Las ‘migas’ de Twitter y Facebook en España: 52M desde Irlanda en seis años
Las dos redes sociales son un claro ejemplo de cómo la ingeniería fiscal adelgaza la facturación en España
Twitter y Facebook tienen repartidos millones de usuarios a través de los países de la Unión Europea, pero gran parte de los ingresos que les reportan los concentran en uno solo: Irlanda. Esta jurisdicción de baja presión fiscal factura el negocio real del resto de territorios, incluido España, mientras que sus filiales solo ingresan un porcentaje reducido por los servicios de apoyo prestados en concepto de marketing o publicidad.
Así, las subsidiarias del mercado nacional, Facebook Spain SL y Twitter Spain SL, recibieron en los últimos seis años 52 millones de euros a través de Facebook Ireland y Twitter International Company. Estas dos últimas sociedades, con sede en Dublín, además de quedarse con el grueso de los ingresos, nunca desglosan sus resultados contables en España.
Bajo el pretexto de que tienen transferidos allí los derechos de propiedad intelectual, su estructura —similar a la de otras como Apple o Google— permite repetir la jugada con el resto de filiales, que se dedican a trabajar únicamente para dar apoyo. En el caso de Twitter son hasta 18 sociedades, entre las que están las de Francia, Alemania e Italia.
Pero, ¿por qué Irlanda? El país cuenta con un sistema tributario que seduce a las multinacionales. Su Impuesto de Sociedades del 12,5%, de los más bajos de la zona euro —en España el tipo medio es del 25%—, le ha valido para recibir durante las dos últimas décadas más inversión directa desde Estados Unidos que la suma de las cuatro principales potencias emergentes (China, India, Brasil y Rusia).
Un rompecabezas para Hacienda en España
Los ingresos por servicios prestados de publicidad o marketing que reciben las subsidiarias son muy pobres si se comparan con los resultados globales. Una muestra: los 33,47 millones de euros de la Facebook facturados en España desde 2012 no alcanza más del 0,1% de lo declarado por la matriz en un único ejercicio.
Es por ello que esta cantidad, ya recortada desde un primer momento, arroja un beneficio bruto todavía más reducido cuando se deducen los gastos pertinentes. Y el peor parado es Hacienda, que casi no puede exprimir a estas tecnológicas al gravarlas con el Impuesto de Sociedades.
Solo hay que observar los últimos resultados para darse cuenta. Twitter, que declaró una caída de ingresos en 2017 en España respecto al año anterior, tributó 133.000 euros; Facebook, que cerró por segundo año consecutivo con pérdidas, pagó 266.000 euros al fisco.
Conexión con paraísos fiscales
Parte del dinero generado en España y facturado en Irlanda puede que no se quede en Europa, sino que viaje a destinos con una tributación todavía más baja. “Es una práctica habitual entre las grandes tecnológicas”, explica Juan Carlos Galindo, perito judicial experto en investigación de delitos económicos.
Facebook, por ejemplo, podría aprovechar desde 2011 hasta cuatro sociedades radicadas en las Islas Caimán, paraíso fiscal gris, según la denominación que emplea la Unión Europea en su última lista. Comparte este mérito con otros 54 países, entre los que figuran Hong Kong y Malasia, donde también está instalada la red social.
En concreto, este destino paradisíaco, uno de los mayores centros financieros mundiales con más de 11.296 fondos de inversión registrados y cuya tributación por beneficios oscila entre el 3% e incluso el 0%, da cobijo a Facebook Cayman Holdings Unlimited I, II, III y IV.
Facebook se acerca a las tesis de Bruselas
Facebook anunció algunos cambios a finales del pasado año. Cambió de postura y comunicó que desmontaría parcialmente la estructura societaria que mantiene actualmente, permitiendo que sean las filiales de cada país las encargadas de facturar los ingresos publicitarios que se generan en estos mercados.
La medida, que se espera que se complete en 2019, se vio con buenos ojos por la red social porque consideraban que «una estructura de ventas locales proporcionará más transparencia a los gobiernos y legisladores en todo el mundo». Consideraron que de un tiempo a esta parte se exige «una mayor visibilidad sobre los ingresos asociados a las ventas locales en sus países”.
La empresa dirigida por Mark Zuckerberg no reveló más novedades desde entonces, pero sí lo hizo la Comunidad Europea, que se puso manos a la obra para evitar que estas plataformas no puedan eludir más impuestos con estas tretas legales.
En una propuesta inicial, trasladada en marzo, se proponía un impuesto del 3% que no gravara el beneficio bruto, sino directamente sobre las ventas. Los afectados eran aquellas tecnológicas con una facturación superior a 750 millones de euros a nivel global y a 50 millones en territorio europeo. O sea, Google, Apple y Amazon, además de Facebook y Twitter.
Pero las cosas se torcieron. La medida está en punto muerto desde que a principios de junio Suecia, Dinamarca y Finlandia trasladaron su negativa. Los ministros de finanzas representantes de los países nórdicos se opusieron a este impuesto indirecto porque lo consideraron contrario a los principios internacionales.