Sebastián Molinero: «España debe rehabilitar 1,2 millones de viviendas y llevamos solo 200.000»
Molinero advierte que las administraciones locales tienen "mucho que mejorar" en la gestión de la rehabilitación y que sin una mayor concienciación, "el progreso será demasiado lento"
Sebastián Molinero es el secretario general de Andimac, la Asociación Nacional de Distribuidores de Cerámica y Materiales de Construcción (Andimac). Con motivo del Congreso sobre Rehabilitación y Sostenibilidad que se celebrará próximamente en Valencia, Economía Digital conversa con Molinero sobre la problemática de la vivienda en España, la oportunidad de la rehabilitación y la importancia de la sostenibilidad en el sector.
Molinero, quien lidera el sector desde 2006, ofrecerá en este foro una ponencia clave sobre los desafíos y oportunidades que enfrenta la rehabilitación de viviendas en España, subrayando la necesidad de fomentar una mayor conciencia en torno a la sostenibilidad.
Licenciado en Humanidades, con un Máster en Comunicación Estratégica y Empresarial, y un PDA en Transformación Digital por IESE, Molinero ha sido uno de los principales impulsores de proyectos de transformación dentro de Andimac. Entre sus logros destaca la creación del programa Cuida Tu Casa, una iniciativa centrada en educar al usuario sobre la importancia de la reforma de sus viviendas, priorizando el bienestar y la calidad de vida.
El secretario general profundiza en los retos que enfrenta el sector, como la falta de mano de obra cualificada y la necesidad de acelerar la rehabilitación de viviendas. Sus respuestas ofrecen una visión clara y estratégica sobre cómo las políticas públicas y la transformación digital pueden cambiar el panorama actual de la rehabilitación en España.
¿Cómo describiría la situación actual del sector de la reforma y rehabilitación de viviendas en España?
El sector de la reforma y rehabilitación atraviesa un momento complicado. Si bien es cierto que todo el sector de los materiales se ha estabilizado después de los ‘shocks’ sufridos por el contexto geopolítico, nos enfrentamos a retos importantes. Desde nuestra perspectiva, podemos identificar dos vertientes: por un lado, la demanda de obra nueva, que se mantiene sólida, y por otro, la rehabilitación, que es donde se centra gran parte de nuestra actividad y donde las dificultades son más pronunciadas.
Además, el tema de la vivienda en España ha adquirido un carácter prioritario, no solo desde un punto de vista económico, sino también social. Aunque esta situación era en gran medida previsible debido a los movimientos demográficos, no se han tomado las medidas necesarias para mitigar sus efectos. España, al igual que otros países, enfrenta un envejecimiento poblacional que genera una mayor necesidad de vivienda, especialmente en las áreas urbanas, pero no se ha hecho lo suficiente para prepararse para este cambio.
Mencionaba la falta de mano de obra cualificada como una limitación importante. ¿Cuáles son las consecuencias de este problema y cómo podemos abordarlo?
El déficit de mano de obra cualificada es un tema estructural que viene desde hace años. La crisis financiera de 2008 fue un punto de inflexión que diezmó el sector de la construcción. Muchos trabajadores dejaron el sector, ya sea porque emigraron, se jubilaron o simplemente cambiaron de profesión, y no hemos sido capaces de reemplazarlos a tiempo.
Esto tiene un impacto directo en la capacidad del sector para atender la demanda de rehabilitación. España tiene un parque inmobiliario envejecido, con más de 7,5 millones de viviendas que necesitan ser rehabilitadas. Sin embargo, apenas estamos arañando la superficie. A este ritmo, en 2025 habremos rehabilitado alrededor de 200.000 viviendas, cuando el objetivo debería ser llegar a 1,2 millones para 2050. Este desajuste no solo afecta a la calidad de vida de los ciudadanos, sino también al valor de las viviendas y, por ende, al ahorro de las familias.
Para abordar este problema, necesitamos atraer talento joven al sector. Es fundamental cambiar la percepción que se tiene de la construcción como un sector poco atractivo. Debemos mostrar que ofrece carreras de futuro, con estabilidad y posibilidades de crecimiento. Además, la formación es clave. También es importante atraer a trabajadores extranjeros y formarlos adecuadamente para cubrir las necesidades del sector.
Hablando de rehabilitación, afirmaba que deberíamos haber alcanzado cifras mucho más altas. ¿Cuál es el panorama actual y por qué es tan difícil cumplir con los objetivos?
El problema es doble. Por un lado, no existe una cultura de rehabilitación en España. Históricamente, no hemos tenido el hábito de mantener nuestros edificios de manera regular. La vivienda, en muchos casos, se percibe como un activo que debe durar para siempre, pero la realidad es que requiere un mantenimiento continuo, sobre todo a medida que envejece. No hay nada más insostenible que un edificio que entre en situación de obsolescencia y que sea más barato derruirlo que renovarlo. Esto sería ya el desastre
Por otro lado, las ayudas públicas para la rehabilitación, aunque existen, son insuficientes. Las subvenciones están muy bien, pero no pueden ser la única herramienta. Necesitamos incentivos fiscales a largo plazo y productos financieros específicos que permitan a los propietarios acometer las obras de rehabilitación sin que supongan una carga económica insoportable. Por ejemplo, el camino que ha tomado el gobierno valenciano va en esa dirección.
Además, los municipios tienen un papel fundamental en este proceso. Ellos son la llave para hacer cumplir la normativa que obliga a los edificios de más de 50 años a pasar una Inspección Técnica de Edificios (ITE) y un Informe de Evaluación de Edificios (IEE). Sin embargo, en muchos casos, la aplicación de estas normativas es muy laxa y no se toman las medidas necesarias.
En este contexto, ¿qué papel juegan los fondos europeos y cómo se están utilizando en el sector de la rehabilitación?
Los fondos europeos, concretamente los del programa Next Generation, son una gran oportunidad para impulsar la rehabilitación de viviendas. Sin embargo, la gestión de estos fondos no ha sido tan ágil como debería. Aunque los recursos están ahí, su ejecución ha sido lenta debido a la complejidad administrativa y a los mecanismos de control que requieren estos programas. Es comprensible que haya que garantizar que el dinero se use correctamente, pero en muchos casos, el proceso se ha vuelto demasiado burocrático.
Por suerte, este año hemos visto un leve aumento en los visados para obras de rehabilitación, lo que es un buen indicio de que los fondos están empezando a llegar a donde deben. Sin embargo, las solicitudes superan con creces la cuantía disponible, por lo que será necesario extender los plazos de ejecución más allá de 2026, posiblemente hasta 2028, para que todas las obras previstas puedan completarse.
Ha hablado también de la necesidad de simplificar los procesos administrativos. ¿Qué medidas serían necesarias para agilizar el sector?
Uno de los grandes obstáculos para el crecimiento del sector es la complejidad administrativa. Cada comunidad autónoma tiene sus propios procedimientos y normativas, lo que genera una gran fragmentación en la aplicación de las políticas de rehabilitación. Esto ralentiza los procesos y crea incertidumbre tanto para los propietarios como para los profesionales del sector.
Lo ideal sería simplificar estos trámites y establecer un marco común que se aplique en todo el territorio nacional. La rehabilitación de edificios responde a criterios técnicos y científicos y no tiene sentido que los procedimientos varíen tanto de una comunidad a otra. Además, debemos apostar por la colaboración público-privada, como hemos visto en algun territorio, para agilizar la puesta en marcha de proyectos y mejorar la eficiencia.
¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta el sector de cara a los próximos años y qué oportunidades ves para el futuro?
El principal desafío será garantizar que el sector tenga la capacidad para atender las necesidades de rehabilitación y construcción de obra nueva. Esto implica no solo resolver el problema de la mano de obra, sino también asegurar que las políticas públicas y los incentivos fiscales estén alineados con los objetivos a largo plazo. No podemos depender únicamente de las subvenciones europeas; necesitamos una estructura que funcione de manera autónoma y sostenible.
Sin embargo, también veo grandes oportunidades. La digitalización, la construcción industrializada y las nuevas tecnologías van a transformar el sector en los próximos años, lo que permitirá construir de manera más eficiente y sostenible. Además, si conseguimos atraer talento y cambiar la percepción del sector, podremos sentar las bases para un crecimiento sostenido a largo plazo.