Carulla, incapaz de finiquitar la herencia de Millet en el Palau de la Música
Las elecciones que culminan este jueves están marcadas por las denuncias de prácticas poco democráticas
El Palau de la Música, junto al Gran Teatre del Liceu, es uno de los baluartes de la burguesia catalana. Especialmente, la de Barcelona. Su imagen cayó en picado en julio de 2009, cuando los Mossos d’Esquadra entraban en el edificio y destaparon el saqueo de Félix Millet a la institución mediante una trama que salpicaba a grandes empresas y políticos. La junta que tomó el testigo por designación de los socios del Orfeó Català, con Mariona Carulla en la cabeza, se esforzó en pasar página a “la etapa más oscura de la entidad”, en palabras de la empresaria.
Pero la aparente balsa de aceite en la que se convirtió el Palau post-Millet ha saltado por los aires precisamente por una carencia que también tenía su anterior presidente: la opacidad de la gestión y la denuncia de actuar a sus anchas sin control democrático.
Elecciones
El motivo: unas elecciones que se celebrarán este jueves que Carulla tiene de antemano ganadas. Sus opositores, un grupo de críticos encabezados por Pablo Duran, han retirado su candidatura a primera hora de la tarde del miércoles. Dentro del Palau, algunos opinan que lo ha hecho para no quedar en evidencia por la falta de apoyos con los que contaba. Otros, porque al dar el paso dinamita del todo la calma chicha que se había instalado el seno de la institución.
La versión oficial de los críticos es que no querían participar más en una pantomima en la que existían demasiadas injerencias a favor de la candidatura oficialista desde la mesa electoral. El órgano está presidido por el secretario de la junta de Carulla, Jaume Martí, junto con el responsable de los coros de la directiva saliente, Marc Canals y dos socios del Orfeó Català designados a suertes, Elena Gómez y Francesc X. Puig. Este jueves han saltado al ruedo para dar explicaciones sobre las acusaciones que les vertían por falta de fair play.
Juego democrático
Además de defender que han tenido “mucha buena voluntad y paciencia”, en palabras de Canals; han recordado que la mesa electoral “tiene la potestad de tomar las decisiones que crea convenientes legítimamente”. Algunas en detrimento de los críticos, como decretar que no se puede repartir propaganda electoral dentro del Palau, no entregar el censo de asociados a los críticos en base a la ley de protección de datos o negarse a facilitarles más impresos de papeletas porque “desconfiábamos de que nos pidieran más”. Hechos, por otro lado, incluso habituales en un proceso de primarias reñidas en un partido local.
Pero el juego democrático queda más en entredicho en otras actuaciones. La mayor, adjuntar una carta con enmiendas y explicaciones al programa electoral de Duran, que llegó en un sobre distinto al de Carulla por una dilación en la entrega del material de la propia candidatura. “Creo que nos tendrían que haber dado las gracias por el gesto [remitir la información más tarde], señala Martí.
Laboral
Los miembros de la mesa reconocen que cuando tuvieron en la mano el “panfleto” y el “despropósito” su paciencia llegó al límite y decidieron intervenir para defenderse. “No nos pronunciamos sobre el proceso electoral, sólo sobre un ataque que nos hacía una candidatura”, señala Martí. Lamentan de que les dejaran “verdes” y de que recibieran “muchas críticas” en cada decisión que tomaban. “Nos daban mucho trabajo”, bromean.
La tensión entre candidatos ha sobrepasado el cruce de desacreditaciones. La mesa electoral indica que incluso hay una denuncia del comité de empresa del Palau. Una trabajadora fue presuntamente amenazada de despido por un miembro de la candidatura de Duran cuando intentaba que abandonara el recinto modernista, tal y como esta suerte de junta electoral había decretado para terminar con el reparto de los “panfletos”. “¡Aquí todos somos unos mandados!”, aseguran empleados de la casa a este medio, quienes quitan hierro a las “reñinas” entre ambos empresarios.
Denuncia
Pero el terremoto a la institución no terminará con la ratificación de Carulla como presidenta. Los críticos impugnarán el proceso. Y Fiscalia y el Patronato de Fundaciones de la Generalitat se deben pronunciar sobre la denuncia presentada por la diferencia de 1,12 millones de euros entre el resultado final presentado ante los socios y el liquidado y consolidado.Carulla y el Orfeó se han apresurado a explicar que el descuadre es debido a una mala interpretación de una previsión de beneficios y el cierre final. Además de acusar a Duran de mezclar cifras de varios ejercicios.
¿Dónde fueron a parar los 1,12 millones de euros de diferencia? Parece ser que a un fondo de reserva. El fin de estos ingresos no está claro. ¿Hay alguna relación con la abultada caja del Palau y los tejemanejes de los saqueadores confesos? Las malas lenguas aseguran que es un salvavidas de emergencia para Carulla, que era vicepresidenta de las cuatro entidades que regían el Palau durante esa época. Si fuere así, también se beneficiaría su contrincante, tesorero de una de ellas.
La herencia de Millet sigue presente.