Desmontando mitos: Google y la precariedad laboral
Casi la mitad de los trabajadores de Google tienen contratos temporales, y la tecnológica impulsa una marcada separación de clases entre los empleados
Google es quizá la tecnológica que más vive del imaginario que se tiene de Silicon Valley en el resto del mundo. El relato que las empresas de la meca tecnológica de EEUU han vendido al mundo es que los trabajadores del sector realizan sus funciones en un ambiente distendido, alejado de todo esquema «corporativo».
Las imágenes de las mesas de ping pong, los cómodos sillones para echar la tarde con la portátil y los torneos de futbolín en horas laborables están casi directamente asociadas a Google y a otras empresas como Facebook y Apple. Pero la empresa del buscador es probablemente la que más se ha beneficiado de este ideal de flexibilidad.
No obstante, como ya avanzaron algunos empleados de Google España consultados por este medio en marzo de 2017, no todo es encantador en el «paraíso». Nuevos datos revelan que, de los cerca de 170.000 trabajadores de Google en todo el mundo, casi la mitad (el 49.95%) son temporales, lo que tiene implicaciones más allá de la nómina.
¿Qué significa ser un trabajador temporal de Google?
«Trabajar con TVCs (como la empresa llama a sus interinos) y Googlers es diferente». La división de clases entre la plantilla la impone la propia empresa en un manual de capacitación interno consultado y expuesto este domingo por The Guardian. El documento explica a los empleados con contrato las formas en las que se diferencian de los temporales.
El escrito incluye instrucciones para los trabajadores de Google que sí tienen un contrato con la tecnológica: los empleados temporales no pueden ser compensados con los mismos beneficios, desde recibir camisetas de la empresa hasta participar en las reuniones de «todo el equipo».
Las desemejanzas entre unos y otros son extensas. Un empleado temporal tiene estrictamente prohibido mencionar en sus redes sociales que trabaja para Google o Alphabet, y se expone a la liquidación del contrato en caso de hacerlo. La empresa invita a sus empleados fijos a denunciar este tipo de hechos de forma anónima.
De igual manera, Google da credenciales de color blanco a sus trabajadores «oficiales» y rojo para los temporales, y subcontrata a guardas de seguridad (que también usan la tarjeta roja) para vigilar que ningún interino haga acto de presencia en las actividades dedicadas exclusivamente a la plantilla directa.
El activismo de Google se rebela contra la precariedad
Este sistema de dos niveles de trabajadores complica el activismo laboral que está en auge a lo interno de Google. Por ejemplo, el 1 de noviembre 20.000 empleados de la tecnológica convocaron una huelga global contra el acoso sexual, a lo que Google respondió cediendo a sus demandas, pero solo a las de los empleados fijos.
Algunos de los cerca de 85.000 trabajadores temporales de Google escribieron una carta el 5 de diciembre al consejero delegado Sundar Pichai para reclamar igualdad de beneficios y salarios con los otros asalariados. Y lamentaron en el texto que «rutinariamente Google deniega acceso a información relevante para nuestros trabajos y vidas».
«Cuando ocurrió el trágico tiroteo en Youtube en abril de este año, la compañía envió actualizaciones de seguridad en tiempo real solo a empleados de tiempo completo, dejando a los temporales indefensos en la línea de fuego. Los temporales fueron excluidos de una discusión en el ayuntamiento el día siguiente», lee la misiva remitida a Pichai.
Google defiende sus prácticas para evitar riesgos
Google rechazó las acusaciones y defiende que su modelo de contratación de temporales responde a materias de seguridad y para evitar tres grandes riesgos: desviaciones en el código de conducta, brechas de privacidad, y reclamaciones legales relacionadas con el empleo.
O, como dijo a The Guardian un trabajador anónimo de Google (de los que lleva una tarjeta blanca), «todo se trata de ahorrar dinero» y de poder decir «estamos legalmente dispuestos a tratar a las personas como basura».