Marisa C. de Azcárate, directora de Kaizen Hoteles: «Queremos asesorar en construcción y entrar a operar»

Para crecer, la empresaria reclama mejores comunicaciones y más agilidad en la burocracia de Andalucía

Marisa C. de Azcárate, ahora directora de Kaizen Hoteles, fue durante casi 25 años directora general y vicepresidenta de Grupo Cuñado.

Marisa C. de Azcárate, ahora directora de Kaizen Hoteles, fue durante casi 25 años directora general y vicepresidenta de Grupo Cuñado. Foto: Kaizen Hoteles

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Kaizen Hoteles comenzó en 2016 de la mano de Marisa C. de Azcárate, una empresaria que se ha dedicado durante casi 25 años a la venta de válvulas en Grupo Cuñado

Tras prosperar en el negocio hotelero de gran lujo, la directiva se propone ahora empezar a asesorar a otras compañías en la construcción de sus establecimientos boutique para luego entrar a operarlos directamente. 

Ahora cuenta con tres hoteles en activo (Don Ramón en Sevilla, Casa Palacio María Luisa en Jerez de la Frontera, Cádiz, y La Malvasía en El Rocío, Huelva), pero cuando salió de su empresa familiar con 56 años no tenía nada de eso. Y, en vez de lo que ella denomina «vegetar», se decidió a emprender. 

¿Tenía ya experiencia en el sector hotelero?  

Ninguna, pero sí en gestión de empresas, que es lo que he hecho toda mi vida. Y te voy a decir una cosa: de una compañía, el 90% es exactamente igual, ya se venda ropa interior, válvulas o habitaciones de hotel.  

Y luego sí que hay un 10% más especializado y que depende del producto con el que trates. Para ese porcentaje lo que he hecho ha sido rodearme de los mejores profesionales. Yo no soy buena en absolutamente nada, solamente en una cosa: en rodearme de gente muchísimo mejor que yo.  

¿Cómo empezó esto que vemos ahora?  

En 2016 yo estaba buscando una casa en Jerez, me ofrecieron el casino y pensé que era muy grande para lo que quería, pero no para un hotel. La idea venía porque yo he viajado muchísimo y veía que España no tenía una oferta de alto nivel como en otros países, sino que tenemos fama de turismo barato

Mientras estaba construyendo, surgió la oportunidad de La Malvasía, el hotel que tenía Juan Antonio Roca, el exasesor de urbanismo del Ayuntamiento de Marbella. También estábamos buscando una casa en El Rocío, así que lo compramos y lo utilizamos nosotros una semana al año, durante la romería, pero le sacamos partido a las 16 habitaciones durante el año, aunque ahora ya tiene 40.

Pero ahora estamos sentadas en el hotel de Sevilla…  

Fue entonces cuando surgió Sevilla: compro este edificio porque me llaman para contarme de su existencia y empiezo a construir. Pero cuando llegué aquí, esta zona estaba hecha polvo. Y este edificio estaba de pena: cuando entrabas, había un cartelito que ponía ‘cuidado con las ratas’.   

Con la cantidad de obras que hubo que hacer, ¿de cuánto fue la inversión inicial?  

Invertimos mucho, entre 23 y 25 millones solo en inmobiliario. Tenemos claro nuestro objetivo y sabemos quién es nuestro cliente, que es el del nivel más alto que hay y viaja queriendo experiencias y estar lo mejor posible. Así que yo invertí muchísimo en tecnología. Hay aislamientos acústicos y térmicos, sistemas de circuitos cerrados de agua caliente y un aire acondicionado que no escuchas.  

También invertí en recuperar el patrimonio en origen, para dejarlo tal y como lo concibió el artista. Y luego ya la última inversión es en decoración, fijándome hasta en la calidad de las telas. Muchas veces me preguntan que cómo se me ocurre poner alfombras blancas, porque acumulan mucha suciedad. Yo lo que quiero es que sean blancas para tenerlas limpias y que se note.  

¿Son rentables estos hoteles?  

Ya estamos en número verdes en los tres hoteles, lo que me llena de orgullo, porque yo esperaba un plazo más largo para conseguir rentabilidades operativas y en siete años lo hemos logrado. Ahora hemos empezado las obras aquí, en el Hotel Don Ramón, para tener 11 habitaciones más. También tengo comprado el hotel de al lado del Garvey, en Jerez, pero tengo okupas. Y no te creas que lo compré a cualquiera, sino a Hacienda, a la administración pública. 

Patio de los naranjos del Hotel Don Ramón.
Patio de los naranjos del Hotel Don Ramón. Foto: Kaizen Hoteles

¿Y tiene planes de expansión?  

Tenemos una nueva línea de negocios de hacer hoteles boutique, más pequeños y con un nivel de gran lujo. Con la experiencia que ya tenemos, vamos a asesorar a un cliente en la construcción de un establecimiento de esa categoría y luego entraremos a operarlo. Tenemos ya cerrada una apertura aquí, en Sevilla, pero todavía es pronto para anunciarlo.  

¿Todos en Andalucía?  

De momento, sí, donde van surgiendo las oportunidades. En ese sentido, crecemos de una forma muy atípica. Y a mí me gusta mucho Andalucía, porque tiene todo el patrimonio junto: cultura, tradiciones, naturaleza. Aunque, por otro lado, no lo sabemos poner en valor de cara al exterior. 

Y Málaga, que ahora está en pleno desarrollo, ¿no se lo ha planteado? 

Fíjate que Málaga era una porquería de ciudad, como lo era Valencia y como lo era Bilbao. Eran ciudades feísimas, las más feas de España. Pero el alcalde, Francisco de la Torre, y Fernando Francés, antiguo director del Centro de Arte Contemporáneo, la convirtieron una ciudad referente española de la cultura.  

En su momento, tuve una oferta de comprar a muy buen precio un hotel allí, donde está ahora el Only You, pero me había metido en lo de Sevilla y estaba en lo de Jerez y no me venía bien. Ahora, cuando he querido comprar en Málaga, está imposible.

Algún desafío debe tener esta comunidad autónoma…  

Andalucía tiene que trabajarse, primero, las comunicaciones, tanto terrestres como aéreas. Segundo: burocracia. Los empresarios ya no queremos que nos den dinero, ya ni soñamos con eso, aunque debería haber fondos que nos ayudaran a desarrollar y consolidar. Pero hemos llegado a un punto que decimos: ‘Mira, no queremos dinero, pero por lo menos no molestes’. Necesitamos agilidad en la burocracia.  

¿Nota que este sea un mercado competitivo? Ahora, por ejemplo, el sector hotelero está preocupado por las viviendas de uso turístico.  

Lo de los pisos turísticos no es que sea competencia, es que es competencia desleal. Hay que normalizar todo. A mí, por ejemplo, me miran que no haya legionela en el agua cada cinco minutos, que me parece muy bien. Pero lo que no puedes tener bajo ningún concepto son turistas en peligro. Esos pisos no tienen inspecciones de seguridad, ni contra incendios. Si un día pasa una desgracia, ¿qué?  

¿Cómo puede la gente tener un piso con menos papeles que una liebre de campo, como suele decirse? Es, además, un foco de fraude fiscal si no pasa el IBI, no paga tasas… Y ese 21% que se quiere aplicar no sirve de nada si no tienen ni un papel. No se puede permitir. 

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