Los pueblos valencianos: No party, no money
La cancelación de las fiestas municipales y grandes festivales de música ponen en riesgo las economías locales valencianas
Este verano no se bailará la Macarena en la Comunitat Valenciana. La cancelación de las fiestas municipales y grandes festivales musicales pone contra las cuerdas a las economías locales. Los municipios tiemblan ante la ausencia de los más de un millón de asistentes que acudieron en total a festivales valencianos en 2019.
Y es que el verano pasado 315.000 personas visitaron Cullera para asistir al Medusa Sunbeach, 300.000 fueron al Arenal Sound en Burriana y 202.000 al Rototom Sunsplash de Benicasim. Desde el Ayuntamiento de Gandía, localidad donde se celebraba el Pirata Rock, aseguran que «suponía una inyección muy apreciable para la economía local, sobre todo para los restaurantes y pequeños establecimientos».
Además, hay que añadirle la ausencia de turistas extranjeros: «A la no celebración de grandes eventos como el FIB o el Rototom Sunsplash, hay que sumarle la cuarenta impuesta por Gran Bretaña, que ha supuesto miles de cancelaciones», señala Lourdes Caselles, portavoz del Ayuntamiento de Benidorm. De hecho, la patronal hotelera Hosbec ha cifrado en 200 millones de euros las pérdidas que puede suponer la ausencia de turistas británicos para la industria hostelera valenciana.
Cancelación fiestas municipales
La ausencia de macrofestivales no ha sido el único varapalo para la hostelería local este verano. Y es que las fiestas municipales y verbenas también suponían un atractivo turístico y una notable inyección económica para los pueblos. Juan Botella, alcalde del Perelló, afirma que «muchas de las actividades que hacíamos en verano por el aumento de población no las podemos hacer ahora, lo que afecta mucho a la cartera y a la moral de los vecinos».
De hecho, Carlos Gil, alcalde de la localidad valenciana de Benavites, que no cuenta con más de 600 habitantes, cifra en 33.000€ aproximadamente el dinero que ha podido dejar de ingresar el municipio por la cancelación de sus fiestas: «La hostelería ha perdido unos 15.000€, los hornos 12.000€ y la carnicería 6.000€».
Superávit controlado por el Estado
Esto supondría que el remanente de las arcas municipales, fruto de la buena gestión de los alcaldes, quedaría en manos del Gobierno, que se comprometería a devolverlo en un plazo de 10 años.
Los ayuntamientos valencianos tienen clara su postura: «Confiamos en que no salga adelante, no tiene sentido que prescindamos de unos recursos que necesitamos y más en un periodo de crisis», señala el alcalde de Benavites, Carlos Gil. Y es que asegura que «desde 2012 somos la única institución que hemos hecho los deberes, ese dinero es de los vecinos y el Gobierno ahora se lo quiere robar».