Cómo viajar por el tiempo con el Tren de los Lagos

Remontar los río Segre y Noguera Pallaresa en un ferrocarril de los años ’60 y llegar a un pueblo del Prepirineo con tiendas detenidas en el tiempo. Esta es la experiencia histórica y de naturaleza del Tren de los Lagos

Tren de los Lagos

Paisajes y pueblos en el Tren de los Lagos. Foto: JP Chuet-Missé.

Un sol de justicia recibe a los viajeros en la estación de La Pobla de Segur, en el Prepirineo catalán, pero a nadie le importa.

Los pasajeros vienen de pasar dos horas contemplando un espectacular paisaje de sierras, lagos, ríos, pueblos y túneles por las tierras de Lleida a bordo del ferrocarril histórico Tren de los Lagos (Tren dels Llacs), el primer paso para una inmersión en el tiempo única.

El tren histórico

Este tren parte desde Lleida en dirección al norte en un convoy impulsado por dos locomotoras diésel que llevan cuatro coches construidos en 1968.

Dos de ellos son de segunda clase con compartimientos para seis personas y con todos sus detalles intactos (desde los pomos hasta la rejilla de cuerda para dejar el equipaje), y los otros de primera disponen de asientos para cuatro personas enfrentados.

El tren histórico parte cada sábado desde Lleida hasta La Pobla del Segur en un viaje de dos horas bordeando los ríos Segre y Noguera Pallaresa

El Tren de los Lagos en La Pobla del Segur. Foto JP Chuet-Missé

Otro de los coches es un antiguo vagón postal en el que no se permite viajar y un coche-restaurante donde junto a unos asientos con una mesa hay una barra de bar de madera con un grifo de cerveza que parece de los años ’40.

Cómo es el viaje hacia el Prepirineo

La primera media hora hasta Balaguer es poco atractiva, por campos y pueblos agrícolas. Pero tras la localidad de Gerb se divisa el hilo azul, a veces turquesa, del río Segre y poco después el pantano de San Lorenzo, el primero de los cuatro lagos que bordea este tren histórico.

Ese río da paso al Noguera Pallaresa, donde el despliegue cromático es más intenso todavía en esas formaciones lacustres, rodeadas de imponentes acantilados que caen a pique como los del Montsec.

Cada tanto se divisa un castillo en ruinas o el campanario de una iglesia medieval rodeado de una población construida al borde de un precipicio, para recordar la milenaria historia de estas tierras de Lleida.

Es imposible dejar de ver el paisaje. Foto JP Chuet-Missé

Los pasajeros disparan sus móviles y cámaras sin cesar, algunos desde sus asientos y otros desde la barra lateral del coche-restaurante; en el divertido juego que cuando se logra el encuadre perfecto casi siempre se entra en alguno de los 75 puentes que atraviesa en sus 89 kilómetros de recorrido.

En realidad este tren se presenta en dos modalidades: el histórico que solo funciona los sábados y el panorámico, que viajará los días 23 y 30 de julio, 6 y 13 de agosto. El primero cuesta 34 euros por persona (18,70 euros los niños) y el segundo 25 euros (13,70 euros los menores).

Unos 75 túneles se atraviesan en el camino. Tren de los Lagos. Foto JP Chuet-Missé

La puerta a los mejores lugares de Cataluña

El paseo en el Tren de los Lagos fue el escaparate elegido por la editorial Anaya para presentar el libro ‘101 lugares de Cataluña sorprendentes’, donde el fotoperiodista Sergi Reboredo presenta su selección de sitios para descubrir en esta comunidad autónoma.

El libro ‘101 lugares de Cataluña sorprendentes’ ofrece varias propuestas de realizar turismo sostenible cerca de Barcelona

Con 25 años de experiencia en fotografía y reportajes sociales y de viajes, Reboredo produjo el libro en los años de pandemia, con el objetivo que sea “una obra inspiracional, que motive un turismo sostenible cerca de Barcelona”.

El autor también es responsable –en textos y fotos- del libro Trenes por el Mundo, y está trabajando en otra publicación sobre los mejores ferrocarriles turísticos e históricos de España, donde el Tren de los Lagos será uno de los protagonistas.

Las tiendas históricas de Salàs de Pallars

Una vez en La Pobla del Segur, en el corazón del Pallars Jussá, viajamos en unos minutos al pueblo de Salàs de Pallars.

Tras pasar por una contundente torre medieval se llega a la antigua Plaza del Mercado, donde una serie de comercios dan la sensación de que uno está en un decorado de cine.

Los paisajes que se descubren en el Tren de los Lagos. Foto JP Chuet-Missé

Un bar con sus mesas de mármol, sus licores de los años ’40 y una longeva máquina para hacer café dan la bienvenida a la primera de las Botigues Museu Salàs, una iniciativa que permite viajar en el tiempo para conocer cómo funcionaban los comercios un siglo, 40 años o un par de décadas atrás.

Ocho tiendas, de un bar a una tienda de ultramarinos, pasando por una barbería y una mercería, permite conocer cómo era la vida comercial y social décadas atrás

Son ocho tiendas distribuidas en el centro del pueblo, donde no es posible comprar porque están concebidas como un museo interactivo.

Una idea quijotesca

El responsable de esta idea quijotesca es Sisco Farràs, un exprofesor de historia hijo de tenderos del pueblo que tres décadas atrás comenzó a juntar y buscar objetos cotidianos para evitar que desaparezcan en las nieblas de la historia.

Sisco Farràs en una de las tiendas históricas. Foto JP Chuet-Missé

Su colección es inabarcable. La visita a la tienda de ultramarinos presenta un aleph de latas de galletas y cacao, carteles y anuncios publicitarios, botellas, cromos, papel de váter, golosinas, y todo lo que podría haber en un comercio en los últimos 100 años.

Farràs se apasiona con sus explicaciones, que pueden sorprender a los niños que ven que las velas se vendían cortadas por una guillotina a los adultos a los que se les explica la evolución del diseño gráfico en carteles y envases a lo largo de los siglos XIX y XX.

Tras la visita al colmado se pasa a una imprenta, la barra de un bar (¿sabían que el futbolín surgió en un Madrid sitiado en la Guerra Civil?), una barbería, una mercería, una perfumería y un estanco de tabaco, donde más y más objetos abren la puerta a una inesperada nostalgia.

Detalles históricos desde la ventanilla del Tren de los Lagos. Foto JP Chuet-Missé

El regreso

Tras un buen almuerzo típico del Prepirineo en L’Era d’en Ballust toca volver a La Pobla del Segur, y de ahí, regresar a Lleida en el Tren de los Lagos.

El sofocante calor es mitigado con el aire que entra a raudales en las ventanas, donde el cambio de ángulo del sol permite volver a ver los paisajes de lagos, ríos y cañones pero con una luz diferente.

A pesar del cansancio, muchos siguen gastando megas de su cámara retratando estos paisajes, para que este viaje histórico no se pierda en el tiempo.

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