Mas se juega el 27S para que Trias sea el alcalde de Barcelona
La presión de Convergència, para que Colau no dé por segura su elección, tiene un precio muy alto: renunciar a las elecciones
Artur Mas se ha convertido en un maestro a la hora de fijarse fechas límite. Como si fuera un atleta en una carrera de obstáculos, la siguiente valla que se ha colocado es el 27 de septiembre. Es rehén de una fecha que no tenía por qué ofrecerla con tanta antelación. Pero lo hizo.
Y le será muy complicado aplazarla, aunque tenga grandes tentaciones. Ahora, sin embargo, se le ha presentado una ocasión que podría ser vital para CiU. El alcaldable por Barcelona, Xavier Trias, presionado por dirigentes de Convergència, ha rectificado. Y quiere optar a la alcaldía, porque, entre otras cosas, no está en su mano rechazar el apoyo que le puedan brindar el resto de fuerzas políticas del consistorio.
El 13 de junio se elegirá al alcalde, y Trias presentará su candidatura. Si tiene éxito, el precio será alto. A Trias se le ha comunicado, y Mas debería asumirlo: la renuncia al 27S.
Trias intenta aguantar el tirón
Trias se entrevistó este jueves con Ada Colau, la alcaldable de Barcelona en Comú, que ganó las elecciones con 11 concejales, por los diez de CiU, y unos quince mil votos más. Del encuentro, Colau apareció calmada, con el mensaje de que Trias ya la consideraba como alcaldesa in pectore.
Pero el equipo de Trias se afanó para constatar que ese no era el caso, y que el matiz era importante: Trias le comunicó que tiene todas las posibilidades para ser alcaldesa, pero que, si fracasa, él estará para recoger el apoyo del resto de grupos.
¿Y qué dice el resto de fuerzas políticas? Convergència ha querido recuperar la candidatura de Trias, después de lamentar la actitud del alcalde, cuando en la noche electoral, se dio por vencido, sin pensar en negociar con el resto de grupos. Lo ha hecho para presionar todo lo posible a Esquerra Republicana, la pieza más determinante de la política catalana, porque los republicanos siguen jugando –lo han hecho toda la vida– en los dos ejes de Cataluña: el social y el nacional.
ERC y PSC rechazan el ofrecimiento de Trias
Los republicanos reaccionaron airados. Alfred Bosch, su hombre en el Ayuntamiento de Barcelona, rechazó sumar sus votos a los del PP, –más los del PSC– para elegir a Trias de alcalde. Y también el socialista Jaume Collboni se opuso a una operación para desbancar a Ada Colau, convertida en una especie de mito antisistema que se debe combatir.
Dirigentes de CiU ven muy complicado que esa operación pueda tener éxito. Pero quieren jugar hasta el final, admitiendo el precio. Si Barcelona en Comú se queda en la oposición, si fuerzas tan dispares como ERC, PP y PSC suman sus votos para dejar a Colau tirada, el movimiento que partidos como Iniciativa o Podemos pretenden impulsar en las elecciones catalanas cobraría más fuerza, y podría derribar todos los muros el 27S, amén de movilizaciones en la calle, para protestar por una especie de golpe de estado de las fuerzas del orden.
«Es complicado, Mas debería explicar muy bien ese paso, porque implicaría aplazar las elecciones, aunque pudiera ser una salida razonable para CiU», indica un dirigente de la federación nacionalista.
A la espera de los republicanos
Mas lo sabe. Pero juega con ello. Porque desea poner en evidencia a Esquerra. Algunos dirigentes de CiU le han pedido a Mas que se tome quince días, que valore todo lo que ocurra en las próximas dos semanas, para tener clara la actitud de los republicanos.
Con un pacto con Ada Colau en Barcelona, con la pérdida de alguna diputación provincial, y con la percepción de que Esquerra, en el momento de la verdad, querrá sumarse a una alternativa de izquierdas, «siempre que ha podido lo ha hecho», se recuerda, Mas podría tener la excusa perfecta para renunciar al 27S.
¿Pero quiere o no Mas seguir adelante?
Esa es la gran paradoja. Que la operación Trias podría ser el mal menor para CiU, aunque no para Mas. Si Trias es alcalde, con el concurso del PSC, y de ERC, dejando el «fantasma» antisistema en la oposición, y sin elecciones en septiembre, CiU dispondría de un año para un rearme ideológico, para rehacer sus maltrechas posiciones –en las elecciones del pasado domingo se ha comprobado que ha dejado de existir en el área metropolitana de Barcelona— y presentar batalla a un movimiento de izquierdas que ha ido tomando cuerpo en los últimos meses, y que quiere desbancar a «los burgueses y corruptos» de CiU.
El problema es que nadie, de las personas consultadas con responsabilidades en CiU, sabe lo que podrá ocurrir. La indefinición es total. Pero se ha puesto en marcha, con mayor o menor convicción, la operación salvar al soldado Trias.