Mortalidad y soledad, los miedos de los mayores ante el coronavirus

Un geriatra de La Salud, el doctor José Botella, cree que la fragilidad de los mayores de 70 años es "un factor de riesgo importante"

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El doctor José Botella, geriatra de La Salud, advierte que la fragilidad de los mayores de 70 años es «un factor de riesgo importante. No sólo la física, sino también la psicológica, la emocional y la social”. De hecho, asegura que los síntomas de la COVID en las personas mayores de 70 años «no difiere de los síntomas que pueden tener el resto de personas».

«Lo que más vemos en los pacientes mayores que tratamos es miedo a la mortalidad porque, a diferencia de la primera ola de la pandemia en marzo, ahora los pacientes geriátricos han visto cómo se ha cebado en residencias de personas mayores en toda España», señala.

Sin embargo, «no es el miedo a la mortalidad lo único que les preocupa a nuestros mayores. También les inquieta y les provoca ansiedad el miedo a la soledad. Muchos de ellos pasaron casi tres meses aislados y solos de marzo a mayo y no quieren volver a pasar por esta experiencia de nuevo», remarca.

Al respecto, apunta que esta soledad «agrava mucho la salud de los mayores y es algo que debemos intentar evitar si volvemos a un nuevo confinamiento” y añade que «habrá que buscar modos de que podamos evitar el aislamiento. Una de las secuelas importantes que estamos viendo son las derivadas de la soledad».

Por otra parte, el psicólogo del Servicio de Psiquiatría del Hospital La Salud, Tony Crespo, remarca que «los familiares directos e indirectos, hijos, nietos e incluso vecinos, tenemos la obligación de combatir la soledad en los ancianos, y para ello tenemos que estar dispuestos a levantarnos y hacer que suceda», ha aconsejado, al tiempo que ha pedido que se les escuche «activamente» porque «una vez que sepamos lo que les gusta hacer a nuestros seres queridos, podemos utilizar esta información para desarrollar un plan personalizado para erradicar la soledad”.

Otra cuestión a la que hace referencia es si nuestros mayores conviven con nosotros en la misma casa: «Aquí podemos gestar un gran cambio y lograr que se renueven los intereses aletargados en las personas y las actividades. Los miembros de la familia debemos brindar un estímulo amable para ayudar a los mayores a aclimatarse, conocer nuevas posibilidades y participar en nuevas actividades. Una de las mejores partes de la vida de la tercera edad, además de recibir la atención necesaria, es que las oportunidades de socialización y satisfacción están disponibles justo dentro de casa».

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