España pierde otro sillón en Europa por el lío energético de la CNMC
El artífice de las polémicas circulares de la CNMC perdió contra pronóstico la dirección de la agencia de reguladores energéticos europea
España no va sobrada de cargos en las autoridades europeas, por lo que debe aprovechar todas las oportunidades. Sin embargo, hace pocas semanas se estrelló en su intento de asalto a la agencia de reguladores energéticos pese a que el candidato español partía como favorito. La causa fueron las polémicas circulares de recorte a la luz y el gas y el descabalgado fue el cerebro de dichos hachazos.
Fernando Hernández, director de energía de la CNMC, se presentó como candidato a la dirección de la Agencia de Cooperación de los Reguladores Energéticos (ACER) europea. Según explicaron fuentes del sector, era el gran favorito por currículum y porque su gran rival era danés, país ya muy representado en la institución.
Como es sabido, en este tipo de cargos en la Unión Europea son tan importantes los méritos como los equilibrios entre países y los apoyos que el candidato de cada país pueda recabar. Hernández lo tenía todo. Tanto es así que el candidato español suspendió su salida de la CNMC hacia la oficina comercial de España en Tokio, previsto para principios de septiembre. Hacía meses que ganó la plaza y debía incorporarse tras las vacaciones.
El pasado 27 de septiembre, Cinco Días adelantó que Hernández se iría de la CNMC, pero no rumbo a Ljubljana (Eslovenia), donde está la sede de la ACER, sino hacia Tokio. No explicaba el motivo. Este era que, un día antes, la agencia de los reguladores energéticos europeos había elegido al danés Christian Zinglersen como su director. El candidato español resultó rechazado por sorpresa en el último momento.
Fernando Hernández frenó su salida de la CNMC hacia Tokio esperando ser elegido presidente de la ACER, pero fue rechazado por sorpresa
Las fuentes del sector consultadas por este medio explican que Hernández cayó de la batalla por la dirección de la ACER, pese a ser el favorito, a causa de las polémicas circulares de la CNMC para recortar la retribución al transporte y distribución de gas y electricidad. La medida, cuyo impacto final todavía se desconoce pues no se han publicado los textos definitivos, levantó en armas a todo el sector, especialmente a Naturgy y Enagás.
En realidad, que las empresas afectadas se quejen es normal. Que recorten inversiones y manden a su plantilla a casa, como ha hecho Nedgia, filial de redes de Naturgy, no tanto. Y que los fondos que participan de las empresas afectadas estudien acudir a los tribunales, empieza ya a preocupar porque puede señalar un problema de inseguridad jurídica y porque judicializar el conflicto suele cronificar el problema.
Lo que más preocupa a la superagencia europea es el procedimiento. La CNMC publicó los borradores de las circulares sin un proceso de consultas previas con las partes, como establecen los manuales de buenas prácticas. Además, el periodo de tiempo que pasó entre que se inició el estudio del recorte y que se redactaron las propuestas fue inusualmente corto. A penas duró dos meses, mientras en otros países se ha alargado más de un año.
Otra cuestión del procedimiento que levanta dudas es que se fije la retribución para varios años mediante circulares, sin ninguna ley o normativa con rango de ley. De hecho, la propia comisión que preside José María Marín Quemada es consciente de ello; es por eso que quiere mandar las circulares definitivas al Consejo de Estado para que les dé el visto bueno desde el punto de vista procedimental y así cubrirse las espaldas antes posibles —y probables— reclamaciones.
El polémico recorte de la CNMC
El recorte a la distribución de gas y electricidad ha ido acompañado de polémica desde el principio. No se entendió la prisa que tenía con el gas, que se llevará el hachazo más importante, ya que la retribución que se fije no entrará en vigor hasta 2021. Y más teniendo en cuenta que se lanzaba con un gobierno en funciones y con Marín Quemada y otros miembros del consejo de la CNMC con el mandato caducado.
De hecho, si no se retrasa la publicación de las circulares definitivas, probablemente saldrán sin gobierno. Además, el propio Gobierno está en contra del recorte tal y como la CNMC lo planteó en los borradores. Bueno, el gobierno de Pedro Sánchez, que, si logra formar gobierno tras el 10-N, deberá gestionar una situación que, de momento, no le gusta.
La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, presentó alegaciones a la propuesta de la comisión acusándola, entre otras cosas, de no tener suficientes datos para calcular el recorte y de ignorar la política energética del gobierno. Seguro que estas acusaciones no ayudaron a Hernández, considerado el artífice de las circulares, en Europa.
Por si todo ello fuera poco, la futura comisaria de Energía de la Comisión Europea ha fijado unas líneas maestras que ponen en cuestión el hachazo a la distribución. Kadri Simson aseguró que el gas sería clave en la transición energética y que ésta no puede mermar la competitividad de las empresas y las inversiones.
Del fracaso de De Guindos al de Hernández
España no vive su mejor momento en cuanto a presencia en grandes organismos internacionales, aunque también ha estado peor. Con la futura Comisión Europea, se prevé que mantenga un comisario. Miguel Arias Cañete (PP) dejará el sillón pero el socialista Josep Borrell se hará cargo de la cartera de exteriores.
Luis de Guindos ocupa la vicepresidencia del Banco Central Europeo, un cargo sin duda importante, pero menos de lo que el exministro de Economía anhelaba. De Guindos quería sustituir a Mario Draghi en la presidencia del BCE, pero cuando vio que no tenía opciones, decidió optar a la vicepresidencia.
Tras ocho años con el italiano Draghi, alguien del sur de Europa con sensibilidad hacia los países más en crisis y que ha desesperado a la banca con los tipos a cero para atajar posibles recaídas, la Alemania de Angela Merkel prefería otro perfil. Primero lanzó al presidente del Wundesbank, Jens Weidmann, pero luego lo retiró para optar a la presidencia de la Comisión Europea. Finalmente será la francesa Christine Lagarde, ex directora gerente del FMI, que tiene un perfil más liberal.