La banca pone en alerta a los bonistas de DIA
Las entidades confían en que no será necesaria una quita en la refinanciación de la deuda, pero advierten: “De haberla, los bonistas compartirán pérdidas”
Mientras ve la opa desde la barrera, la banca ya hace cábalas sobre el futuro de los supermercados DIA tras el asalto de su primer accionista, Mikhail Fridman, sobre la totalidad del capital. El magnate ruso advirtió que no necesitará del favor bancario para hacerse con la cotizada española, y las entidades por el momento le creen aunque saben que, de alargarse el procedimiento de compra, la situación podría cambiar. Y si eso sucede avisan: “Si DIA pide una quita, los bonistas estarán en nuestra misma situación”.
El propietario del fondo Letterone (29% de la empresa) asegura que no solicitará ningún tipo de reducción a la deuda que, a cierre del tercer trimestre, era de 1.422 millones de euros. Ahora se prevé mayor. “En principio creemos que no será necesaria ninguna quita”, corroboran fuentes financieras.
No obstante, la revisión puede llegar a pedirla el propio consejo de la compañía si la incertidumbre se prolonga durante el tiempo. Aun así, las entidades confían en que la reducción será pequeña, pues consideran que deben compartir las pérdidas con otros actores como los tenedores de los 905 millones de euros en bonos emitidos por la empresa ahora presidida por Jaime García-Legaz.
Y es que la mayoría del pasivo financiero de la compañía está en manos de los bonistas, que contemplan vencimientos en 2019, 2021 y 2023. DIA salió al mercado por primera vez en 2014 con una emisión de 500 millones, de los que amortizó 200 millones de euros el año pasado. Dos años después, la firma volvió a emitir bonos por 300 millones; acción que repitió el año pasado por idéntica cantidad.
S&P avisó en diciembre: si quiebra DIA, los bonistas sólo recuperarán el 60% de la inversión
La banca entiende que de haber algún esfuerzo debe ser de la mano de los tenedores de estos bonos. Podrían contar con su complicidad, pues muchos ya darían por perdida parte de la inversión. De hecho, S&P aseguraba el pasado mes de diciembre que, de producirse una quiebra, los bonistas «recuperarían sólo el 60% de la inversión».
El pool bancario sí abre la puerta a negociar una carencia para aplazar el inicio de los pagos, algo que también estudia Fridman. Así se explica que el consejo de la cadena anunciase esta misma semana la ampliación del vencimiento de una deuda de 765 millones hasta marzo de 2023. El acuerdo queda supeditado a una amortización anticipada de 100 millones que procederán de las ventas de Clarel y Max Descuento.
Los acreedores financieros de la cotizada española son mayoritariamente internacionales. Destacan Barclays, JP Morgan, Deutsche Bank, ING, Société Générale y BNP Paribas. También están los españoles Banco Santander, BBVA y Caixabank.
DIA: momentos de incertidumbre
Sin embargo, DIA enfatiza que todo el proceso se encuentra todavía en una fase «eminentemente inicial» y si bien da por bueno el plan del actual consejo de administración, que pone sobre la mesa una ampliación de capital de 600 millones de euros, también escuchará el proyecto alternativo que tiene Fridman. «Por el momento no ha existido ninguna petición del inversor ruso», garantizan.
Mientras, la cúpula de los supermercados y el dueño de Letterone se enfrentan con comunicados a la CNMV. Tras una propuesta de 0,67 euros por acción del magnate –la empresa se movía en 0,43 euros antes de la proposición–, el consejo pide al menos dos euros por título. «En las actuales circunstancias, DIA tiene que restaurar su patrimonio neto en su debido plazo, y la propuesta como está estructurada actualmente, no ofrece certeza sobre su ejecución efectiva ni sobre el momento de su implementación», lamenta el órgano decisorio.
Además, añade que la oferta «ni tiene en cuenta las obligaciones de la Sociedad frente a sus acreedores ni sus vencimientos de deuda a corto plazo«. Es por ello que la banca tampoco descarta que finalmente sea la dirección actual de la sociedad la que termine por solicitar una quita. Su visión inicial es que no será necesaria, pero advierten a los bonistas.
Este jueves, un tercer actor entró en juego. Un grupo de empresarios formado por Gregoire Bontoux, miembro de la familia propietaria de Carrefour, y los hermanos Gómez-Pablos afloraron el 3,25% de las acciones y firmaron un pacto de sindicación de los títulos para actuar de forma conjunta y aglutinar a más accionistas contrarios a Fridman.