Cinco trampas comunes de Black Friday (y cómo esquivarlas)
No todo lo que sucede en esta jornada de rebajas es beneficioso para el consumidor
Faltan tres semanas para el Black Friday 2019, que se llevará a cabo el viernes 29 de noviembre en comercios físicos y digitales en todo el mundo. En España ya no hay vuelta atrás: pocas tiendas pueden permitirse el lujo de no colgar el cartel de rebajas ese día (algunos toda la semana o el mes), y los consumidores ya señalan la fecha en sus calendarios para sumarse a una tradición de consumo que nació muy lejos de aquí.
Pero, como sucede con muchas ofertas y rebajas, las trampas se cuelan allí donde pueden en Black Friday. Los comercios tienen una serie de trucos para que los consumidores compren más y crean que están gastando menos que en un día normal. En ocasiones se ha dicho que hasta el 90% de los productos no son más baratos el último viernes de noviembre, aunque lo parezca, según datos de la OCU en 2017. No solo eso: cuatro de cada diez son más caros ese día.
Se dice que la información es poder, pero también lo es la paciencia y la atención al detalle. Las trampas del Black Friday no desaparecerán si alguien las nota, pero el bolsillo y la salud mental de los consumidores sí que pueden beneficiarse de un análisis a consciencia de las ofertas que se le presentan. Estas son cinco trampas usuales del Black Friday, y cinco consejos para evitar convertirse en presa de las mismas.
En la imagen, el Black Friday de Media Markt.
Ojo con las «compras compulsivas»
Los americanos –que inventaron el Black Friday– usan mucho el concepto de «compras impulsivas». Y si hay un día para explotar esta estrategia comercial es el Black Friday, pues el inconsciente colectivo ha decidido que es la jornada del año en la que todo está barato. Pero no es así: no todo está barato, y la forma en la que se posicionan los productos en las tiendas está diseñada para dar salida a productos que en otras condiciones sería más difícil vender.
La editorial estadounidense de empresas y finanzas personales Kiplinger habla de la posición de los productos como un elemento fundamental para evitar las trampas de Black Friday. «Los minoristas quieren que los compradores pasen por varias pantallas y pasillos antes de llegar a lo que realmente quieren comprar», en aras de «fomentar las compras compulsivas». Por esta razón los productos con descuento usualmente se colocan en la parte trasera de la tienda, y no en el frente.
Otro truco común es mostrar artículos con rebajas junto a otros que no tienen descuento, sin muchas señales que ayuden al consumidor a enterarse de ello. El rojo en una etiqueta de precio suele indicar que el producto tiene rebaja, pero muchos comercios lo usan también para productos a precio regular para inducir a la confusión. El consejo pertinente es poner especial atención a los precios y, de ser posible, compararlos con otros desde el móvil, para saber si se está ante un verdadero chollo o un auténtico truco.
Un comprador durante las ofertas del Black Friday de 2017
Productos viejos o versiones inferiores
Una sorpresa que durante años se han llevado muchos consumidores es que los productos que compraron en Black Friday son versiones viejas o inferiores de otros que llevan el mismo nombre y que suelen ser mucho más caros. Para saber si un producto es viejo solo basta con mirar el número de serie, buscarlo en la web y detectar si se trata de una TV –por ejemplo– de 2019 o una que salió a la venta en 2016 pero de la que todavía hay unidades disponibles.
Naturalmente, un producto viejo ha perdido valor frente a sus versiones más nuevas, pero el truco es hacerlo pasar como uno de factura reciente cuyo precio rebajado parezca una ganga cuando es probable que aún siga siendo más caro de lo que debería ser. No obstante, ese no es uno de los peores trucos. Según la revista Forbes, hay fabricantes que producen productos de calidad inferior específicamente para la temporada de rebajas o para Black Friday.
Forbes les llama «modelos derivados». Por poner un ejemplo, las tiendas pueden vender televisores que parecen de las gamas más modernas y completas, y que de hecho tienen el mismo nombre que modelos más caros, pero tienen menos componentes o de calidad inferior. Un chollo de una TV en Black Friday puede dejar a los cllientes con un aparato con menos puertos HDMI o menor calidad de color, mientras los consumidores solo están pensando en cuántas pulgadas tiene.
Tienda de Zara en el centro comercial As Cancelas de Santiago
¿Stock limitado?
«¡50% de descuento! ¡Solo este Black Friday! (En unidades limitadas).» Así se ven muchos carteles de Black Friday, usualmente con la última frase en un tamaño pequeño de letra. Los expertos recomiendan huir de cualquier rebaja que indique que hay pocas unidades disponibles o stock limitado, porque son ofertas que solo aprovechan los primeros clientes de la jornada y porque nadie sabe a qué cantidad se refieren cuando dicen «limitadas». No es un número exacto, y ese es el truco.
Como dice Business Insider, «preocúpate especialmente cuando no se especifique el nivel de existencias, porque ‘limitado’ puede significar ‘uno’ «. «Las tiendas convencionales no correrán el riesgo de ser atrapadas por fraude. Si anuncian un descuento único en la vida de decenas de miles de productos, realmente se venderán a ese precio. Pero no es requerimiento para ellos tener una cantidad suficiente del producto para que todos pueden aprovecharlo a ese precio», ha añadido el medio.
El consejo aquí sería intentar en la medida de lo posible que el efecto psicológico de una buena oferta que se promociona con la frase «stock limitado» no haga mella en el consumidor. Es decir, ya sea ignorar ese descuento que parece imposible o atenerse a la posible realidad: llegar a la tienda, que se haya acabado el stock y que el comerciante consiga lo que quería, que es que el consumidor, ya que está dentro, mire qué otros descuentos hay.
Amazon es uno de los grandes portales de descuentos del Black Friday
También hay trucos en la web
El Black Friday cada vez se juega menos en los minoristas físicos y más en la web. E internet es un mundo infinito de posibilidades para los trucos comerciales. Portales como Amazon, tanto en Black Friday como en otras ocasiones, hacen algo que se está haciendo muy común: poner límite de tiempo a las ofertas. Muchos clientes de Amazon ya han visto chollos increíbles con una cuenta atrás que indica que quedan pocas horas, o incluso minutos, para que la promoción acabe, con lo que tienen poco margen de acción.
La periodista especializada en retail Samantha Christmann dice que estas ofertas «están diseñadas para prevenir que los consumidores piensen de forma clara». Y lo cierto es que el comercio electrónico está lleno de trampas con el mismo propósito. Ni qué decir de las compras mínimas para optar a los envíos gratuitos: muchas veces, el precio del envío y el del producto dan una suma inferior que la compra mínima exigida para optar al transporte gratuito, pero la forma en la que se diseñan los anuncios no invita al cliente a pensar en esto.
El Black Friday en la web es idóneo porque evita tener que formar parte de las masas que ocupan las tiendas físicas en la ciudad y, a su vez, desde el mismo dispositivo en el que se ven productos se pueden verificar y comparar los precios de los mismos. Pero, por estas mismas razones, la web demanda el doble de atención al detalle por parte de los clientes, porque las trampas son mucho más sutiles y, según qué empresan, superan en cantidad a los trucos del comercio presencial.
Cuidado con los algoritmos de precios este Black Friday
Precios distintos para diferentes consumidores
Siempre enfocados en el comercio electrónico, recomendamos poner atención a las tretas de los algoritmos de precios. Este es un fenómeno presente todo el año en los portales de venta online, pero su uso en Black Friday suele incrementar, porque los clientes son más dados a no poner atención o a dejarse llevar por la idea de que se trata de la mejor jornada de descuentos en el año (cuando, en realidad, muchos expertos afirman que las mejores rebajas tienen lugar en otras épocas del ejercicio).
Los algoritmos de precios se basan en las «cookies», que son archivos casi invisibles que las webs guardan en los ordenadores o dispositivos como huellas de comportamiento previo, que inciden en el contenido que mostrará esa misma página en el futuro. Un caso muy estudiado es el de los precios de los viajes de avión, que pueden aparecer muy baratos en la primera búsqueda pero que incrementan exponencialmente cuando el consumidor ya está decidido a comprarlo, sin muchas veces darse de cuenta de que ha subido.
Kiplinger explica que «un comprador en línea cuyas cookies indican que está constantemente dispuesto a pagar el precio regular podría no ver las mismas promociones de Black Friday que alguien cuyas cookies indican una preferencia por los códigos de descuento». Los expertos recomiendan comprar en línea usando el navegador en «modo incógnito», de forma que las cookies anteriores no puedan actuar y los portales de comercio electrónico muestren las rebajas del momento.