Nuria Lloret (UPV): «Tecnologías como la IA deben ser una pieza clave dentro de la reconstrucción»
Durante la charla, ha compartido su visión sobre cómo la inteligencia artificial puede ser una herramienta clave para avanzar en ámbitos como la sostenibilidad, un pilar que toca más cerca que nunca al territorio valenciano
En el marco del congreso Emergentes 2024, un evento celebrado en Valencia que pone el foco en la inteligencia artificial y su papel en la diversidad y la sostenibilidad, este diario ha tenido la oportunidad de conversar con Nuria Lloret, una figura clave en el ámbito tecnológico. Lloret, catedrática en Administración Electrónica por la Universitat Politècnica de València (UPV), destaca por su experiencia en analítica de datos, inteligencia artificial y la integración de sistemas colaborativos en red. Su labor ha sido esencial en el desarrollo de tecnologías vinculadas a espacios inmersivos y la visualización avanzada de datos.
Actualmente, Lloret es subdirectora del Instituto de Investigación de Diseño y Fabricación (IDF) de la UPV y forma parte de su consejo rector. Dirige, además, el Congreso Internacional de Tecnologías Emergentes y el Observatorio sobre IA y Diversidad, financiado por Ineco. A lo largo de su carrera ha liderado más de 70 proyectos de investigación financiados por instituciones nacionales y europeas, consolidándose como una voz autorizada en temas de innovación y sostenibilidad tecnológica.
Con una proyección internacional, es profesora invitada en universidades de prestigio como Stanford, New York University y el TEC de Monterrey. Además, desde su papel como Senior Advisor de Metric Salad y presidenta de Fase y Aecta, aboga por el asociacionismo como motor de la transformación tecnológica. Durante la charla, ha compartido su visión sobre cómo la inteligencia artificial puede ser una herramienta clave para avanzar en ámbitos como la sostenibilidad, un pilar que toca más cerca que nunca al territorio valenciano.
¿Por qué es tan importante integrar estos parámetros de sostenibilidad y diversidad en la IA?
Lo que está claro sobre la inteligencia artificial es que, aunque lleva años desarrollándose, es ahora cuando está empezando a aplicarse a nivel social porque la tecnología está preparada. El hardware, el software, todo está listo para funcionar a nivel ciudadano. Sin embargo, la población no sabe usar estas herramientas. Son accesibles, están en nuestros móviles y ordenadores, pero la facilidad de uso hace que la gente no reflexione sobre cómo las utiliza ni para qué.
En sostenibilidad, la IA tiene un gran potencial. Puede ayudar en la predicción y prevención gracias al análisis masivo de datos. Por ejemplo, es muy efectiva para detectar fallos en mantenimiento o en sistemas sensorizados. Sin embargo, también genera un consumo energético significativo debido al almacenamiento y procesamiento de datos. Esto plantea un desafío que debemos abordar investigando cómo reducir su huella de carbono.
La IA no es neutral, no es ni buena ni mala. Todo depende de cómo se use, y para eso necesitamos educar a las personas. En el caso de la diversidad, estas herramientas trabajan con datos extraídos de la red, que ya están sesgados. Esto puede reforzar roles de género o dejar fuera a ciertos grupos. Es particularmente problemático en sectores como la salud o la selección de personal. Por ejemplo, en Estados Unidos hay aseguradoras que usan IA para decidir si una persona es apta para un seguro, aplicando parámetros generales que no consideran las particularidades de cada caso.
¿Cómo puede la IA contribuir a la reconstrucción tras catástrofes naturales como la DANA que ha sufrido Valencia?
La IA debería ser una pieza clave en cualquier proceso de reconstrucción como el que estamos viviendo ahora en Valencia. Cuando hablamos de reconstrucción, pensamos en restablecer infraestructuras y servicios básicos, pero la tecnología debe estar integrada desde el inicio en estos proyectos.
Por ejemplo, si instalamos sensores que tomen datos en tiempo real en las diferentes presas, la IA puede analizar esos datos para detectar desviaciones y alertar antes de que ocurra un problema grave, sin intervención humana y de forma inmediata. Esto es especialmente relevante en infraestructuras hidrológicas, donde ya hay herramientas que pueden implementarse para mejorar la seguridad y la gestión. Lo que falta es voluntad y planificación para integrarlas de manera más completa.
Por el lado contrario, ¿la IA también puede incrementar la brecha digital? ¿cómo afecta a esta problemática?
La brecha digital ya era un problema antes de la IA, pero ahora puede ampliarse aún más si no actuamos. La IA está integrada en cada vez más aspectos de nuestra vida, pero no toda la población tiene acceso o sabe cómo usar estas herramientas. Esto, al final, acaba degenerando en desigualdades económicas porque las personas que no tienen acceso a estas tecnologías quedan fuera de recursos e información clave para mejorar su situación laboral, por ejemplo.
Además, la IA puede perpetuar desigualdades si no se diseñan sistemas más inclusivos. Por ejemplo, cuando una herramienta selecciona automáticamente currículums, muchas veces deja fuera a perfiles que no encajan en un estándar predefinido. Esto no refleja la realidad de una sociedad diversa y refuerza prejuicios existentes. Es fundamental que los desarrolladores, que son los responsables, sean conscientes de estos sesgos y trabajen para corregirlos.
¿Qué papel deben jugar las instituciones públicas en todo este proceso?
Las instituciones públicas tienen un papel clave, empezando por sensibilizar a la población. Tienen que hablar de la IA desde todos los puntos de vista: lo bueno, lo malo y lo que necesita regulación. Actualmente, el discurso predominante es tremendista: «La IA nos quitará los trabajos» o «la IA es peligrosa». Pero la realidad es que la IA es una herramienta, como un cuchillo: puedes cortar jamón o lastimar a alguien, depende de cómo se use.
Los gobiernos deben legislar para garantizar un uso ético y equitativo de la IA, pero también apoyar su difusión. Lo que no se puede hacer es tenerle miedo a la tecnología en los tiempos actuales. No le puedes poner vallas al campo. Necesitamos planes claros que se apoyen en expertos, no solo en la toma de decisiones políticas que habrá ahora, sino en iniciativas que realmente eduquen a la ciudadanía sobre cómo utilizar estas herramientas de forma positiva.
¿Crees que las empresas están sensibilizadas respecto a esta integración de la IA?
Hay avances, pero queda mucho por hacer. Muchas pymes aún están en pañales en cuanto a transformación digital, y ahora tienen que integrar la IA en sus procesos. Es necesario educar tanto a directivos como a empleados para que entiendan cómo usar estas herramientas. Esto pasa por formar a los trabajadores igual que se hizo en su momento con el uso de ordenadores o internet.
Por otro lado, los desarrolladores deben asumir su responsabilidad. Son quienes diseñan los algoritmos y quienes pueden reducir los sesgos. Es un trabajo doble: primero, concienciar a los desarrolladores sobre la existencia de estos sesgos y, después, trabajar en herramientas que den resultados más amplios e inclusivos.
De cara al futuro, ¿cómo ves la evolución de la IA en cinco años?
Siempre me he considerado optimista respecto este tema. Desde nuestra historia hemos integrado avances tecnológicos, y esta revolución no será diferente. La clave será garantizar que todas las áreas profesionales se involucren. Ya no basta con que los tecnólogos entiendan la IA; necesitamos que profesionales de todas las disciplinas la comprendan para usarla correctamente.
Si trabajamos en educación y formación, tanto a nivel empresarial como institucional, creo que en cinco años veremos una IA más integrada en nuestra vida cotidiana, pero de una manera más ética, sostenible y diversa. Esto no es solo una tarea de los tecnólogos; todos debemos contribuir a que estas herramientas se usen de forma responsable y que realmente mejoren la calidad de vida de las personas.
La IA ya forma parte de nuestras vidas. No es un enemigo, sino una herramienta que, si se conoce bien, puede mejorar tanto nuestro trabajo como nuestra calidad de vida. Lo fundamental es entenderla, educarnos sobre ella y dejar de tenerle miedo. Con el enfoque adecuado, la IA puede ser una gran aliada para construir un futuro mejor.