Esslingen, la ciudad alemana rescatada de un cuento de los hermanos Grimm

Esslingen am Neckar, al sur de Alemania, mantiene como pocas su urbanismo medieval con casas de entramado de madera y fachadas de colores que parece sacada de un cuento infantil

Esslingen am Neckar. Foto: Carolina Hubelnig | GNTB.

El paseo por Esslingen am Neckar (el apellido se lo da el río que la baña, afluente del Rin) no deja indiferente a nadie. Porque esta ciudad de algo más de 90.000 habitantes, con más de 1.200 años de historia y situada en el estado de Baden-Wurtemberg alberga nada menos que 800 construcciones catalogadas y protegidas como monumentos.

En esa lista hay, sobre todo, casas con fachadas de entramado de madera distribuidas en tres niveles y con empinados tejados a dos aguas. Todos ellos, elementos que dejan en evidencia el pasado medieval de la localidad.

Pero no solo medieval. A Esslingen am Neckar se la considera un auténtico catálogo de estilos artísticos de todos los tiempos. De hecho, la mayoría de sus edificios protegidos han llegado hasta nuestros días en muy buenas condiciones. Es así porque, a diferencia de lo que ocurrió en buena parte del país, los terribles bombardeos aliados de la II Guerra Mundial respetaron la localidad, salvándola del desastre.

Las casas de Esslingen parecen ilustraciones de un cuento. Foto: Turismo de Esslingen.

Una ciudad que parece extraída de un cuento

Pero, cuando se ha crecido con los relatos ilustrados de los hermanos Grimm (autores de Hansel y Gretel, Rapunzel, El sastrecillo valiente, Pulgarcito, La cenicienta o Blancanieves, entre otros) el paseo por Esslingen despierta más sensaciones de adentrarse en un auténtico escenario “de cuento”, antes que en una ciudad-museo de la arquitectura.

Entre los monumentos de esta pequeña ciudad destaca, sin duda, el Viejo Ayuntamiento (Altes Rathaus), del siglo XV, en la plaza a la que da nombre y con su llamativa fachada de color rojo en la que destaca un reloj astronómico con dos esferas, instalado a finales del siglo XVI y que sigue funcionando a la perfección.

El edificio, de estilo renacentista, se construyó como sede para la recaudación de impuestos y hoy alberga varias oficinas municipales.

Altes Rathaus. Foto: ©Esslinger Stadtmarketing & Tourismus GmbH.

Luego, con el tiempo la ciudad adquirió otro edificio, más amplio, para sede del municipio: el Nuevo Ayuntamiento (Neues Rathaus). Se trata de un palacio del siglo XVIII, construido en estilo Neoclásico como residencia de una de las familias más acaudaladas de la localidad.

La Marktplatz se convierte en Navidad en uno de los más bellos mercados de Adviento de Alemania

Un paseo por la Marktplatz

Contigua a la plaza del Ayuntamiento está la Marktplatz (plaza del Mercado), en la que los productores locales y regionales siguen vendiendo sus productos al aire libre coincidiendo con la celebración de los más diversos eventos.

Marktplatz de Esslingen. Foto: ©TMBW.

Este es el escenario principal del mercado de Adviento, a final de año. Solo un apunte sobre este asunto: coincidiendo con este evento, Esslingen celebra en su casco histórico un mercado medieval que es uno de los más auténticos del país y que supone una perfecta regresión a tan lejana época, con puestos de comida, artesanías, espectáculos de circo y representaciones teatrales. Todo ello sin más iluminación que la que proporcionan velas, antorchas y fogatas.

En la Marktplatz está el monumento religioso más llamativo de la localidad: la iglesia de San Dionisio (Stadkirtche St. Dionys), construida entre los siglos XIII y XIV en estilos románico y gótico. Destaca por la altura de su nave y también por sus dos torres-campanario, cada una con un estilo diferente, e interconectadas por un vertiginoso puente cubierto en su parte superior.

Iglesia San Dionisio. Foto: ©TMBW.

Las mejores vistas de Esslingen

No conviene pensar Esslingen am Neckar como un remanso de paz a lo largo de toda su historia. De hecho, como en el resto de Europa, ya desde su fundación como ciudad fue protagonista de la liza entre los más diversos contendientes.

Para protegerla se construyó una fortaleza en la zona alta, el Castillo (siglo XIII), que hoy es una perfecta atalaya desde la que contemplar el espectacular mar de tejados y la distribución concéntrica del urbanismo de Esslingen. También los campos que la rodean, sembrados de viñedos, el valle del Neckar y la cercana mole de Stuttgart (la ciudad está apenas a 15 minutos en cercanías).

Del segundo cinturón defensivo de la ciudad, es decir, la muralla que protegía la zona ribereña y el núcleo residencial, quedan en pie algunos lienzos pétreos y tres puertas, entre las que destacan por su monumentalidad y altura las llamadas Schelztor y Wolfstor (del lobo), hoy bastante diferentes sus funciones al motivo por el que se construyeron.

Torre del Castillo de Esslingen. Foto: ©TMBW.

Así, la primera alberga ahora una conocida heladería, mientras que la segunda se transformó hace siglos en campanario, torre del reloj y parte de las dependencias de una parroquia vecina.

Una isla-carpintenría en el Neckar

La fisonomía del Castillo de Esslingen y la de estas dos torres evocan, una vez más, los relatos de los hermanos Grimm. Como lo hace la pequeña isla en el curso del Neckar que hace las veces de entrada a la ciudad vieja cuando se llega desde la estación del tren.

Desde hace siglos ha estado ocupada por una llamativa construcción: la carpintería de la localidad. Ésta sigue funcionando como tal, aunque adaptada a los nuevos tiempos (ahora lo que se realizan aquí son proyectos de reforma en madera).

Río Neckar y carpintería. Foto: ©TMBW.

Además, alberga también dos restaurantes, uno italiano, L’Osteria, y otro japonés: cosas de la globalización y el turismo. Sus terrazas al aire libre son una delicia en cuanto llega el buen tiempo.

Ya que estamos en materia gastronómica, una de las mejores opciones para comer o cenar en Esslingen es el restaurante Posthörnle, junto a uno de los puentes de acceso que salvan el curso del río Neckar.

Allí, el cocinero Keiko Wineberger desarrolla su peculiar interpretación de la cocina y de los ingredientes regionales, dando una gran importancia a los productos de la huerta. Desde luego, un concepto bastante alejado del tópico de que en Alemania solo se comen salchichas, arenques, ensalada de patata y remolacha.

Foto: Restaurante Posthörnle.

Esslingen a sorbos

Continuando con este capítulo, conviene destacar un asunto del que hemos hecho una velada mención: la faceta vitivinícola de Esslingen am Neckar. Algo en absoluto anecdótico, pues en la zona se llevan produciendo vinos desde el siglo VIII, consumidos tanto en la propia región como en las vecinas Baviera y Alsacia.

Además, aquí nació la producción industrial de vino espumoso en Alemania, siguiendo el célebre método champenoise. La responsabilidad de este hito productivo recayó en un vecino de la localidad, Georg Christian von Kessler que, tras trabajar como contable (más tarde fue accionista) en la mítica Veuve Clicquot, se trajo hasta aquí los conocimientos y el capital para fundar, en 1826, la que es la bodega más antigua de Alemania de este tipo de bebidas.

Bodega Kessler. Foto: ©TMBW.

En la actualidad la marca Kessler produce etiquetas muy apreciadas y conocidas tanto a nivel nacional como internacional.

Se impone una visita a la bodega, con sus cavas subterráneas centenarias, situada en un espectacular complejo de edificios medievales protegidos (Speyrerer Pfleghof) y también la degustación de algunas de las referencias de la casa.

El mejor lugar para hacer esto último es el bar-terraza Kessler Karree 18, situado en las propias instalaciones. Copa en mano y brindando con un Kessler: no se nos ocurre una forma mejor de poner fin a la visita a esta deliciosa ciudad de cuento.

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