Cristóbal Aguado: “Los políticos se han olvidado de la agricultura”
El presidente de AVA, Cristóbal Aguado, reclama que se valore el papel esencial del sector primario en la economía valenciana
Cristóbal Aguado, presidente de AVA, quizá es la persona que más sabe del campo en la Comunitat Valenciana. Lleva muchos años al frente de la Asociación Valenciana de Agricultores luchando por los agricultores, por un sector primario que está desaparecido de la agenda de los políticos y que lucha, todos los días, por unos precios justos.
Esta semana estamos en pleno Debate de Política General en Les Corts, y las propuestas relacionadas con la agricultura no han destacado mucho precisamente. ¿Ya no cuenta el sector?
Los políticos valencianos siguen teniendo la cabeza en las nubes. Es verdad que hay sectores económicos valencianos que están sufriendo muchísimo, pero nuestros políticos no deberían olvidar que nuestro clima, nuestra agua, nuestros agricultores se merecen una mayor atención. La agricultura valenciana es una de las bases de la economía de esta tierra, como se ha demostrado en esta pandemia. Mientras unos sectores retrocedían, el sector agrario ha sido esencial y necesario.
Pero trabajamos en un sector olvidado por los políticos. Por un lado, se ha abandonada la investigación y los avances tecnológicos, base para nuestro desarrollo. Por otro, Valencia se ha situado como farolillo rojo en Europa en el porcentaje de abandono de tierras y en falta de jóvenes que se dediquen a la agricultura y estos son ejemplos que demuestra su olvido. Doy por supuesto que todavía no se han enterado de sus responsabilidades y de las oportunidades que están perdiendo al no apostar por el sector primario valenciano, que unido a otros sectores, podrían hacer que la economía valenciano fuese más potente y capaz.
Cuando otras regiones de España, desde el sector primario nos están dando lecciones, debería ser una razón suficiente para que aquí se plantease un proyecto de futuro. Aquí los políticos escriben sobre el papel un proyecto de modernización y reorganización de la agricultura valenciana que se aprobó en Les Corts pero de las palabras y del boletín no ha pasado. Los políticos tienen que entender que lo que vale no es lo que se aprueba sino lo que se dota económicamente y se hace.
Por tanto, no le veo muy optimista ante los próximos presupuestos de la Generalitat.
Doy por asegurado que no habrá una mayor atención a la agricultura en los presupuestos de este año. De hecho, si hay alguna ayuda extraordinaria que se apruebe próximamente no será por el esfuerzo valenciano sino por las ayudas prometidas desde Bruselas como consecuencia del Covid. Eso es lamentable.
Cuando medidos en nuestra Comunitat el Producto Interior Bruto, la agricultura genera muchos beneficios indirectos positivos que no se cuentan. Hay que analizar el empleo y la riqueza que genera el transporte que mueven 8 millones de toneladas de productos por toda Europa, el parque logístico, la inversión en maquinaria, los fertilizantes, los 600 millones de cajas de embalajes, el etiquetaje, los productos químicos que se utilizan. Cuando se contabilicen esos elementos se sabrá el peso real de la agricultura valenciana que mucha gente no quiere ver ni valora y nos daremos cuenta de la vida que da la agricultura a otros sectores económicos. Es algo que no se valora. El buen funcionamiento del sector primario es como una moneda que rueda, rueda, y genera economía a todos los sectores.
Por eso, los países más avanzados del mundo son los que más cuidan al sector primario. No descuidan el industrial pero miman el primario porque saben que si va bien el resto va mejor. Es una filosofía diferente de la que existe aquí.
Para evitar ese olvido, ustedes estaban desarrollando una serie de reclamaciones que interrumpieron en marzo por la pandemia. ¿Van a retomar sus exigencias?
Los agricultores somos gente sensata. Cuando llegó el Covid nos estábamos manifestando por la situación agraria, porque Europa nos utiliza en acuerdos internacionales como moneda de cambio. Dejamos las movilizaciones, nos dedicamos a trabajar y asegurar la alimentación porque somos un sector esencial. Pensábamos retomar las manifestaciones después del confinamiento, cuando el virus en teoría estaría controlado, pero no es así. Los agricultores tendremos que ser responsables. Cuando el virus deje de ser un peligro, volveremos a salir y pediremos mejoras en el sector, respecto, garantías de seguridad y calidad de vida. Y lo haremos cuando las condiciones y la seguridad de las personas lo aconsejen, pero saldremos a reivindicar precios dignos y poder vivir de nuestra economía.
Ha mencionado a Europa. La política agraria europea parece que mira a muchos sitios menos a España.
Un país que debe mucho dinero y que administra mal muchos sectores económicos, genera rechazo y lástima. Ahora hemos acudido a Europa, donde se ha creado un fondo para afrontar la crisis del Covid, y hemos observado que los países que han tenido una economía sana no han tendido problemas para invertir o tomar medidas claras frente a esta crisis económica. España ha ido a pedir limosna y oxígeno porque de lo contrario nos ahogábamos. Cada día debemos más, pese a los millones que llegan, pero España no se le reconoce como sucedía hace 20 o 25 años, cuando llegaban inversiones atraídas por la estabilidad. Existían unas perspectivas que la política ha eliminado y entonces se van las inversiones, el capital, pierdes peso político y dejas de ser una referencia. En España ni nos invitan ni nos escuchan porque tenemos muy poco que vender.
Tras estos 7 meses de pandemia. ¿Cómo enfocan el futuro de las nuevas campañas que se están iniciando ahora?
Con preocupación, naturalmente. Estos meses se ha dado una mayor demanda de cítricos, un fenómeno que no es habitual, provocado por la pandemia. Pero no hay que olvidar que la agricultura valenciana es muy variada, y ha bajado la demanda en otro tipo de fruta. Valencia tiene una zona de producción muy importante de vino. Estamos en plena vendimia, y los empresarios han aumentado los controles para garantizar la seguridad, que se traduce en más gastos. A su vez, el Covid ha hecho que se consumiera menos vino y cavas, por lo que se ha aumentado el almacenamiento en bodegas. Ahora viene una cosecha muy buena que se transformará en problemas para los agricultores para almacenar la uva con un mercado que no responde como debería. Si a la pandemia, a la situación de consumo se une los aranceles de Estados Unidos, el efecto será muy duro sobre el sector de la viticultura.
En la fruta de verano, también vivimos problemas hasta que se equilibró, gracias a una bajada de producción en Europa. Y no hay que olvidar otras frutas que también son importantes en Valencia, porque somos casi los únicos productores de Europa, como es el caso del caqui. Estamos está teniendo problemas económicos por el mercado, especialmente en Rusia donde no se han firmado convenios con cantidades suficientes que puedan equilibrar el mercado.
Por el contrario otros sectores, parece que afrontan una buena campaña, como es el caso del arroz.
El arroz este año va a tener una campaña más normal, no por la política agraria europea sino por el Covid, que ha generado preocupación en muchas áreas del mundo. En el sudeste asiático, grandes productores de arroz han aumentado sus reservas para tener una seguridad alimentaria ya que la situación se complicaba. Esa decisión ha generado una menor exportación hacia Europa por lo que el mercado estará más ligero y beneficiará los productores de toda Europa, entre ellos los valencianos. Por eso se va a producir una campaña normal en producción pero más tranquila en los precios.
Una de sus críticas a Europa es la desprotección que tienen ante las plagas que han llegado desde terceros países.
En estos momentos, la política europea apuesta por una agricultura más natural, más ecológica, con menos productos químicos para combatir las plagas. Pero si no las combatimos, las plagas se multiplican, generan un desperdicio alimentario extraordinario, unos gastos y unas pérdidas a los agricultores tremendas. Ahora, al tener restringidos los productos químicos y no poder luchar contra las plagas en el campo, las plantas sufren, las cosechas se destrozan, llegando incluso a un desperdicio del 50% en el campo, que si se une a otros factores, al final tenemos que en algunos productos solo el 40% de la cosecha llega al consumidor. Pero mientras la producción final desciende, los gastos de los agricultores son los mismos.
Además, los agricultores al no disponer de productos de mayor eficacia para luchar contra las plagas se ven obligados a utilizar otros que no las combaten con la misma eficacia. Ahí, el agricultor tiene que multiplicar los tratamientos, con lo que la finalidad de la política europea se ve alterada en los resultados, ya que al aumentar los tratamientos se hace un daño mucho mayor al medio ambiente del que se preveía al principio.
No hay que tomar medidas limitadoras de este tipo sin tener una alternativa, porque cuando uno produce siguiendo las normativas europeas, paralelamente se deben desarrollar investigaciones para buscar alternativas más limpias, seguras y eficaces.
¿Cómo les ha afectado la pandemia del coronavirus?
Todas las medidas de seguridad que se han implantado en el campo para garantizar la seguridad y la trazabilidad han supuesto un aumento del gasto de los cultivos del 10%. Si hablamos además de las distorsiones del mercado, el sobrecoste puede llegar a un 30%. Además, la pandemia va a provocar que este año se arranquen muchos campos de algunas variedades de fruta y aumentará el número de campos abandonados. Hay que pensar que la edad media de los agricultores supera los 60 años, gente altamente sensible al Covid, de alto riesgo y eso hace que muchos agricultores miren mucho más si el cultivo es rentable. Ante la incertidumbre, cuando los precios no mejoran y se pierde la producción, mucha gente mayor cerrará el grifo, dejará pasar el tiempo y ya vendrán tiempos mejores.
Con esta política europea, ¿cómo van a solucionar los problemas económicos derivados de las plagas? ¿Cómo les va a afectar sobre todo a los cítricos?
El cotonet de Sudáfrica ha causado un daño extraordinario por encima de los 120 millones de euros. Se trata de una plaga que prolifera de una forma exagerada, deforma la fruta por lo que pierde toda su capacidad comercial. Al no disponer de productos químicos eficaces está generando unos problemas tremendos. En el caso del caqui, las plagas han provocado unas pérdidas de 24 millones de euros.
A pesar de este daño en los cítricos, las zonas que no están afectadas están teniendo muy buena salud y se espera una campaña positiva. Hay una ligera mejora en la producción y las perspectivas económicas en Europa son buenas porque la demanda es alta y la competencia de otros países no son muy grandes. Realmente ha existido más demanda que oferta este año y ha generado un mercado muy positivo. De hecho, hay mucha naranja comprada, con precios interesantes y esperemos que se mantenga la situación y el mercado siga actuando así.