“La sociedad debe contar con el arquitecto como un bien necesario”
Vicente Mas califica de notable la influencia de la Escuela de Arquitectura en la ciudad de València
Vicente Mas (Canyamelar-1949) ha sido director de la Escuela Superior de Arquitectura de València desde 2012 hasta hoy, momento de su jubilación. Algo más de siete años al frente de una entidad que ha trabajado duro por devolver el prestigio a la Arquitectura en una etapa difícil marcada por los cambios y una crisis económica relacionada íntimamente con la construcción. Le entrevistamos en el marco del Congreso Internacional de Arquitectura Blanca que organiza Cemex junto a la Universidad Politécnica de València.
¿Cómo piensa que ha cambiado la ciudad de València en el tiempo que usted ha estado en el cargo?
Yo creo que la ciudad de València ha mejorado en su arquitectura y en su urbanismo. Creo que la influencia de la Escuela de Arquitectura en la ciudad ha sido notable, y no solo en estos últimos ocho años. Hace más tiempo que tanto la calidad de la construcción como de la arquitectura es notable. Si comparamos con la arquitectura de los años 60, el cambio es muy significativo desde el punto de vista de la calidad de la construcción, los aislamientos, la sostenibilidad o del funcionamiento de las infraestructuras. Todo esto ha mejorado muchísimo, al igual que la arquitectura como tal, que es un valor que va más allá que el de la propia construcción.
Se han incluido elementos como el anillo ciclista, la peatonalización del centro o el plan del Cabañal. ¿Cree que se adecuan a las necesidades reales de los ciudadanos? ¿Son reflejo del urbanismo del siglo XXI?
Yo creo que van bien orientados. No me atrevería a calificarlos con detalle porque no los conozco tanto, pero sí que parece que lleve a la ciudad a ser más amable, más próxima, más a mano, teniendo en cuenta los requerimientos de las diferentes personas que viven en ella… Yo creo que en ese sentido está bien orientado.
Por tanto, ¿cree que se debe seguir trabajando en la misma línea?
Sí, claro que sí. Independientemente de decisiones concretas, que a lo mejor en algunas habría que matizar o son susceptibles de revisión, la orientación va en camino de facilitar la vida de los ciudadanos.
Y respecto a la arquitectura adaptada a las necesidades de los ciudadanos, ¿va por delante la empresa privada o la Administración?
Creo que no puede funcionar una sin la otra. Es una cuestión que es más ideológica que otra cosa. Cada uno va a buscar sus propios objetivos pero uno sin el otro sería imposible. No se puede entender la ciudad sin la organización privada ni sin la acción de las personas elegidas por los ciudadanos. No creo que sea una disyuntiva.
València ha acogido el Congreso Internacional de Arquitectura Blanca. ¿Cuáles son los edificios que más le gustan de la ciudad? ¿Puede destacar alguno de hormigón blanco?
Es difícil responder. Tampoco tengo una preferencia. Está, por ejemplo, el MuVIM. No es un edificio de hormigón exactamente blanco, pero es una arquitectura adaptada al uso y las condiciones del concurso cuando se planteó y está funcionando bien.
En 2012 decía que ETSA debía hacerse hueco en la sociedad valenciana. ¿Cree que lo ha conseguido? ¿Qué trabajo queda por hacer?
Queda mucho por hacer, pero sí que nos damos cuenta de que con frecuencia los planes de urbanismo o las previsiones de los organismos públicos que afectan a cuestiones del urbanismo sí que se presentan en la escuela. Se plantean debates que tienen que ver con estas cuestiones y creo que eso es importante, aunque debería profundizarse más en ciertas cuestiones. Hay que seguir haciendo esfuerzos para tener esa presencia y seguir haciendo aportaciones que sean útiles para la ciudad. Los organismos públicos también tienen que contar con nosotros.
¿Cuál cree que es el futuro de los profesionales de la arquitectura? Desde su perspectiva de la experiencia, ¿cuándo es más difícil ser arquitecto, antes o ahora?
Yo terminé mi carrera en el año 1972. Pertenezco a la primera promoción de Arquitectura en València. En este tiempo el ejercicio de la profesión del arquitecto ha cambiado muchísimo: cosas que eran impensables antes ahora son frecuentes y cosas que ocurrían entonces ahora son imposibles. Ha mejorado mucho la calidad de los proyectos, sobre todo materialmente. La industria de la construcción ha evolucionado de manera que el arquitecto ahora tiene una posición menos centrada que la que tenía. Ahora estamos viendo en este congreso trabajos de arquitectos de todo el mundo y de otros arquitectos locales que demuestran que se siguen haciendo las cosas muy bien. Pero ya digo, creo que la sociedad debe empezar a contar con el arquitecto como un bien necesario y no obligatorio por una ley, porque la calidad de su trabajo es sutil para facilitar la vida de los ciudadanos.
En 2017 se celebró el 50 aniversario de ETSA. Habiendo sido director de ella, ¿qué significó para usted y para la escuela?
Las cifras redondas son un momento de celebración y sirvieron de reflexión de lo que se ha hecho en ese tiempo. Fue la excusa para hacer ese trabajo de reflexión: dónde hemos llegado, qué es lo que hemos hecho, la gente que hemos conocido, la que ya no está… Se juntan cosas sentimentales con otras más serias, como la internacionalización que ha tenido la escuela desde sus orígenes.
Ya por último, ¿qué significa la jubilación para Vicente Mas? ¿Sabría destacar un momento de todos estos años de dedicación a la arquitectura?
Me jubilé en noviembre y tampoco me ha dado tiempo a mucho. Es como si estuviera de vacaciones. No noto una diferencia muy grande respecto a cómo estaba antes. De los momentos importantes, muchos son de carácter personal. Por ejemplo, es especial cuando haces un edificio. También cuando son viviendas unifamiliares de las que conoces al futuro usuario. Cuando pasan a vivir en ella es bonito. Son situaciones muy personales y quizás sean también las más significativas.