La cara oculta del turismo urbano: ¿Qué nos cuesta la ciudad turistizada?
Desde hace un tiempo se lleva analizando el turismo en España.
La sobre masificación de turistas en ciertos puntos como Barcelona, Madrid, Canarias y Baleares pone sobre la mesa un cambio en el paradigma turístico.
Existen dos marcos de referencia sobre los cuales se estructura el debate: la Teoría de la Urbanización Planetaria y las Teorías de las Crisis.
Parece que el camino hacia las ciudades globales no va a detenerse por la atracción que genera la urbe en el individuo, con un amplio abanico de servicios en la palma de su mano las veinticuatro horas del día.
A esto se le asemeja el término “turistificación”.
En cuanto a las teorías de las crisis se ha constatado como una enfermedad devastadora que no ha llegado a inducir una reflexión sobre el turismo de masas.
Aún con este panorama, al menos se está incidiendo en los factores que desencadenan este crecimiento desmesurado del turismo en las ciudades, para que los organismos públicos puedan plantear nuevos modelos de negocio turísticos.
Ante esta discusión hay una confrontación entre aquellos que piensan que el turismo atrae riqueza, suelen ser dueños de locales, hoteles, Airbnb o negocios de restauración; contra aquellos que luchan aduciendo que los turistas hacen subir el precio de la vivienda, masifican las playas y las plazas, y se hace imposible la convivencia.
No es lo mismo que gentrificación
La gentrificación implica el desplazamiento del ciudadano tradicional que es sustituido por aquellos que tienen más dinero, lo que hace que los nuevos pobladores de barrios históricos cambien.
El caso de la turistificación es por el continuo cambio de inquilinos en la vivienda. Suelen estar pocos días y esto genera una sensación e incomodidad a los vecinos al ver diariamente nuevas personas entrando en su portal.
Es inevitable que el valor histórico de los barrios se acabe borrando puesto que el turismo actual no busca la historia, si no la fiesta y el pasarlo bien, sin atender a acontecimientos históricos que han podido ocurrir en las calles que pisan.
Hay varios ejemplos con tendencias positivas y negativas.
Por ejemplo, Chueca ha pasado de ser un barrio sumido en la delincuencia y las drogas a ser un símbolo del colectivo LGTB.
Por otro lado, se puede ver el ejemplo de Villaverde, donde un barrio obrero histórico de la ciudad de Madrid se ha convertido en un nido de delincuencia y bandas latinas.
La turistificación puede traer cosas buenas o malas, pero no se le puede comparar con la gentrificación, son dos términos completamente opuestos.
Las instituciones públicas deben de ponerse las pilas
Para parar el turismo masificado hace falta dar pasos desde las instituciones públicas y se están dando.
Desde el Ayuntamiento de Madrid han frenado la adjudicación de licencias de viviendas turísticas y endurecido las sanciones a los pisos ilegales.
En Madrid se contabilizan por miles los pisos ilegales, los cuales evidentemente tampoco pagan impuestos.
En resumen, una ciudad turistizada puede no generar un bienestar en la población por los temas tratados antes, pero de cara a aquellos vecinos que tengan sus negocios en las zonas donde más turistas haya, más dinero ganarán, y no querrán acabar con el turismo.
Ni mucho ni poco, eso lo tenemos todos claro. Ahora hay que esperar a que los políticos hagan sus deberes.