Mejorar la conexión aérea y aplicar nuevas tasas: las 10 políticas de la Universidad de Sevilla para el turismo
El catedrático de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Sevilla Manuel Marchena recoge también temas como la ordenación urbana y los pisos turísticos
Manuel Marchena, catedrático de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Sevilla (US), ha lanzado en el marco de las ‘Jornadas sobre el impacto del turismo en Sevilla’ 10 políticas para aplicar al sector turístico.
La primera de ellas se refiere a la accesibilidad aérea, en concreto, de la ciudad hispalense. Desde su punto de vista, el aeropuerto debe estar conectado con la ciudad a través una buena gestión de los taxis y una plataforma que permita reservar plazas en líneas de autobuses sostenibles. Todo lo que se salga de ahí, como «una conexión ferroviaria directa entre el aeropuerto y el centro de la ciudad, va a ser poco probable en los próximos años».
Pero la capital andaluza también debe mejorar su conexión aérea, ya sea con «geografía internacional, europea y española». En ese sentido, ha categorizado: «Debemos mantener la máxima agresividad, sin contemplaciones, con Málaga y con otros aeropuertos».
También ha defendido lo él llama «solución Ámsterdam», basada en el modelo que sigue precisamente esta ciudad con respecto a la ubicación de sus turistas. El modelo por el que apuesta es uno el que se fomente la «difusión territorial del turismo», que no significa «decrecerlo».
En concreto, esto se aplicaría extendiendo las rutas turísticas para visitar Sevilla, para no saturar tanto «los lugares donde se percibe el problema de la inconfortabilidad de los residentes».
Ordenación urbana y diversificación de visitantes
Un tercer punto consiste en lo que Marchena ha denominado como «acabar con el eufemismo del turismo de calidad». Desde su punto de vista, es positivo que la promoción turística esté orientada focalmente hacia usuarios con mayores ingresos. Y ha señalado que «algunos segmentos no vienen porque no hay un buen shopping de alto ingreso».
Una cuarta estrategia iría en la línea de aumentar la productividad y la formación tecnológica en el empleo turístico: «Basarse en la competitiva sobre el precio, presionando los bajos salarios, sería un error».
Su lógica es que, «cuantos más turistas con altos ingresos vayan a Sevilla, mejor formación se podrá dar a los empleados y aumentará tanto la productividad como los salarios». Así, ha incluido como quinta medida la cualificación del comercio y la hostelería turística.
Otro elemento incómodo para los ciudadanos que destaca en el actual modelo turístico es el hecho de que se formen colas en las entradas de los monumentos. El catedrático universitario propone, en su lugar, hacer uso de «las posibilidades tecnológicas» actuales y que los visitantes hagan reservas.
Y, en la misma línea, Marchena plantea la posibilidad de un reordenamiento urbanístico. Lo especifica en medidas tan concretar como «colocar señales, acertar con un buen balance lumínico y modificar cierto mobiliario público».
El que fue gerente de Urbanismo de 2003 a 2011 tiene la seguridad de que «buena parte de lo que genera turismofobia ahora mismo es esa tensión aparente en el espacio público».
IVA del 21% a las VUT y tasa turística
Además, cree que se solucionarían estos problemas si existiera una estrategia de escucha a los vecinos. Desde su perspectiva, los residentes «saben que no pueden prescindir del turismo como actividad económica», pero sí que se puede hacer que las administraciones públicas actúen con inspecciones más rigurosas.
Aunque Manuel Marchena también ha destacado el hecho de que el turismo ha sido lo que ha dado seguridad a los centros de las ciudades, tanto en Málaga como en Sevilla. En este último caso, ha argumentado que «ahora a todo el mundo le apetece vivir en barrios como el de Santa Cruz», lo que contrasta con «finales del siglo XX, cuando había inseguridad y suciedad» en esas mismas zonas.
Y se ha «mojado», como el mismo experto urbanístico ha valorado, en las viviendas de uso turístico (VUT). Marchena considera que deberían estar regulados como «actividad económica», defendiendo así un IVA de un 21%, y no como «parte del parque de vivienda residencial».
Como último punto ha apoyado la aplicación de una tasa turística: «El peor negocio que se puede hacer en una ciudad es que vengan visitantes y no consuman nada». Ha explicado así que el impuesto a los visitantes no se debería aplicar solo en los hoteles por pernoctaciones, sino en todos los sectores relacionados con el turismo.