La desaceleración pilla a 150.000 valencianos en paro y sin prestación
Los mayores de 50 años son el colectivo más afectado por el paro de larga duración, que es el 44% del total
La desaceleración económica se agudiza cuando un 44% de los 347.000 desempleos de la Comunitat Valenciana lleva a partir de dos años en el paro. Además del efecto psicológico de que se prolongue la situación, esta es la duración máxima de las prestaciones del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) antes de tener que recurrir al subsidio. Así están más de 150.000 valencianos, según la Encuenta de Población Activa (EPA) del cuatro trimestre de 2019. Se trata de trabajadores que pasaron a las listas de Labora (antiguo Servef) antes de 2017, a pesar de que entonces el viento soplaba ligeramente a favor del empleo. El dato mejora el 59,7% que había en 2013, cuando se vivía la fase aguda de la crisis económica, pero enfrenta a los afectados a un nuevo periodo de incertidumbre, según un informe de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE).
Aunque entre 2013 y 2019 el desempleo de larga duración se redujo en todos los grupos de edad, los más afectados siguen siendo los mayores de 50 años. De hecho, son los que menos se han beneficiado de la recuperación económica, siendo los que más cargas familiares poseen y los que, debido a su edad, tienen más complicada su reincorporación al mercado de trabajo. En el conjunto de España, el 60,4% de los parados mayores de 50 años lleva en esta situación más de un año en 2019, mientras que para el grupo de población más joven, esta situación se da en el 29,3% de los parados.
La cualificación es una de las variables que más influye en las condiciones del paro de larga duración independientemente de la fase del ciclo económico, según IVIE y Fundación BBVA. Los parados con el nivel de estudios terminados más bajo, hasta estudios secundarios obligatorios, concentran el mayor porcentaje de parados de larga duración tanto en 2013 como en 2019, con valores del 62,7% y 47,6% respectivamente. Sin embargo, los desempleados con estudios universitarios presentan los menores valores, del 39,5% en 2019, y pese a no ser en absoluto reducidos, la formación se configura como uno de los mecanismos más determinantes para tratar de escapar de esta situación laboral.
Los autores del informe advierten de que el mercado de trabajo español muestra «debilidades e ineficiencias que lastran la productividad de la economía y el bienestar de los ciudadanos». La existencia de una elevada tasa de paro «no acorde con el nivel de desarrollo del país», unida a la excesiva duración del desempleo, es sin duda un desequilibrio notable. En este contexto, resulta perentorio reflexionar sobre las políticas a implementar para corregir esta debilidad del mercado de trabajo. «Las consecuencias que el desempleo de larga duración tiene sobre muy diversos aspectos económicos y sociales (además de los individuales), urgen a tomar medidas que faciliten la reinserción laboral de los desempleados de larga duración mediante las políticas activas de empleo, así como la reorientación de las competencias y habilidades de los desempleados hacia ocupaciones con mayor demanda en el mercado», plantean.
PROBLEMA CRÓNICO
El funcionamiento del mercado de trabajo español ha dado lugar a que el colectivo de parados de larga duración abarque a un número elevado de personas, fundamentalmente en las fases bajas del ciclo económico (3,5 millones de personas en 2013), observándose en el actual periodo de recuperación económica un proceso de persistencia en las cifras de este colectivo poblacional (casi 1,5 millones de personas en 2019).
Las consecuencias del paro de larga duración desde el punto de vista económico son especialmente relevantes, pues conduce a la obsolescencia del capital humano acumulado y a la pérdida creciente de competencias a medida que aumenta el tiempo en situación de desempleo. Este proceso dificulta la reincorporación al mercado de trabajo al acentuarse el desajuste entre las habilidades de los individuos en paro y las que demanda el mercado, entre otros motivos. Desde el punto de vista social e individual las consecuencias son igualmente graves, pues el desempleo de larga duración es puerta de entrada a la pobreza y la exclusión social, al aislamiento y al empeoramiento de la salud mental del parado.
La tasa media de paro en España en 2019 se situó en el 14,1%, el doble de la que muestra el conjunto de países que forman la UE-28 (en 2013 llegó a suponer 2,4 veces la europea: 26,1% en España frente a un 11% en la UE-28). Esta situación es el reflejo de un deficiente funcionamiento del mercado de trabajo, condicionado por las relaciones entre los agentes que participan activamente en él, las regulaciones y las instituciones
socioeconómicas, que afectan a los salarios y a la productividad del trabajo.
SECUELAS DE LA CRISIS
Las diferencias regionales en el porcentaje de parados de larga duración respecto del total de parados han crecido entre 2013 (año en el que el desempleo alcanzó su mayor valor) y 2019. Mientras que en 2013 las diferencias llegaban a alcanzar los 15,9 puntos porcentuales, en 2019 ascienden a 28,4 puntos porcentuales. En el lado más positivo se encuentra Baleares, con un porcentaje de parados de larga duración del 26,3%, mientras que Asturias registra el mayor porcentaje de personas en situación de desempleo prolongado (54,7%). Aunque en este último lustro se ha producido una disminución generalizada de los parados de larga duración en todas las regiones españolas, la intensidad ha sido muy diferente dependiendo de la comunidad autónoma. Así, mientras en Baleares la reducción ha sido de 21,4 puntos porcentuales, en Extremadura o Asturias tan solo se han registrado disminuciones del 3,5 puntos porcentuales y 6,1 puntos porcentuales, respectivamente. A pesar de la caída del porcentaje de parados de larga duración, en 2019 todavía supera el 50% en dos comunidades autónomas (Asturias y Extremadura).
El colectivo de parados de larga duración experimentó un importante crecimiento desde el año 2008 hasta 2014, pasando de un 21,4% sobre el total de parados a un 61,8%. Aunque en 2019 ese porcentaje se ha reducido hasta el 44,3%, todavia queda mucho margen de mejora. Además, el porcentaje de parados que lleva en esa situación 4 o más años, y que es muy probable que hayan entrado en una situación de desánimo en cuanto a la posibilidad de encontrar empleo, ha adquirido un peso notable, al suponer en 2019 un 18,1%. Por su parte, el colectivo que lleva parado entre 2 y 4 años supone un 12,4%,si bien se observa una reducción en los últimos años. Por otro lado, los parados que llevan buscando empleo entre 1 y 2 años representan el menor porcentaje de los parados de larga duración. El abultado volumen en las cifras de desempleo de larga duración, incluso en el periodo de recuperación económica y pese a su descenso, parece indicar una cierta persistencia en este tipo de desempleo.