% del tejido empresarial y, de estas, más de la mitad solo tienen 1 o 2 trabajadores. «En el sector de la alimentación –tiene una carnicería– la media es de tres trabajadores, y somos de los que más tenemos», comenta el presidente de los comerciantes barceloneses.

Ante esta realidad, un recorte de horas es un golpe para el pequeño comercio. «Parece que se legisle solo para funcionarios y grandes empresas, cuando estas son las que después incumplen porque hacen un ERE o un ERTE cuando quieren, y los que acabamos cumpliendo somos los pequeños», explica. «No se puede legislar para todo el mundo igual», añade.

Especialmente en un momento en el que el sector certifica un déficit de personal. «Si ahora nos cuesta encontrar gente, aún necesitaremos más para cumplir las mismas horas», lamenta Puig.

Por un lado, falta vocación y formación para encontrar relevo cuando un comerciante se jubila, apunta, además de que cuentan con «poco prestigio«, pues es un trabajo de «mientras tanto», y cada vez hay menos gente que quiera ser comerciante.

Pero también «falta espíritu de sacrificio«, insiste, porque «los negocios no funcionan solos, sino que hay alguien detrás del comercio que le dedica horas; y tiene que haber cierto amor por lo que haces, sino no estás esas horas y das ese sacrificio».

Dos jóvenes pasan al lado de un comercio, en Barcelona. Foto: David Zorrakino / Europa Press
Dos jóvenes pasan al lado de varios comercios, en Barcelona. Foto: David Zorrakino / Europa Press

Una escasez de personal pues, que, según Puig, no se debe a los salarios ni tampoco a las condiciones laborables del sector, sino a la manca de prestigio. «Y si no hay oficio, como puede ser una carnicería, una tintorería, una zapatería…, la gente se cansa o se busca otra cosa», resalta.

Horarios y conciliación en el comercio

En cuanto a la conciliación, los comerciantes son conscientes de los cambios sociales que se han experimentado en los últimos años, y por ello afirman que no hay problemas para compaginar la vida laboral y personal en sus trabajadores: «hay un pensamiento romántico, de una tienda o una taberna con el mismo propietario detrás del mostrador todo el día, pero esta visión del comercio ya no la tenemos ni se volverá a recuperar», dice el presidente de los comerciantes.

También reconoce que los horarios –por ejemplo en restauración– «son los que son». Ahora bien, «los que no concilian son los autónomos, porque los trabajadores hacen sus turnos, sus horarios, y hacen las horas que les toca a la semana». El problema está «cuando la empresa es unipersonal o con un trabajador, que son muchísimas en el sector comercio; cómo se compagina ahí, no es fácil», concluye Puig.

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