Efecto champagne en el turismo valenciano
Las terrazas y los festivales se abarrotan en verano ocultando subida de costes del 45% que amenazan la supervivencia cuando pase la euforia postcovid
El turismo en la Comunidad Valenciana está haciendo el agosto en toda su expresión. Las terrazas y los festivales se llenan. Pura euforia. Estamos ante el verano de nuestra vida, dicen los que no paran estos días. En la contabilidad empresarial se dispara la cifra de ingresos, pero también la de gastos, lo que esconde el temor de que la cuenta de resultados pueda virar al rojo con la llegada del frío.
Hay satisfacción a la hora de valorar la situación actual. “Estamos al nivel de 2019”, asegura Manuel Espinar, presidente de la Federación Empresarial de Hostelería de Valencia. Atrás quedan las restricciones, las aperturas parciales, los temores y se ha desatado una locura de ocio. Desde los bares y restaurantes se habla de “euforia” mientras el sector del ocio, como dice Víctor Pérez, presidente de la federación del ocio, el turismo y el juego en la Comunidad Valenciana, aseguran que existe un “efecto champagne”, ya que este verano se han celebrado los festivales de 2020, 2021 y 2022.
“Hemos pasado un mes de julio muy similar al julio de 2019 y agosto está funcionando igual que en 2019. La afluencia es muy buena”, comentan desde la hostelería. Uno de los factores más relevantes ha sido la vuelta de los eventos: comuniones, bodas de plata y de oro… “Afortunadamente, ahora se celebran mucho más que antes. Hay gente que se había casado y que es ahora cuando lo está celebrando”, asegura Espinar, propietario de establecimientos focalizados en este segmento.
En Navidad se pensaba dejar atrás los problemas de la pandemia y llegó otra ola. Ahora el verano se ha cogido con aún más fuerza tras tanta restricción
Respecto al cliente local, la valoración como presidente de la federación de hostelería es que se ha logrado la recuperación. “En Navidad íbamos a vivir la mejor campaña, pero la última ola de Covid lo impidió. Hubo establecimientos que tuvieron que cerrar en enero y febrero ya que el 90% de las empresas tuvo pérdidas el primer trimestre”, recuerda.
La situación ahora ha cambiado. “A partir de abril, hemos notado una recuperación. A nivel de volumen, con una ocupación turística por encima del 75% estamos llenos de turistas, pero ahora tienen un gasto medio inferior que hace cinco años cuando van al restaurante”, advierte Espinar.
«Hay productos que han subido más de un 100% el precio y que la única opción que tienen los restaurantes es quitarlos de la carta»
Manuel Espinar, presidente de la Federación de Empresarios de la Hostelería de Valencia
A este mayor volumen de clientes pero con un menor gasto medio se añade el aumento de los costes. En el caso de la hostelería se cifra en un incremento medio del 37%. “Tenemos un problema de rentabilidad pese a tener los salones llenos”, explica el presidente de los hosteleros, que lamenta que hay productos que se han tenido que eliminar de la carta. “Hay productos que han subido más de un 100% el precio y que la única opción que tienen los restaurantes es quitarlos de la carta. Si los vendiéramos, tendríamos que poner unos precios que el cliente se nos tiraría encima y, para eso, es mejor dejar de ofrecerlos”, desvela Espinar.
El otro problema latente en el sector de la hostelería es la cualificación de la mano de obra. “Hay locales que han tenido que cerrar parcialmente sus salones por no tener mano de obra cualificada. Faltan camareros, ayudantes de cocina y cocineros”, explican desde la Federación de hosteleros valencianos.
La solución esperan haberla encontrado en el nuevo convenio sectorial que acaban de firmar con los sindicatos, que obliga a la formación continua. “Necesitamos replantear este fenómeno que no ocurre sólo en Valencia sino que se extiende por toda España incluso por Francia. Necesitamos dignificar la profesión de camarero y esto no se logra de la noche a la mañana. Por ello, todo el personal tanto de cocina como de sala en Valencia va a pasar por un mínimo de horas de formación para profesionalizar al sector”, explica Manuel Espinar.
Los festivales de música viven un verano dorado
La situación desde el prisma del ocio camina en la misma dirección. Víctor Pérez, presidente de Fotur, asegura que estamos ante “un efecto champagne”. “No es normal lo que estamos viviendo porque la gente se está pegando las vacaciones de su vida”, asegura Víctor Pérez, que se congratula: “Ahora todo funciona muy bien”.
El motivo de esta euforia es que el sector ha conseguido dos factores muy importantes. Por un lado, una desestacionalización de los festivales de música que de celebrarse sólo en agosto se han diversificado de mayo a octubre y, por otro lado, existe esta temporada una concentración de los eventos. “Estamos celebrando los festivales de 2020, de 2021 y de 2022”, explica.
El problema está en los costes. “Tenemos muchos festivales que se vendieron en un 70% con precios de 2019 y ahora los costes nos han subido un 45%”, comentan desde Fotur, que citan incrementos como el del precio del hielo, los vasos o la luz.
El calor expulsa a los clientes en las horas de mayor calor. Desde el sector del ocio sugieren replantear los horarios
Desde la federación del ocio sugieren la necesidad de replantear los horarios de apertura en función de la temperatura. “El calor está siendo un problema porque la gente no está en las terrazas. No tiene sentido tener que pagar el aire acondicionado para tener a dos personas cuando por la noche puedes tener la terraza llena sin gastar energía”, asegura Víctor Pérez. El problema de la restricción del aire acondicionado planteado por Pedro Sánchez está en la agenda del sector turístico como una de las principales batallas una vez se reinicie el curso político.
Y es que el precio de la luz es uno de los grandes temores en el sector y qué hacer cuando la afluencia baje por el factor estacional pero las facturas sigan por las nubes. Desde la Federación Empresarial de Hostelería de Valencia ponen como ejemplo una situación habitual: “Tenemos un afiliado con un pequeño bar que ha pasado de tener una factura de 600 euros de luz a pagar 1.100. Esto ahora lo paga con el bar lleno porque estamos en agosto pero el problema vendrá en octubre cuando se pase el efecto del verano y se mantenga el precio de la factura”. Y, además, el miedo a la recesión de la que se prefiere no hablar mientras sigue subiendo la espuma del champange.