Los trucos que nadie conoce para abrir tapas de frascos que parecen cerradas por el increíble Hulk
Desde las soluciones más famosas hasta las menos conocidas, existen diversas opciones para abrir un tarro de forma eficiente
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En el ámbito del hogar, existen todo tipo de problemas en el día a día a los que todos tenemos que enfrentarnos en algún momento u otro de forma inevitable. A todo el mundo se le ha roto un vaso, le han desaparecido un par de calcetines o se le han desconfigurado los relojes de la casa tras un apagón.
Sin embargo, uno de los problemas que más rabia da es, sin lugar a dudas, el de ser incapaz de abrir la tapa de cualquier tarro. Un problema respecto al que, por suerte, existen infinidad de soluciones, entre las que destacan los clásicos golpes a la tapa con la encimera de la cocina, que desde hace décadas es comúnmente conocida como la solución más práctica a este problema. Un problema al que hoy os contaremos todo tipo de soluciones, desde las más convencionales hasta las más innovadoras.
Todas las soluciones existentes para poner fin al problema de los tarros cerrados
Como suele suceder en este tipo de aspectos, cada maestrillo tiene su librillo, por lo que no existe un método universal para solucionar este problema de una forma más efectiva que los demás. Sin embargo, la realidad es que existen algunas alternativas, concretamente tres, que nos permitirán acabar con este problema de un plumazo y sin apenas esfuerzo.
Y comenzaremos por una de las opciones más conocidas a la par que extendidas: utilizar un cubierto para hacer palanca en la tapa. Al utilizar la hoja de cualquier tipo de utensilio de cocina entre la tapa y el frasco, podremos permitir que el aire atrapado dentro se libere, haciendo que automáticamente la tapa se afloje y abrirla sea cuestión de un solo giro de muñeca.
Siguiendo por los clásicos, la táctica de utilizar agua hirviendo para abrir la tapa de cualquier tarro es otra de las más eficientes. Una táctica que cuenta con una evidencia científica tras de sí, ya que el calor hace que el metal se expanda, por lo que tras someter una jarra cerrada a cal y canto a agua a temperaturas muy altas, el vacío que imposibilita abrir la tapa se verá debilitado, permitiendo que sea cuestión de pocos minutos y sin ningún tipo de riesgo abrir un tarro.
La tercera opción es sin lugar a dudas la menos conocida, pero también la más original. Uno de los principales problemas que impide abrir una jarra consiste en el hecho de que el vidrio se resbala cuando intentamos girar el tarro sobre sí mismo. Para ello, a lo largo de los últimos años se ha popularizado el método de envolver el tarro en plástico de burbujas, lo cual brindará a la superficie un agarre que facilita el giro, evitando que el vidrio se resbale bajo nuestras manos, y abriendo hasta la tapa más dura de una forma mucho más sencilla.
¿Por qué surgen estos problemas a la hora de abrir una lata?
Un problema respecto al que todo el mundo se centra en las posibles soluciones, mientras que muy pocos se centran en el motivo. Y, por supuesto, tras este fenómeno se encuentra una evidencia científica, que tiene que ver con el proceso de pasteurización de los alimentos en conserva que son habitualmente los causantes de este tipo de problema.
Un proceso que, en resumidas cuentas, consiste en calentar alimento en frascos cerrados. Un hecho que, a simple vista, no tiene una correlación concreta con la enorme resistencia de algunas tapas, que sí lo tiene cuando descubrimos que las altas temperaturas hacen que el contenido aumente su volumen, lo que supone que el aire que hace acto de presencia dentro del tarro se escape.
Por otro lado, el último paso de este proceso de pasteurización consiste en el enfriamiento del contenido. Un enfriamiento que crea una enorme presión negativa que succiona la tapa con una enorme fuerza, haciendo que ésta se adhiera a la tapa con una resistencia mucho mayor a la de un tarro que ya ha sido abierto, siendo este el tipo de fuerza al que nos enfrentamos en situaciones como esta.
