Casanova Beach Club, un buen plan gastro para pasar las horas en Castelldefels

A pasos del mar, este clásico ‘beach club’ destaca por su fusión de cocina asiática y mediterránea y su propuesta de relax entre piscina y tumbonas

El Casanova de noche. Foto Casanova Beach Club

En verano en Castelldefels Platja se pueden hacer dos cosas: o aprovechar el regalo de la naturaleza de esa larga lengua de arena que baña el Mediterráneo, o disfrutar de las propuestas de los más de 250 bares y restaurantes que hay a lo largo de su paseo marítimo.

Pero también se puede hacer un 2×1, y no necesariamente en alguno de los chiringuitos, sino en los restaurantes más sofisticados que combinan su gastronomía con el relax de pasar horas en sus tumbonas reflejado por la piscina.

Este es el caso del Casanova Beach Club (Pg. Marítim 297, Castelldefels); uno de los locales del Grupo Lancaster, que tiene una cartera de cuatro restaurantes y varios chiringuitos en la zona.

Aperitivo en la piscina. Foto Casanova Beach Club

Dos décadas de sol, cócteles y arroces

Ubicado a media hora en coche desde Barcelona, este local con 10 años de vida se ha convertido en un nuevo clásico de ‘Castefa’, con una carta que -como suele suceder cada primavera- se renueva para recibir a la temporada de verano.

La nueva carta del Casanvoa combina la tradición Mediterránea con los platos de esencia asiática

La parte del restaurante se divide en cuatro grandes salas (una de ellos privada), donde la luz natural invade todos los rincones, lo que permite que casi desde cualquier ángulo se pueda ver al mar que está a un par de pasos de distancia.

Otro sector es el chill out, presidido por la piscina rodeado de más mesas junto con tumbonas y camas balinesas; un espacio que al tener barra propia está pensado para pasar toda la jornada sin hacer nada más trascendente que conversar, tomar unas copas y comer.

Uno de los clásicos arroces. Foto Casanova Beach Club

La carta del Casanova

La nueva carta mantiene la tradición del Casanova de combinar la cocina mediterránea con platos de esencia oriental, una fusión que deja contentos a tradicionalistas y modernos.

En nuestro caso, conocimos la propuesta del Menú Asiático (44 euros, para compartir entre 2 personas), que se inició con el edamame con salsa de sésamo tostado (bien especiado) con los langostinos crujientes en tempura de panko con mayonesa con rábano picante, que si bien causaba un tentador ardor en la boca, pasaba bien.

Le siguieron las crujientes gyozas caseras caramelizadas con salsa teriyaki, para luego dar paso a la bandeja de sushis que es el uno de los puntos altos: niguiri de foie con tartufata y sal negra, sashimi de atun rojo y urakami de salmón, queso, crema y tobiko con base de atún y aguacate.

Visas desde un dron. Foto Casanova Beach Club

Uno pensaría que ya casi está colmado, pero no: la yakisoba de pollo con verduritas crujientes, setas, shitake y sésamo da la estocada final, que luego se remata con el helado de yuzu con crujiente de maíz tostado, que a pesar de su acidez sirve para digerir este paseo por la cocina asiática.

Otra alternativa es optar por la tabla de sushis (36 euros), que presenta una selección de 14 unidades entre sashimis y niguiris de salmón y atún, otros de foie con tartufata y sal negra, y urakamis de langostinos tigres en tempura, salmón y aguacate.

El plan mediterráneo

Si alguien quiere optar por la cocina mediterránea, puede dar cuenta de entrantes como los mejillones al vapor, los boquerones a la andaluza con loomi, la fondue de queso al horno con miel de hierbas o las recomendadas bravas del Embarcadero.

Despliegue de sushis. Foto Casanova Beach Club

Los que con el calor se decidan por platos más livianos tengan en cuenta las ensaladas y los fríos como el aguacate con tartar de salmón y langostinos, el steak tartar de solomillo con tostaditas y mayonesa trufada o el de atún rojo con wakame, pepino y ponzu.

Si vamos a los pescados, hay desde rodaballo asado a la donostiarra, rape asado con gamba y curry thau, el gallo de costa con mantequilla tostada al tataki de atún rojo con alioli gratinado.

Claro que también hay carnes, como el solomillo de ternera con stracciatella trufada, la tagliata de entrecotte a la brasa o el anticucho de entraña y boniato asado.

Pero los clásicos que nadie se debería perder son los arroces como el A Banda de sepia y cigala, el Peralada mixto, el negro de calamar y navajas, el seco de costilla de Mamut (por el restaurante, no el paquidermo extinguido) o el de Castelldefels con sepia, costilla de cerdo, verduras y gambas.

Una de las salas con vistas a la piscina. Foto Casanova Beach Club

Para brindar

De la amplia bodega del Casanova nos inclinamos por un Jean Leon 3055 de uva Chardonnay, pero cabe puntualizar que en sus más de 180 referencias hay una gran diversidad de espumosos, blancos, rosados y tintos, con un acento marcado en la viticultura ecológica y biodinámica.

Claro que también hay una abundante carta de cócteles, entre los clásicos y de autor, que pueden servir como epílogo tras una comida o mientras ya entrada la noche se espera a algunas de las presentaciones musicales que periódicamente hay en el Casanova Beach Club.

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