Costa Firenze: más que un crucero, un festival gastronómico en alta mar

Costa Firenze es el barco con mayor despliegue de bares y restaurantes de la flota de Costa Cruceros. Cada uno ofrece una experiencia culinaria para conocer los sabores del mundo

El Costa Firenze es uno de los barcos más grandes de Costa Cruceros. Foto Costa Cruceros

Acabo de llegar de un viaje en el crucero Costa Firenze y no me animo a pasar por la báscula. Durante tres días navegué en este barco, uno de los más grandes de Costa Cruceros, que despliega nada menos que 13 restaurantes y ocho bares; cada uno con una experiencia gastronómica diferente, donde el concepto de frugalidad no existe y en que se pueden descubrir gustos y aromas de diferentes culturas con solo dar unos pasos.

Este es uno de los cruceros más nuevos de la compañía, presentado en sociedad en diciembre de 2020, pero que hasta este verano estuvo paralizado por la pandemia.

En su regreso a los mares realizó periplos por el Mediterráneo occidental, tocando con puertos como Barcelona, Marsella, Savona, Civitavecchia y Palma (antes Ibiza), hasta que ahora puso rumbo a Dubái, donde recorrerá las costas del Golfo Pérsico.

La Piazza della Signoria. Foto JP Chuet-Missé

Uno de los cruceros más grandes del mundo

Con un volumen de más de 315.000 toneladas brutas, un largo de 323 metros y un ancho de 37 metrs, lo que sorprende a los cruceristas más veteranos es que no hay sensación de agobio, ni largas colas para el buffet ni las atracciones.

El barco tiene una capacidad para más de 5.200 pasajeros, pero por las restricciones por la covid tiene un aforo para 2.200 viajeros

Eso se debe en parte a su amplitud de espacios, sí; pero también a que esta nave con una capacidad para 5.260 pasajeros estos meses ha estado navegando con un aforo de 2.200 personas, a los que se suman 1.600 tripulantes.

Obras de arte renacentistas en los pasillos. Foto JP Chuet-Missé

Medidas ante el coronavirus

Navegar con una pandemia que no se ha desterrado no es chiste. Por ello en el Costa Firenze realizan un control de PCR antes de embarcar y un test de antígenos a mitad de viaje.

Además cuentan con numerosos sensores digitales de temperatura, hay geles hidroalcohólicos a cada paso, y por supuesto, la mascarilla es obligatoria en los espacios comunes.

Uno siempre tiene la sensación que se deja algo por ver o experimentar en el crucero. Claro que no se puede abarcar todo, pero la oferta de atracciones y el despliegue gastronómico es tan grande que un viaje no alcanza.

Así que lo mejor es centrarse en lo que a uno le interese, y dejar el resto para otra oportunidad.

El restaurante Dei Medici. Foto JP Chuet-Missé

Del buffet libre a los restaurante de pago

Como en todos los cruceros, el Costa Firenze cuenta con restaurantes de pago y con otros incluidos en la tarifa básica.

El típico almuerzo o cena con buffet se realiza en el Restaurante Versilia, que tiene todo lo que uno espera encontrar en esta modalidad de tenedor libre: pastas, carnes, embutidos, quesos y muchos ingredientes para ensaladas.

Lo más interesante, por supuesto, está en los restaurantes de pago.

El Bar Lounge della Moda. Foto JP Chuet-Missé

El espectáculo en el Teppanyaki

El primero que conocimos es el Teppanyaki, un restaurante oriental de banquetas frente a la plancha donde los chefs realiza un espectáculo que va más allá de cortar y servir.

Nos tocó Mark, todo un showman que no paró de bailar y cantar, animaba a los comensales a atrapar trozos de carne en el aire; buscaba parecidos entre los pasajeros para hacer bromas, dibujaba formas con la comida e invitaba a sumarse a su actuación.

Cabe aclarar que más allá del numerito también cocinaba muy bien, como la sopa miso, el filete de pato con espárragos, la chuleta de carne de res con setas o las gambas. Y ojo, de porciones abundantes.

El cocinero Mark y sus malabares con huevos. Foto JP Chuet-Missé

Estética italiana

Al otro día, tras regresar de una excursión por la Costa Amalfitana, fue el turno de ir al comedor Dei Medici.

Este salón, como todo el barco, presenta una decoración que quizás al viajero español pueda sonar un poco estridente, pero que fue pensada para el público chino, donde el Costa Firenze se destinará en un futuro cercano. De hecho, todos los carteles en el barco están en inglés y mandarín.

Las paredes del salón están revestidas por una decoración de franjas blancas y verdes, tal como las iglesias de la Toscana; con grandes candelabros y cuadros renacentistas.

El concepto estético del Costa Firenze es un homenajea a Italia, sobre todo a la región de Toscana

Este concepto estético se repite en el resto del Costa Firenze: fotos de Pisa, Lucca o Siena en las habitaciones y los descansos de las escaleras; imágenes del David revisitiendo los pasillos, columnas que imitan al mármol blanco de Carrara; y en la Piazza della Signoria, el espacio que da la bienvenida a bordo, desde la barra del bar se erige un león dorado que sostiene un escudo con una flor de lis, símbolo de Florencia.

Guiños a Italia en los pasillos. Foto JP Chuet-Missé

El restaurante Dei Medici

Pero volvamos al restaurante Dei Medici: allí probamos la interesante selección de moluscos y mariscos mixtura del mar, una crema de tomate, una carne de cerdo rebozada y un postre, llamado explosión de mandarina, que era un divertido trampantojo de crema y helado.

Este restaurante, ubicado en la popa, fue donde decidí desayunar; en parte para evitar las colas del comedor general y también para probar su salmón ahumado y las tortillas francesas con setas, beicon o queso cheddar.

Jamás se me hubiera ocurrido pedir un filete de ternera con cebolla y patatas, pero está en el menú (junto con otros platos contundentes) y hay gente que la solicita.

Explosión de mandarina, un sorprendente trampantojo. Foto JP Chuet-Missé

Abundancia en los restaurantes

Hablando de platos abundantes, en el japonés Sushino trajeron, para cada pasajero, un plato con forma de barco con nada menos que 25 piezas de nigiris, sashimis, mochis, makis, además de lonchas de salmón, pulpo, atún, y un etcétera difícil de abarcar.

Pero más contundente fue la cena. El restaurante Fiorentina Steak House es uno de los más elegantes, un espacio de muebles oscuros y luces tenues, donde la carta advierte que este es el imperio de la carne.

La langosta del Fiorentina Steak House. Foto JP Chuet-Missé

Aquí las langostas tienen tamaños nunca vistos y hay cortes que rondan entre 1 y 1,2 kg, imposibles de asumir.

Por ello me decidí por unas Rosticciana toscana, costillas de cerdo a la parrilla con aceite de romero. Eran exquisitas, pero imposible terminar con sus 600 gramos de carne; ya que previamente pasaron una sopa de cebolla a la francesa y tartar con langostinos salteados.

La joya de la corona gastronómica del Costa Firenze es el Casanova, donde el trío de Ángel León, Hélène Darroze y Bruno Barbieri (entre los tres suman 20 estrellas Michelin) despliegan una exclusiva carta.

Postre de Fiorentina. Foto JP Chuet-Missé

Otras opciones gastronómicas del Costa Firenze

En esos días también pudimos probar los embutidos y quesos italianos en Frescobaldi, un winebar donde sirvieron tintos y blancos Rémora de Toscana, con el rosado Alie. Detalle: la muzarella no es comprada, se elabora en el mismo barco.

Ese es uno de los tantos espacios para tomar una copa y disfrutar del tiempo libre en el barco, como el elegante Lounge Bar della Moda (con su pasillo flanqueado por maniquíes), con su bar de popa; el Palazzo Vecchio que replica la receta de elegancia del Fiorentina y el Casanova; el Hot Pot donde uno puede aprender a cocinar carnes y pescados al estilo oriental; el Lanai BBQ con hamburguesas al aire libre; el Aperol Spritz Bar con las vistas que ofrece la cubierta superior; y una lista que sigue y sigue.

Despliegue de cocina japonesa en el Sushino. Foto JP Chuet-Missé

Un desafío logístico

Massimo Leimer, responsable de comidas y bebidas en el Costa Firenze, dijo a Tendenciashoy que cada día se preparan 20.000 comidas para pasajeros y tripulantes.

Esto requiere de una maquinara logística sumamente aceitada, en donde la sostenibilidad es clave; con procesos de digestores para reciclar parte de los residuos y detalles como el poner platos más pequeños en el buffet libre para evitar el desperdicio alimentario.

Es un mundo que queda oculto para los pasajeros, que se dedican a disfrutar de la más que generosa propuesta gastronómica, además de las atracciones y espectáculos de los que hablaremos en otra oportunidad.

a.
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